lunes, 23 de mayo de 2016

HUMANIZACION DE LAS COSAS Y DESHUMANIZACION DEL HOMBRE

La vida actual está llena de dicotomías. Unas porque sí y otras, porque no. Desde niños nos han encarrilado a jugar dentro de esas dicotomías y nosotros las hemos trasplantado, de cualquier manera, en nuestros hijos y nietos, de ser el caso.

A una niña se le da una muñeca y esa es su compañera de fortunios y de infortunios, será su confidente, con ella tomará onces y podrá hablarle de su vida. Y lo que es mejor, se supone que la muñeca contesta. Y hasta esa muñeca puede hablar con los padres: “si mijita, dijo que te acuestes!” El ejemplo igualmente aplicable a los niños, para que no me tilden de sexista.

Los espejos también contestan, o no?

Ya en otro blog hablé de animales. Para culminar con el asunto animal, al menos por el momento, encontré unas citas precisas que incluyo al final, que dan contexto al asunto.


Este artículo requiere de una aclaración previa para evitar confusiones y fanatismos, malos entendidos y enojos. He tenido, directamente o por interpuesta persona –mi hijo, familiares, amistades- mascotas y las he adorado, he hablado con ellas, las he acariciado, las he llorado, las he sentido, las he consentido y, para tranquilizar mi yo superior, también me han amado y me han hablado.

Así como hemos humanizado las cosas, resumidas en los primeros párrafos- a los animales –seres sintientes y no cosas, según definición legal, pero muebles porque son semovientes (Deje la ironía, me oigo decir! Pero es que…- los hemos ido humanizando de tal manera que se han vuelto humanos, en virtud a nuestro deseo, mas no al de ellos).

No me opongo, cada cual en su vida e intimidad puede hacer lo que desee.

Y resulta entonces que, hablando de mascotas, para hacerlas más precisas, el espectro se amplía, porque ya uno  no sabe qué es una mascota. Nada más ver Animal Planet y ver programas específicos de mascotas exóticas (cerdos, culebras, cabras, terneros, arañas y ya más aceptable, digo yo, caballos, hámster, canarios).

Y, para quienes hemos sentido los sentimientos que se comparten con una mascota, les hemos encumbrado a unos niveles de humanidad nunca antes vistos.  En la antigüedad –podría afirmar que se debe entender por ésta de 1980 para atrás, como creen los actuales jóvenes- los animales eran animales y luego pasaron a ser mascotas, es decir, a compartir los sentimientos humanos de los humanos, a ser objetos de ellos –porque debe recordarse que a diferencia de los humanos, en ellos –particularmente perros y gatos- hay –o al menos creemos que la hay- afectividad sincera e ilimitada, mientras que nosotros nos creemos con derechos sobre ellos mas no con obligaciones –Ayyy se me olvidó ponerle comida, pero bueno, a la hora que llegue lo haré! Eufemísticamente, que se aguanten a que llegue yo-. Aunque siguiendo el símil, en muchas familias pasa lo mismo respecto de los hijos. (Oigo otro dejo de ironía!)

Pero también es cierto como señalara un filósofo de la antigüedad –literal-, entre más conozco a los hombres, más amo a mi perro. Y eso lo he confirmado más de una vez.

Y de la deshumanización del hombre qué? Habrá alguien que me pregunte, por aquello del título, no lo he olvidado.

Podemos empezar por los políticos y todo lo que la corrupción implica en ellos y desde ellos. Están deshumanizados per se, porque no pasan de ser rastreros, ratas, alimañas –con el perdón de estas especies, que no tienen la culpa de que algunos humanos se hayan apropiado de sus propiedades innatas, haciéndolas suyas-, pero a ellos los podemos deshumanizar con tranquilidad de conciencia. Son desechables que si es cierto que todo se paga, el cielo no es para ellos!

 A los ladrones de profesión reconocida, estafadores y demás ‘alimañas’ dedicadas con conciencia a esas artes –tengan o no cuello blanco-, de igual manera si es cierto que existe cielo, éste no es para ellos, de acuerdo a la promesa –humana- que nos han hecho. No merecen llevar el título de hombres, como tampoco los anteriores. Deberían ser considerados parias. (Que no se confundan con los parias de la Internacional que cantaban comunistas y comunistoides, según me acabo de enterar).

Y sin eufemismos. Vagos, indigentes, gamines, drogadictos por querencia o por profesión, todos ellos han sido deshumanizados, por sus congéneres, entre los cuales me encuentro. No sé si lo son porque el mundo me ha hecho así, porque nadie me ha tratado con amor, porque nadie me ha querido nunca oír”, porque la vida no les dio oportunidad, porque kármicamente les correspondió, porque lo son y punto, pero por cualquier razón han sido deshumanizados –aún por mí-.

