viernes, 27 de mayo de 2016

CÓMO HACEN PARA DORMIR SIN TENER LA CONCIENCIA LIMPIA?

Ha sido una pregunta que siempre me he hecho. Cómo toda esa gente corrupta, desde policías rasos a altos ejecutivos –públicos, privados y mixtos por incluir a ONG y fundaciones disfrazadas de honorabilidad- pueden llegar a dormir con tranquilidad, a sabiendas de que la plata que tienen no ha sido honrada?

Entiendo a narcos y hampones que han decidido por esa vida, saben y reconocen lo que son y supongo que duermen con un ojo, porque saben en qué se metieron. Hasta uno puede llegar a pensar que al menos ellos tienen conciencia de lo que son, en la realidad y ese punto hay que reconocérselos a su favor.

Pero y los otros? Los he visto, conozco muchos, he sabido de otras tantas historias contadas por los directos responsables o implicados, sé que el mundo de la política se mueve en medio de corrupción, lo he vivido –aunque doy gracias a Dios porque nunca fui ni siquiera salpicado-.

A manera anecdótica, un jefe que tuve, en alguna oportunidad tratando de tantearme me presentó una situación hipotética, en que decía cómo la esposa a veces insinuaba ciertas cosas y que presionaba para buscar otras fuentes –hábil el hombre para decirlo e insinuarlo-, pero afortunadamente me acordé en ese momento una frase de mi papá: No hay mejor forma de dormir que con la conciencia tranquila. Nadie puede golpear a deshoras. El hombre de la anécdota, como siempre uno piensa, tuvo sus tropiezos y no le ha terminado de ir bien.

Uno de los pensamientos o de las esperanzas o de los consuelos de los honrados es que algún día esos ‘también caerán’, que algún día se les acaba la suerte y caen –el deseo de venganza de quienes no lo hacemos?-. Pero desafortunadamente he visto que la gran mayoría no cae. Es un consuelo que caigan tipos como los Nule, como los Moreno Rojas y otras joyas que mientras estuvieron en el curubito se creían amos y dueños del mundo. Hoy, doy personalmente gracias a Dios, por haberles hecho probar la cárcel, aunque no en toda su intensidad, daría un nuevo agradecimiento si así fuera (soy consciente de que peco por el deseo de la revancha justiciera celestial –ya que la mundana igualmente está contaminada-), lo que va contra las obras de caridad, pero ‘heme aquí’-. Y precisamente salieron estos artículos que por sus solos títulos ilustran el grado de corrupción a que hemos llegado, naturalmente a favor de los corruptos: “El 'quite' que los Nule le hicieron a la cárcel” (http://www.semana.com/nacion/articulo/guido-y-miguel-nule-consiguen-beneficio-de-casa-por-carcel/474975) y sobre la bondad que sólo se adquiere en la cárcel: “La espiritualidad de Juan Carlos Ortiz” (http://www.semana.com/confidenciales-semanacom/articulo/la-espiritualidad-de-juan-carlos-ortiz/474768#). Amén.

Es una verdad a voces silientes –si se me permite la palabra por silenciosas- que en política todo está nublado de corrupción. Un porcentaje del contrato por la palanca –en el caso de contratistas que deberían ser empleados-; un porcentaje por el contrato de obra –otro por la ampliación, otro por la adición, otro por el desequilibrio económico del contrato, etc.-; una selección de una empresa fachada de propiedad de un familiar –eufemismo dicho- naturalmente a dedo, como se dice; un puesto a cambio de un accionar poco cristiano; y así la lista puede ser larga, nada más ver el estatuto anticorrupción, el código disciplinario y todos esos saludos a la bandera para saber que a más ley, más corrupción y que fue diseñado precisamente para “los de ruana”.

Que he mirado para otro lado? Pues claro, ni pendejo que fuera. En este país no es posible encontrar tampoco funcionario recto y honesto que investigue, lo que suele acontecer es que el denunciante termina condenado y para colmo, de antemano. Hace mucho tiempo perdí la fe en la Procuraduría, en la Fiscalía y en cualquier autoridad de investigación, porque conocí de primera mano, de cuento, de comentario de involucrados, cómo esos corruptos que uno conoce o llega a conocer están también dentro de esas entidades y todo se arregla, por recomendación o por plata. Para ellos vale todo. En alguna oportunidad, por no decir varias, oí recomendaciones en el sentido de que si quería que le fuera bien en la investigación lo más sano era contratar como abogado a fulanito –que casualmente había trabajado en esa entidad investigadora o era pariente del investigador-.

