Aunque tangencialmente he ido hablando de los distractores de la vida (a efectos de que no se me tilde de repetitivo, aunque tal vez tengan razón, de alguna manera), en alguna conversación con Mónica hablábamos de los celulares y redes sociales como distractores. Entre la conversación Mónica me dijo que la lectura era otro distractor, que llevaba a un mundo de imaginación y que nos separaba de la realidad. En un principio me sentí atacado, al tener etiquetado que la lectura, la buena lectura era cultura, conocimiento, blablablá.
Luego, cuando mis ánimos fueron
bajando y reflexionando ante esa afirmación que me ofendió profundamente, no
tuve otro camino que aceptar esa realidad (ah! triste realidad, me tuve que confesar
en silencio).
Y eso me llevó a pensar más allá de
los libros. A pensar en el distractor como tal y la forma como se conjuga con
la vida, para hacerla más llevadera, según los tiempos. Y pensé en los antiguos
hombres, los protohistóricos, por hacer una simple relación. No tenían más
herramientas que el ingenio, tenían todo un día para hacer lo único que podían
hacer: dormir y comer y naturalmente, estar alertas para no ser cazados. Tal
vez, solo tal vez, al no ser yo ni arqueólogo ni sociólogo, de allí nació la
necesidad de volverse agricultores y ganaderos, para hacer algo para matar el
tiempo.
Y estos pensamientos me llevaron a
pensar en que efectivamente qué sería de la vida sin distractores, de cualquier
manera y forma. El no hacer absolutamente nada durante el día -sin
distractores, claro está-, sería la vida más aburrida del mundo y creo, casi
podría asegurar, que en algún momento terminaría uno pegándose un tiro, pues
esa liviandad no la aguante ni el más guapo (diría alguna de mis tías).
Entonces vi la necesidad de los
distractores que se requieren para seguir vivos. Distractores que inician en la
niñez, con los juegos, con el colegio, el aprendizaje, para luego entrar en la
vida laboral (desde un escritorio o detrás de un arado) y como complemento para
darle más plenitud a la vida, en lo que es ocupar el tiempo de ocio en la
lectura, en los hobbys, pintando, haciendo deporte, viajando y qué se yo de
otras cosas que se pueden hacer para copar el tiempo libre, como sentarse a
pasar en rato ante el televisor. Y hoy, naturalmente, las redes sociales, los
computadores, los celulares (porque cuántas veces en la fila de espera los juegos
que tengo en el celular me han evitado la desesperación de la espera) y toda la
tecnología que se nos ofrece. Y eso me llevó también a pensar en cómo será el
mundo cuando el hombre no tenga que trabajar por estar todo robotizado, qué
harán todos esos miles de millones de seres humanos para combatir el no hacer
nada, por eso me voy explicando lo que dicen (sin haberlo corroborado, al menos
yo) que Suecia, siendo de los países más felices es el que más alto índice de
suicidios tienen.
Pendejadas que sólo a mí se me pueden ocurrir, pensará más de uno. Pero en fin, este es uno de mis distractores, he de confesar.
La ignorancia puede ser una forma de libertad.[1]
[1] Antes de que hiele. Henning
Mankell.
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