Y para la gente ‘decente’, entre los cuales me rotulo, además de haber sido deshumanizados, ellos (-Ese ellos me sonó despectivo? Oí decirme, pero en mi defensa señalo que es para evitar la exagerada repetición, me miento yo) son invisibles y, generalmente, padecen enfermedades de contagio automático, porque nada más van pasando, todo el mundo se aparta, cruza la calle, se aleja, les evita –aprendí a no quitarme de donde voy, salvo olor imposible de compartir y en lo posible, verlos a los ojos, al menos que sepan que los vi y que estoy en guardia por si tratan de atentar contra mí. Me ha ido bien, porque pareciera que al menos respetan eso, espero que el sortilegio no me falle nunca-. En alguna oportunidad ellos se quejaban, no sé si lo vi en un documental o en un artículo de prensa, que lo que más les molestaba era que la gente los hiciera invisibles, como si no existieran, que les dolía que no fueran ni siquiera vistos como seres humanos de baja extracción. Pero la sociedad nos ha conducido hasta allí y así los vemos, al menos yo he de confesarlo. Semejante situación sufren a quienes consideramos “los pobres”, los vemos menos que nosotros, inferiores en muchas condiciones, los deshumanizamos en su gran mayoría, pero somos tan contradictorios que, igualmente en la generalidad de casos, dejamos que eduquen a nuestros hijos, que les den el cariño y cobijo rentado que no podemos dar y que llamamos ‘muchachas’. Igualmente están las del ‘tinto’, aquellas que además de darnos ese tinto diario, se encargan de limpiar nuestras cagadas en los baños, porque ni siquiera allí sabemos comportarnos –al menos yo sí, pero el plural en primera persona, siempre resulta sonoramente papal y eso le da dignidad (¿) a lo hablado y al hablador-.

He de confesar que sí, prefiero a un perro que a la raza humana, porque, como con Fernando Vallejo, ésta me ha desilusionado grandemente –entiéndase como raza, quienes me conocen, habrán de entenderme, en el mejor sentido y digo esto para que no se sientan todos ofendidos-.


Y sigo sin explicarme, porque a una mujer se le conmueve cantándole al oído “cosas como tuuuu, son para adorarlas…”

16 de mayo de 2016

Luego de escrito este blog, me encontré en las columnas de El Tiempo (edición del 21 de mayo de 2016, de Adolfo Zableh Durán, un artículo titulado: Los dueños de mascotas. Los animales). Lo transcribo en las partes que me llaman la atención y me gustaría que se leyera con objetividad, lejos de cualquier sentimiento o subjetividad y sin sacar ninguna conclusión, para no influenciarse de malas energías, para unos, o de aplausos, para otros.

“Los dueños de mascotas no son mejores que los demás. Que le den su amor a un animal más que a una persona no es una virtud, es apenas una elección de vida. (…) Vestir sus mascotas, cargarlas en carteras que valen más que la mensualidad de un colegio, tratarlas como personas, llenarlas de comodidades, exigir que los dejen viajar con ellos en las cabinas del avión, decirles ‘mi hijo’ y hasta celebrarles el cumpleaños no los hace animalistas, los hace idiotas. (…) Y no digo que no haya quien ame a sus animales de manera responsable y les haga la vida más placentera, pero muchos se hacen con un animal para llevar sus propios vacíos emocionales. (…) Y no tienen punto medio esas personas que pasan del odio al amor en dos segundos. Son bondadosas, caritativas y hablan con la dulzura del Dalai Lama hasta que alguien las contradice. Ahí pasan a un discurso agresivo, carente de la bondad y la compasión de las que hacen alarde. Uno podría acusarlas de lo mismo que acusan a los demás, de insensibilidad. (…) Su discurso es tan agresivo y precario como aquello que critican. (…) Los animales no son personas, solo merecen respeto como cualquier ser vivo, y eso no tiene nada que ver con leyes divinas o humanas, es más una ley de la vida. Usted no tiene que malcriar a los animales, con  que no les joda la vida ya está haciendo un gran trabajo.”

Y ya para publicar este blog, me encontré lo siguiente, que debe ser leído tal como aconsejé en el párrafo anterior:

El amor por los animales hace que las personas los traten como seres humanos y por eso se pueden ver restaurantes de lujo para perros, escuelas, fiestas de cumpleaños, clubes, peluquerías, almacenes de ropa y otros establecimientos dedicados a someter a los animales a actividades propias de las personas. Cesar Millán explicó que si bien los dueños de los perros hacen esto porque quieren mucho a sus mascotas, eso no significa que sea un buen trato. Por el contrario, humanizar a los animales hace que pierdan su identidad, que se sientan frustrados, ansiosos e inseguros. No se están teniendo en cuenta las necesidades del animal. El ser humano se ha enfocado en ser profesional y no en tener familia. Por eso quieren llenar ese vacío con los animales. Pero los animales se sienten incompletos porque no son seres humanos y tienen otras necesidades físicas y psicológicas”, aseguró Millán en una entrevista con la revista mexicana Contenido. Millán también dijo que hace 50 años los problemas psicológicos de los perros no eran tan frecuentes porque eran tratados como animales y estaban en espacios grandes. Ahora viven dentro de una casa, aburridos y sin actividad física. Un perro de la calle se comporta mejor que uno que vive dentro de la casa. – Agregó Millán - Tiene ese reto de sobrevivir, de buscar alimento y desarrolla todas sus capacidades. El perro que vive en la casa no tiene trabajo, no camina más de 15 minutos, no tiene propósito”. (Revista Semana. 2016/05/22 21:27 http://www.semana.com/vida-moderna/articulo/cesar-millan-dice-que-humanizar-a-los-perros-tambien-es-maltrato-animal/474746)


IN MEMORIAN. COQUI, OTRO QUE DECIDIÓ SEGUIR SU PROPIO CAMINO, AL HABER CULMINADO EL DE ESTA.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario