Corrección previa o errata, si lo prefieren: allende
los mares me hacen caer en la cuenta de que no son “Rojas Moreno” sino “Moreno Rojas”,
las joyitas citadas en el capítulo anterior; presento disculpas, por mi error,
no por el de ellos, que no tienen perdón de Dios.
Para empezar y evitar luego confusiones, considero preciso arrancar con la
definición de ‘eufemismo’ que trae la Real Academia: “Del lat. euphemismus, y este del gr. εὐφημισμός euphēmismós. 1. m. Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante.” (http://dle.rae.es/?id=H5kEJUG) y me encuentro
con esta otra, que copio textualmente, pero que ilustra mejor la idea que
quiero trabajar: “eufemismo. 1. nombre masculino. Palabra o expresión
más suave o decorosa con que se sustituye otra considerada tabú, de mal gusto, grosera
o demasiado franca. "‘trasero’ es un eufemismo de ‘culo’". https://www.google.com.co/?gfe_rd=cr&ei=4sArV8CRD4-w8wfixpj4Bw&gws_rd=ssl#q=eufemismo
Hoy, supongo que
gracias a la evolución, las palabras han venido tomando un nuevo cariz, con nuevas
acepciones, nuevas entonaciones todo lo cual ha dado lugar a que lo que ayer
era normal y corriente en nuestro idioma hoy no lo sea y, por ello, es posible
que nos puedan tildar, a los de tercera o cuarta edad –ya ni eso sé con
precisión, no sé en dónde me encuentro dentro de esa categorización, pero sé que
ya estoy viejo y previendo el ocaso a mis espaldas, para decirlo
eufemísticamente, pues uno que otro se sentirá ofendido si digo que próximo a
morirme-; como decía, nos pueden tildar como poco sabidos, por utilizar
palabras obsoletas o incultos en una palabra, pues no usamos el idioma
incluyente de ahora o precisamente por eso mismo, somos excluyentes y pronto
excluidos.
Con eso del idioma o
las conductas incluyentes, actualmente tan de moda, sinceramente me he perdido
y así me siento. Que ya no se pueden usar palabras como minusválido, inválido,
ciego, negro, amarillo y otro montón, que se usaban en forma casual, usual, aún
cariñosa, sin pretender ofensa alguna. Hoy, su uso quedó bajo sospecha, con el
peligro de denuncia y aún de sufrir consecuencias indeseadas y todo por los
derechos y libertades que excesivamente se fueron apoderando de quienes se
consideraban excluidos. Si hoy existiera la inquisición… Aún me pregunto
excluidos de qué? Pero por el momento dejo esta pregunta en el aire, tal vez
algún día me convierta en un ser más contestatario y pueda tratarlo.
Y eso me trae
inmediatamente a la memoria el tema de las mujeres. Excluidas, según explican
los sabidos, en razón a la evolución del patriarcado y demás cuentos antropológicos,
por lo que no me meteré en mucha hondura. La solución, determinada por ley, que
determinó que las mujeres deben ocupar no sé qué porcentaje de cargos de
responsabilidad. Me perdonan, pero esa ley me ofende y a las mujeres debería
ofenderles con mayor razón, pero parece que no.
No importa el grado
de inteligencia, ‘tiene’ que cumplirse ese porcentaje. Las consecuencias, una
mano de ineptas nombradas solo para cumplir con la ley. Advierto de antemano,
aunque ya metí hasta el codo, que buena parte de mi vida laboral se desempeñó
bajo el mando femenino y he de confesar que afortunadamente, casi todas ellas de
nivel intelectual de aquellos en que uno dice: Me quito el sombrero, ante
ellas. Y así es.
Que la terna debe
tener al menos una mujer! Y si no se presenta? Esas son las imbecilidades de la
vida, como las llamo yo.
Por su parte, Andrés
Cepeda deberá cambiar su canción Embrujo, porque no tiene un lenguaje
incluyente y canta: ‘No sé mi negrita linda…’ Y esto me lleva a otra reflexión
que siempre me ha rondado. Las mujeres terminan siendo cosas. Y antes de que
continúen con la posibilidad de ser insultado, quiero explicarlo. “Cosas como
tuuuu, son para adorarlas…” y si tiene serenata incluida, paso a ser ‘tan
lindooo élll’ –en este momento se esfumaron de mi cabeza todas las canciones
que dicen que son cosas, como tu!-. Contradicciones del ser humano. Ya temo
decirle a Mónica: mi negrita linda, por temor a que no esté de humor y me
demande por no ser incluyente sino excluyente. A esos límites llegaremos,
porque eso sí, en caso de extremismos, expertos somos y si no hay inquisición,
nos la inventamos, la cuestión es que se quemarían brujas y no brujos y eso no
resulta incluyente.
Y lo peor de todo,
es que los que se consideran incluyentes, son los mayores excluyentes –ya esa
palabreja me suena sin sentido, que no sé si estoy diciendo lo que quiero decir
o por culpa del eufemismo, oculto lo que realmente dije-. Sin grandes
perendengues, ni pretensiones y tal como era en mi tiempo, puedo decir que todo
esto ha llevado al fanatismo y resulta que los mayores fanáticos son los mismos
incluyentes, nada más ver que los más racistas son los ‘afrodescendientes’ (a
propósito si uno de ellos le dice a uno ‘blanquito’, ‘amarillo’, etc., qué
pasaría?), ni de qué hablar de los GLTD o como se llamen, porque sinceramente
nunca pude entender las iniciales ni toda la gama que incluyen a las personas
de ‘orientación sexual diferente a la heterosexual’ y he de confesar que no me
considero, aunque hoy, con este idioma, no sé si lo soy, ni sexista ni racista
ni nada que me enfrente a ellos, es más, he tenido y tengo amistades que por
color o decisión sexual compartieron su vida conmigo, pero por el respeto que
nos tenemos nunca hemos tenido ningún problema, ni ellos han sido más ni yo
menos que ellos (sí dije lo que quería decir o también me confundí ante la
imposibilidad de hablar como estaba acostumbrado?).
Y para colmo también
encuentro un eufemismo disfrazado, digo yo, y es la popularización de la
palabra humilde y me provoca coger a pata a quien inicia sus discursos con el
‘humildemente’, sabiendo que de humildad no tienen nada y que si provienen de
familias humildes, por el contrario pretenden ocultar esa situación que les
causa sonrojo. Encuentro que la soberbia es contraria a la humildad y
precisamente son aquellos dirigentes –que han logrado contagiar a sus
subalternos con esta maña- y que comienzan con cara compugida, a baja voz y
brazos caídos con su ‘humildemente…’ Ja! “Una persona humilde no es pretenciosa, interesada, ni egoísta como lo es una persona soberbia, quien se siente auto-suficiente y
generalmente hace las cosas por conveniencia.” https://es.wikipedia.org/wiki/Humildad. Humilde Jesucristo y terminó crucificado; humilde Marco Fidel Suárez y
tampoco terminó bien. Humilde la señora de los tintos y nadie mira por ella.
A veces pienso que todo puede obedecer a
un arribismo tan inocuo, tan estúpido, producto de estigmatizaciones… Lo que me
hace hacer un paréntesis, de reflexión. Muchas de las estigmatizaciones han
sido heredadas, provienen de nuestros padres y el de éstos de sus propios
antecesores y así la cadena por unos buenos siglos. Siendo así, ya podemos
buscar culpables, si de eso se trata. Y en efecto, en mi niñez, sin eufemismo,
recuerdo que la ventera de la plaza de mercado era la marchanta o placera y que
recuerde no se ofendían; la muchacha del servicio era ella, y hasta donde
recuerdo tampoco se ofendía –salvo que saltaran las frases agresivas de
manteca, coima, india y no recuerdo más-, todas esas palabras oídas desde niño,
aprehendidas y multiplicadas con el correr de los años. El señor conductor era
el chofer de bus, el camionero y esa era su profesión y no se ofendían.
Concluyo que porque así era y punto. (Nuevamente advierto, en mis tiempos, en
que el eufemismo era poco usado, a las palabras por su nombre, así como al pan,
pan y al vino, vino.)
Cosa totalmente diferente es cuando se
usan las palabras en despectivo, despreciativo y en son de pelea. Uno con la
piedra volada, recita el abecé de vulgaridades sin contemplación, al derecho y al revés!
Como sea, tratándose
de eufemismos, yo respeto a todo el mundo, mientras el mundo no se meta
conmigo, porque de lo contrario, me dejo de eufemismos y llamo a las cosas por
su respectivo nombre y ahí sí el trasero me importa un...
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