miércoles, 24 de enero de 2024

DAMOS TODO POR HECHO

                 Hoy, como ayer y tal vez como siempre, lo cotidiano lo damos por hecho. Con tanto avance ya ni nos preguntamos cómo funciona algo, ya no nos extrañamos por las novedades, ya hemos perdido la capacidad de admiración y, por el contrario, estamos pendientes de qué más novedades entrarán en este universo de continuo cambio.

 

                Pero, con todo, sigo extrañándome de lo intangible que hay detrás de todos estos inventos. Me admiro al ver cómo un aparato funciona sin conexión eléctrica (si para el efecto excluimos las pilas). Antes sin saber demasiado veíamos cómo el teléfono conectado a un cable que se conectaba a otro más allá transportaba el sonido y viajaba a través de ellos. Hoy, ni cable hay. Viaja por el espacio, entrecruzándose con otras llamadas, igualmente invisibles, más todas las conexiones con el internet que si se hicieran evidentes solo veríamos líneas, tipo láser, atravesando el espacio de aquí para allá, llevando información (sonidos, imágenes y secretos).

 

                Es cosa para admirarse, si uno pudiera entender un poco el cómo lo hacen. Así como pudiera expresar mi admiración a quien hizo el cuerpo humano, perfección de perfecciones, no hay pieza que no encaje, que no sirva, todos conectados con todos generando una máquina y, si voy al extremo de la admiración, cómo toda esa máquina obedece a otro algo que resulta más intangible que el mismo Dios, es decir el cerebro y, por ende, el pensamiento. Y no solo el ser humano, todas las cosas, especialmente las vivientes, que no deberíamos dar por hecho sino, tal vez, expresando agradecimiento por tanta perfección a la vista.

 

                Cosas cotidianas que damos por sentado y por eso hemos perdido la capacidad de admirarnos.

 

Si no lo sabes, no lo ves.[1]

Tomado de Facebook
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[1] Jack al desnudo. Ian Rankin.

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