Veo a la gente que uno conoce como simple empleada o con unos ingresos medios, pero ya hoy en día con total desfachatez, manejando carros de los que llaman de alta gama, les veo viviendo en mansiones de mil millones, sus hijos en colegios o universidades que no cualquiera puede pagar y me pregunto yo, cómo hacen para tener ese ritmo de vida, con el sueldo que al parecer ganan? Endeudándose? Ni pendejos que fueran.

En alguna oportunidad igualmente conocí a un mayor del ejército y en medio de tragos y con gran aspaviento narraba –no comentaba, narraba sacando pecho- cómo si se llegaba a mayor y no se hacía plata, estaba muerto. Y tenía estilo, según comentaba jocosamente, para pedir sin ‘dar papaya’ haciendo insinuaciones tales como ‘esa nevera se vería bonita en mi casa’, ‘no cree que ese piso se vería lo más de bien en la entrada de mi casa’ y así por el estilo. Esto con los proveedores. Con los contratos más grandes, cada rango que intervenía tenía su porcentaje ya definido. Porque hay que pasar por coronel y por general, naturalmente sin olvidar los mandos medios, porque igualmente el sargento come. Lo dejé de ver hace muchísimos años y no sé si ascendió o no y si sigue rico y haciendo de las suyas, o ya la vida le pasó la cuenta, porque sinceramente hasta olvidé su nombre.

Y veamos por donde se quiera. Ya saltaron los carteles privados del papel, del azúcar y demás. Y todo por la plata. El invento de las ONGs y fundaciones, todo sin ánimo de lucro! Y todo por la plata.

He visto llorar a contratistas-empleados que a veces no tenían cómo pagarle la comisión que le cobra el honorable senador, representante, diputado o concejal para mantenerlos en el puesto. Y no es invento mío. Recuerdo a una conocida que en un momento dado me pidió consejo sobre si debía continuar pagando la comisión a un concejal anónimo de Bogotá –porque nunca había oído ese nombre- y ella se contestó, haciendo alarde de confianza y valentía, que al carajo con aquél. Supe con el tiempo que afortunadamente le sonó la flauta y la dejaron tranquila. Y naturalmente miré hacia otro lado. Pero la piedra que me dio cuando me lo contó, sólo me llevó a pensar que Dios no podía ser tan indiferente permitiendo tanto hampón disfrazado.

No estoy descubriendo el agua. Tampoco pretendo darme golpes de pecho. Fue el tiempo el que me llevó a descubrir que más allá de mis narices estaba un mundo real, pero no deseable. Por eso confieso que he mirado hacia otro lado, en más de una ocasión, porque simplemente así lo preferí antes de meterme en problemas, nunca he sido aficionado a meterme en ellos, porque no me gusta morir crucificado.

Hoy lo escribo, porque gracias a Dios, viví de mi salario y tengo lo que con él obtuve, no le he quitado nada a nadie y puedo seguir durmiendo con mi conciencia tranquila.

Sin pretender ser juzgador, entre los posibles lectores de este blog, puede haber alguno que encaje dentro de los diferentes episodios narrados. Cómo me gustaría que me contara, cómo hacer para dormir tranquilo? Sin el temor de que alguien le cobre por las malas lo que ha hecho de forma poco honorable? Cómo le puede decir a un hijo que es honrado, a sabiendas que no lo es? Si la justicia existiera, si confiara en ella, diría que algún día le llegará el momento. Si en Dios confiara en estos temas, sabría que a cada cual le llegaría su momento.

E involucrando a Dios en esta disquisición, en la cual Él no tiene velas en este entierro, me pregunto, si existiera el cielo, naturalmente, con qué cara puede llegar uno a ese cielo a pedir asilo, sin tener la conciencia limpia? Qué puede decir uno, si se supone que Allá todo se sabe…

Sigo preguntándome, pero de pronto duermen tranquilos, porque, como anota Savater: 

 “Nadie quiere ser resumido simplemente en el catálogo de las malas acciones; a quien nos reprocha un atropello le respondemos ‘no pude evitarlo, quisiera haberte visto en mi lugar, yo no soy así, etcétera’, intentando a la vez trasladar la culpa a la sociedad en que vivimos o al sistema capitalista pero conservando abierta la posibilidad de ser limpios, desinteresados, valiente, mejores. (…) En nuestra época abundan las teorías que pretenden disculparnos del peso responsable de la libertad en cuanto se nos hace fastidioso: el mérito positivo de mis acciones es mío, pero mi culpabilidad puedo repartirla con mis padres, con la genética, con la educación recibida, con la situación histórica, con el sistema económico, con cualquiera de las circunstancias que no está en mi mano controlar. Todos somos culpables de todo, luego nadie es culpable principal de nada.”


Foto: JHB (D.R.A.)



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