Respondemos
a preguntas que otros hicieron, a respuestas que otros dieron. Repetimos
simplemente preguntas y respuestas de otros, algunas que nos ayudan a no
descubrirlas por nuestra cuenta, al necesitar la pregunta o la respuesta ajena,
tal vez más docta, tal vez menos vergonzante. O porque desobstaculizan (si la
palabra es dable) nuestro camino, como por ejemplo disquisiciones en torno a la
aparición y sobrevivencia del fuego o de la rueda.
Mientras
otras, muchas más, nos fueron impuestas, las aceptamos como dogma, como verdad
revelada o simplemente a regañadientas, para no ser un problema más, para no
ser considerados un problema. Existe Dios? Por ejemplo.
Naturalmente
hay otras preguntas sin una respuesta, a veces con múltiples posibilidades,
muchas veces contradictorias entre sí, pero sin respuesta final. Otras,
respuestas sin preguntas, por ser obvias, por no ser incómodas. Y también
preguntas, hay preguntas que no nos hemos hecho, por respuestas que no queremos
oír, que nos incomoda oír o que simplemente no deben hacerse.
Otras,
preguntas o respuestas, que deberían hacerse pero que es mejor dejar
inconclusas, pues no hay nada mejor que dejarlas en puntos suspensivos.
Hay relatos de tamaño convencional y otros que ocupan
un solo párrafo; uno está escrito como un esquema y otro como una entrada de
diccionario; hay transcripciones de entrevistas cuyas preguntas jamás leemos,
pero imaginamos; hay notas a pie de página que puntúan (y a veces desmienten)
lo que dice el texto. (1)
Óleo sobre papel, espátula. JHB (D.R.A.)
[1] David Foster Wallas. Entrevistas con seres desagradables.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario