La relatividad de las diferencias horarias me puso a pensar. Y todo nació por una felicitación que por guasap se hiciera a alguien que estaba al otro lado del mundo y que para ella ya era el día de su cumpleaños, mientras el felicitante estaba en el día anterior.
Me dejó pensando. Todo producto de las telecomunicaciones tan
modernas que tenemos.
El que estaba allende los mares ya estaba en su fecha de
cumpleaños, mientras que el que estaba aquende los mares estaba un día antes,
es decir, la felicitaba con anticipación, con un día de anticipación.
Y pensé yo, con esa manía de hacerme preguntas retóricas , en las
que terminan llamándome tarado o pendejo, o tal vez digan otra vez ese con sus
maricadas, pero bueno, me preguntaba, si yo era el ayer de esa persona que está
en mi mañana. Y pensaba que yo estaba en mi presente, mientras que para esa
otra yo estaba en su pasado, aunque fuera con un día de diferencia. Y concluía
que los que estaban al otro lado me habían ganado un día, por lo que entonces…
Y seguí preguntándome si mi hoy era diferente al de ellos, pues
estaban un día adelantados. Y respecto de los que estaban un día atrasados a
mí, ellos serían mi pasado mientras yo era producto de su futuro. Es decir, yo
era un mero ayer, para unos; para otros, un mero mañana, mientras que para mí
era mi hoy. Y si cada uno pensara eso mismo a su modo, terminaríamos siendo
pasado, presente y futuro y todo por un día de diferencia. Y pensando en el
otro extremo, en China, por ejemplo, sería mi antier o mi pasado mañana?
Bueno, ese enredo de pensamiento fue silenciado por alguien que se
limitó a responderme: Tu presente es mi presente virtual y… real! Irreal, fue
lo que concluí. Y todo por hacerme una nueva pregunta retórica.
Qué antiguo puede llegar a ser el futuro.[1]
No hay comentarios.:
Publicar un comentario