miércoles, 25 de septiembre de 2019

EXPERIMENTOS SOCIALES


              De antemano quedan autorizados para tildarme de lo que quieran, los comentarios no le quitan peso a lo que he de decir.

            Desde Petro con sus intenciones de hacer vivienda en donde cohabiten todos los estratos sociales, en que ni me imagino cómo sería la distribución de pisos y a quién le tocarían los más altos hasta la desafortunada decisión de ser pilo paga. Tales experimentos no conducen a nada, aunque sí, a hacer notar más las desigualdades sociales.

            Un nuevo muchacho de humilde extracción, según cuentan las noticias, de tierra lejana como es Arauca, olvidada de Dios, igualmente, terminó suicidándose gracias a los experimentos gubernamentales. Es de simple lógica que una persona de escasos recursos no puede convivir con hijos de papi, en exceso ricos –habría que saber de dónde-, cuyos zapatos, por decir lo menos, corresponde al sueldo mensual del papá del muchacho de la historia. Nada más pienso en el día a día del pobre muchacho y el buling al que fue sometido por esos hijueputicas(1) que no saben lo que es ganarse el sustento diario, pero que lo tienen todo, de encumbradas universidades, que tienen actualmente más de nombre que de principios. (Nótese mi mala leche).

            Y sí, me dio piedra la noticia, porque ya el experimento ha producido suficientes muertes de muchachos que pensaban que podían compartir con sus no iguales y que tendrían buen recibimiento y trato, pero ni lo uno ni lo otro. Cómo competir un Chanel diario con el diario comprado en San Victorino. Con solo inteligencia no se puede competir, porque lo que tengo claro es que los muchachos muertos, gracias al cacareado experimento, intelectualmente eran muy superiores, porque iban a lo que iban, a estudiar, a tratar de progresar, a tratar de ser alguien, a demostrar su valía, frente a unos tontarrones que a lo único que iban era a demostrar quién vestía mejor, quién tenía mejores juguetes o mejores palancas que le permitieran pasar la universidad, sin pena ni gloria, pero con un título de acreditada universidad.

            Esa oportunidad debió dárseles en la Nacional, por ejemplo, allí podrían haber sobresalido y sobrevivido, mucho mejor. El problema es el arribismo al que todos pretendemos llegar.

            Esos experimentos a costa de la parte débil, no deberían hacerse a tan alto riesgo del propio débil y si desean continuarlo, deberían pensar en que se equilibrara la balanza, un curso con la mitad de hijos de papi contra la mitad de pobres que sí quieren superarse y ya vería yo quién termina suicidándose. Pero para las universidades de prestigio no sería negocio, porque todo se reduce a un negocio, desafortunadamente. Y la universidad? Con velitas en la plaza de la universidad no pagan el costo de esa vida (copia estúpida de las costumbres gringas, si se permite mi opinión).

            Esos experimentos, cualquiera que sea, no tienen futuro mientras la gente no cambie su forma de ser y eso no es nada fácil.

La humildad no es negar lo que uno tiene de bueno— eso es hipocresía, —sino reconocerlo y aceptarlo.(2)

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[1] https://www.las2orillas.co/el-infierno-de-ser-un-becado-en-la-javeriana/ “Sino fuera por esta gentuza, esta mierda no estaría tan llena”, me gritó al oído un joven al que nunca había visto en mi vida, mientras yo almorzaba en la cafetería de la universidad.
[2] Matilde Asensi. El origen perdido.

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