Cada cual es responsable de las palabras que escribe,
y de las que lee, pues cada cual es libre ante su lectura.
Eliette Abécassis. Qumrám
Luego de estos resultados democráticos
del plebiscito y por las casualidades que giran alrededor de mi vida, me encontré
con una palabra: abstención. Me dio por cavilar en ella.
Abstención: no hacer pero voluntariamente,
digo con cierta relatividad (diferente a procrastinar!
Pero parientes, digo): Me abstengo de ese plato, por la barriga que ya tengo. Me
abstengo de pedirlo, porque va y me dicen no y cómo quedo yo? Pero el punto central
es la abstención política. La democracia me sigue generando sinsabores, malos sabores,
mala leche.
Parece que el tema puede dar
para varios capítulos, espero que no, para que no se quede en tratado y como tal,
mal tratado y escondido en algún resquicio de biblioteca.
De ser así, empiezo con la democracia,
esa que me dejó el sinsabor.
Aparentemente andamos, desde
que nos libertaron, en una democracia,
presidencial, representativa y blablablá, según dicen los sabidos. Democracia que
a lo largo de doscientos años hemos disfrutado frágilmente, digo hemos refiriéndome a los colombianos de tres
o cuatro generaciones que la han pasado libres
y pensado que eran libres. El tal
contrato social que alguien, en algún momento inmemorial firmó comprometiéndonos
a todos, sin plazos, prórroga automática, sin más consulta. Eso nos impusieron y
como contrato que era, a respetarlo.
Contrato que nos obliga a respetar
a lo que decida la mitad más uno, por regla general. Y ese mitad más uno obliga,
a pesar de que no estemos de acuerdo, que seamos parte de esa mayoría o que nos
sea indiferente a ella, teóricamente obliga, a pesar de que no tenga la verdad,
que no sea la mejor decisión o que esa mayoría nos hunda. No importa, estamos sometidos
a lo que decida la mitad más uno, no a lo que el resto quisiera o anhelara –para
qué no votaron, dirán-.
Por eso y muchas cosas más,
no soy amigo preferencial de la democracia; a lo largo de mi vida me he dado cuenta
que en la mayoría de situaciones la democracia no decide, decide mal o simplemente
estorba. Una cosa es clara, una cosa es preguntar voy a cine, quién quiere ir conmigo,
a decir quiénes quieren ir a cine, o vamos a cine? Una jefa mía me dejó bien claro
y de paso me enseñó que mientras ella estuviera en el cargo, la democracia no funcionaba,
funcionaba la dedocracia, lo que ella decidiera. Y tenía toda la razón, el exceso
de democracia mata.
Llamo en mi auxilio unas frases
dicientes:
La democracia no es más que el gobierno de las masas, donde
el 51% de la gente puede lanzar a la borda los derechos del otro 49% (T. Jefferson)
La diferencia entre una democracia y una dictadura consiste
en que en la democracia puedes votar antes de obedecer las órdenes (C. Bukowski).
La democracia es una forma de gobierno en la que cada cuatro
años se cambia de tirano
(Lenin).
La democracia no es más que una dictadura elegida por el
pueblo, no nos engañemos
(Bob Marley).
Naturalmente en favor de la
democracia hay más frases, más profundas, que se oponen a lo que pienso, pero uso
las que me gustan y apoyan mi pensamiento. Ese es el privilegio de quien escribe.
Los deseos democráticos de Lincoln
murieron hace mucho tiempo, de pronto nacieron muertos desde su pronunciamiento
y fue una sola frase que sonó muy linda en el momento del discurso y por ese mismo
motivo trascendió a lo largo de la historia. Puede ser y contener la misma intensidad
de aquello de Colombia, realismo mágico!
Palabrería sin realidad y mágica porque emboba, pero que no dice nada, solo un sueño
patriotero para embobar bobos! He dicho! (Ya ven cómo mi patriotismo va acompañado
de mala leche!). Con el pueblo, por el pueblo y para el pueblo, pura mierda, semejante
al eterno discurso del pueblo cuando ya no puede más: el pueblo unido, jamás será vencido… sin darse cuenta que está vencido
desde el momento en que decide unirse.
Alguien que lo escribió tenía
razón[1],
ahora que se perdió el plebiscito, miles de
personas salen en manifestación para apoyar el sí. Ya qué, la mitad más uno
decidió y punto. Bien o mal decidió y punto. Si es que somos demócratas y respetuosos
de la ley debemos respetar esa decisión y buscar otra alternativa, en vez de seguir
agarrados democráticamente entre sí y no. La mayoría no siempre tiene la razón,
como tampoco la minoría, es decir, el dilema es seguir jodidos!
Y ese es otro problema de la
democracia. El irrespeto a la palabra dada, al contrato firmado, a la decisión adoptada.
Hasta hace no más de treinta años, el negocio se respetaba, la sentencia se cumplía,
por regla general. Pero de un momento a otro la gente empezó a irrespetar las decisiones,
por ejemplo, los laudos de los tribunales de arbitramento, antaño tan respetables.
Las sentencias judiciales se volvieron discutibles después de que ya no había recurso
alguno. Si gano… y si pierdo… Al parecer nadie pierde pero nadie gana y de pronto,
recapacito, se debe a la filosofía gringa (y
dale con eso!) que enseñaba que no bastaba con ser, sino que debía serse el
mejor, el nacimiento de la rivalidad por ser el líder, el mejor –no en el mejor
sentido de la palabra- sino el competitivo a ganar porque hay que ganar, no importa
cómo -el fin justifica los medios-. Ya nadie quiso perder, todos querían ganar,
a como diera lugar.
Todos olvidamos que la vida
no es una competición, es simplemente eso, vida, donde no se es ganador o perdedor
porque tiene más o menos, pues todos terminamos en las mismas, en una fría tumba,
condenados al olvido con el paso del tiempo. Entonces?
Un reputado colegio está, según vi en el feis, abriendo inscripciones para
Convertir hoy a tu hijo en un futuro líder.
A qué viene eso? Al origen de la competencia irracional de hoy, de la juventud de
hoy, mal de males que ha llevado a olvidar valores, a olvidar la mínima decencia.
Mi mala leche también va por la educación de los reputados colegios, cuyos alumnos, en búsqueda de excelencia resultan,
sin eufemismo, unos hijueputicas que no respetan nada ni a nadie. Punto y aparte,
cambio de tema y prosigo con la anhelada democracia. (Pero el título es abstencionismo, entonces?)
Será en el siguiente
capítulo, ya me sobrepase!
Foto:JHB(D.R.A.)
[1] De todos
modos, contra la mayoría numérica, producto del escrutinio electoral, no valen multitudes
en las plazas vociferando en sentido contrario a los resultados de una elección.
Por eso mismo, alguien les trinó a sus compañeros, diría que en tono amistoso: “¡era
votando, fulanos!”. Bueno, usó otra palabra del diccionario de la red. (güevones, diría yo sin eufemismo). Lorenzo Madrigal. Desobediencia
legal. http://www.elespectador.com/opinion/desobediencia-legal
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