viernes, 7 de junio de 2019

EL RECUERDO


Hablé de la memoria y ahora del recuerdo, a pesar de que al parecer tienen cierto parentesco que los confunde o que son lo mismo, no lo sé, pues parto de mi percepción.

Decía que la memoria es el disco duro que guarda información simplemente, sin que entre subjetividad, pareceres, sentimientos o sensaciones. Por su parte, el recuerdo lo entiendo como la transformación de esa información, naturalmente en nueva información que genera un acaecer y rememora situaciones que en conjunto producen una historia. Naturalmente debe ser un proceso muy complejo de la química cerebral, de conexiones neuronales, de destellos imperceptibles a velocidad de crucero interestelar, eso lo sé, pero que por ser neófito e ignorante en el tema lo veo desde la perspectiva de un ser cualquiera, como lo soy yo.

Al traer la memoria a un presente, esa información básica comienza su proceso de transformación para crear una historia en la cual se confunden diversos elementos que modifican la información inicial y aún la trastocan tergiversándola y acomodándola. Y me explico: Existe una información pura y limpia, la que fue guardada originalmente en lo que llamo disco duro o simplemente memoria. Como no hay nada más traidor que el cerebro en plena producción, intervienen en su construcción los elementos adicionales que dan vida a esa narrativa y surge el recuerdo sensorial, de lo visto, de lo sentido, de lo notado y de lo subjetivo que acomoda la situación para que uno se vea o no notoriamente afectado en cualquiera de sus polos, negativo o positivo. Y de esa manera surge el recuerdo, de la apreciación que le suministra el cerebro y que uno hace como suya que, como he anotado, es la que proporciona el cerebro, esa loca de la casa que hace con uno lo que ella quiere.

Y por qué lo digo? Sencillamente porque el recuerdo, al igual que el cerebro no son confiables. Nada más ver la narración de un hecho presentado por varios testigos. Cada uno da su propia versión, de lo que vio, de lo que oyó, de lo que sintió y eso que todos ellos estaban presentes en el mismo momento. El uno dirá que la camisa era roja, el otro corregirá y dirá que era rosada y el tercero contradirá y dirá que era negra clara, si eso es posible, pues hasta ya hay verde soacha. Y si se profundiza cada uno empezará a amañar la historia y si entre ellos se hablan todos construirán una nueva historia que tal vez no se asemeje a la verdadera. Eso mismo ocurre con el recuerdo, cualquiera que sea y, entre más lejano sea, más ingredientes se le añaden o se le quitan a gusto del cerebro, a conveniencia del relator. No han notado que cuando rememoran algo varias veces en diferentes oportunidades el mismo relato tiene sus variaciones así sean sutiles?

Y todo porque el recuerdo renace cada vez que se recupera y es así, porque re-nace, es decir vuelve a traer lo construido y reconstruye y es allí donde la imaginación y el falso recuerdo se confunden, se difunden y hacen que el recuerdo pueda no ser el original, pues la memoria es un narrador poco fiable, oí en los hackers de la memoria.

En el mismo documental supe de la técnica de crear falsos recuerdos, de la que tanto abusan los investigadores y abogados con sus planteamientos torticeros. Pero ese es otro cuento. Pero me dio pie a pensar que olvidar también es importante para el cerebro, además de liberar espacio, aunque también me pregunto si el recuerdo falseado sea un mecanismo de defensa del mismo cerebro? Y hasta me llamó la atención la mención al deja vu, que dizque se trata de un mecanismo de la parte frontal del cerebro –no me pregunten qué es eso, porque no lo sé- que trata de corregir los recuerdos imprecisos.

Con todas estas cuestiones cada día desconfío de mí mismo y de mis percepciones porque todo resulta engañoso a mi edad. Muchas veces el reojo me hace imaginar cosas que realmente no son, como una sombra vista que el cerebro identifica como un gato negro agazapado y solo es una sombra. O del olor surgido en un espacio en donde no tenía cabida o de un recuerdo triste que no tenía razón de ser en ese momento, al estar eufórico.

Por todo eso insisto en que no sirvo de testigo para nada, porque cada día desconfío más de lo que veo, oigo y siento, sin saber si es inicio de locura.

La demencia es como ese momento de duda en que no sabría si debo confiar en los ojos o en la memoria porque ambas cosas parecen capaces de cometer los mismos errores insidiosos.(1)


Tomada de Google. (2)


(1) John Katzenbach. Historia del loco.

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