miércoles, 6 de noviembre de 2019

LA DUALIDAD DE LAS PALABRAS


            Supongo que el tiempo se encarga de crear, modificar y matar el sentido de las palabras y aún matar palabras que terminan considerándose arcaísmos.

            Oyendo mencionar al honorable senador o al ilustrísimo político o al excelentísimo presidente veo que las palabras honorable, ilustrísimo y excelentísimo se trastocaron en insulto –al menos en el ámbito político y público-, cuando antaño era un honor contar con alguno de esos calificativos.

            Otras palabras carecen de significación, como una que oí de alguna escritora que mencionaba que era un movimiento transversal. No entendí un carajo de qué estaba hablando, aún escuchándola dentro del contexto de la conversación. Palabras usadas para descrestar bobos, como se decía en una época. Será que el problema es que se habla con tecnicismos creyendo que todo el mundo le entiende y presume a la vez que todo el mundo conoce ese tipo de frases? Pues yo, confieso mi ignorancia.

            Y oyendo a una escritora española –cuyo nombre no recuerdo ni quiero recordar- decía -palabras más, palabras menos- que las mujeres debían de dejar de dar las gracias, porque así demostraban el servilismo de épocas pasadas, reconocían que eran unas sometidas y blablablá. Me preguntaba desde cuando la amabilidad se había trastocado. No hay cosa más bonita que dar las gracias y ser amable, cosa muy propia de los colombianos, de dar las gracias por todo y eso no nos hace serviles, más bien educados. En el exterior oí varios comentarios que nos hacían por dar las gracias al traernos un plato, al pagar la cuenta, al despedirnos, cuando en sus propias culturas no lo hacían. Pero bueno, esas son dos visiones de una misma palabra.

            Somos gentes de paz y estamos reclamando nuestros derechos. Lo que dicen quienes asisten a una manifestación, que generalmente termina en desmanes, en vandalismo, así sea promovida por otros. Palabras trastocadas. Y ya que toco el tema, en estos días veo cómo la violencia se enfoca en el reclamo de derechos –no es tema nuevo, lo sé-. En Ecuador porque quitan unos subsidios a la gasolina; el Chile porque suben la tarifa del metro; en España porque no los dejan independizarse, aunque la mayoría no la quiere. Empiezan las marchas y terminan en un vandalismo que uno se arrepiente de formar parte de la raza humana. Destruyen todo lo que encuentren en el camino, sin excepción. Pienso en los dueños de negocios que no tienen nada que ver con el tema pero que terminan con sus almacenes destruidos, como si fueran culpables de la desgracia ajena. Pienso en las calles dañadas, semáforos tumbados, instalaciones arrasadas y veo que ellos no piensan que todos esos daños terminamos pagándolos, por medio de una subida de impuestos, pues nada es gratis. He de confesar que en esos momentos estoy de acuerdo con que la autoridad arrase como pueda, pues alguien debe imponer el orden ante el caos que esas situaciones generan.

            Y  pensando en la dualidad de las palabras me he podido desahogar, aunque sea un poquito.

Ese gran monstruo de Iósiv Stalin una vez lo expresó con propiedad: no puedes hacer una tortilla sin romper unos huevos.(1)


Tomado de Google. EHLip8LW4AIgGvo.jpg


(1) Robert Ludlum. El engaño.

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