viernes, 3 de diciembre de 2021

SIN TAPUJOS

             La sociedad colombiana y el mundo entero, haciendo eco, se sintieron ofendidísimos por una representación que hizo la policía en Tuluá. Calificada como un evento pedagógico, representaba la segunda guerra mundial. Aliados y nazis, quienes más, me preguntaba. Y cómo representarla? Pues con los uniformes de la época. Pero todo el mundo se escandalizó (menos yo). Es como representar a Caperucita Roja sin el lobo, me pregunto en qué quedaría la representación?

 

            Esa es parte de la estupidez de estos tiempos, hay que ocultar lo que no gusta, para que no se ofendan unos cuantos, que de todos modos se ofenden, porque llevan esa carga desde tiempos inmemoriales. O es que cuando enseñan la historia ocultan todo lo que sabe a esvástica y nazis? A propósito, no es hora ya de olvidar y centrarnos en estos tiempos modernos? Lo curioso es que Hitler quedó estigmatizado hasta el fin de los tiempos. Y se olvidan que Stalin y demás camaradas no fueron más malos que aquél innombrable pero con el tiempo han sido santificados? O que Mao también es responsable de muchas matanzas? O que las dictaduras latinoamericanas de moda no tuvieron también su parte? Y los fascistas se pondrán bravos por no haber mencionado al Duce. Y si la historia es para repetir, entonces cómo olvidamos a Nerón y a Calígula y al imperio romano? A los prusianos o a la invasión española o inglesa por estas Américas? Hay mucha tela para cortar, pero el colectivo social tiene un recuerdo selectivo, según convenga. Muchos güevones, me digo y todos ellos, al tiempo me gritarán, fascista, nazi, comunista, ultra godo, pero qué le vamos a hacer, hoy todo eso me tiene sin cuidado. Nada cambiará, aunque todo cambie.

 

            Y por casualidades, Saramago vino en mi ayuda. Los judíos tratan a los palestinos como los nazis a ellos[1]. Lo ancho para mí, lo angosto para los demás. Y como hay tantos ofendidos (sin saberse por qué, si lo pasado pasó y ya no puede hacerse nada), respondo con Saramago al tratar el tema: Al serme preguntado, en una entrevista de la televisión israelí, si sería capaz de pedir perdón a las personas que se sintieron heridas por la palabra Auschwitz, respondí que sí, pero solo por haberlas herido, no por haber pronunciado la palabra. Si la palabra maldita les ofende, que la sustituyan por éstas: «Israel comete todos los días contra los palestinos crímenes que entran en la definición de crímenes contra la humanidad».

            Y para no entrar en más vericuetos, hoy nos escandalizamos por un montón de cosas que sucedieron antes que naciéramos, pero que aprovechamos según conveniencia y ocasión. Y a la larga, ese pasado ya ni nos interesa, ya no hace parte de nosotros y no me vengan que el que desconoce la historia está condenado a repetirla, porque que es una frase que demuestra su propio vacío, pues de haber sido así, Europa no habría estado en constante guerra durante más de dos mil años, por decir algo. No es hora, como insiste Mónica en decir, de dejar que el pasado se evapore, que nos centremos en el ser actual y así dejamos un poco de odiarnos por culpa de un pasado, que ya no es nuestro, porque ya no lo es. Ya no estamos para matarnos por ser godos o liberales, católicos o protestantes. Es hora de cambiar el chip, aunque, como dije, siempre habrá alguien que se ofenda por algo, aún cuando no tenga velas en el entierro.

            Tal vez por eso es que estamos jodidos, nos encanta odiarnos, con razón o sin ella, ya es parte del folclor nacional.

Tanto es así que cuando el féretro salió de la iglesia, todo el mundo se puso a aplaudir. ¿Podría usted explicarme por qué aplauden a los muertos?
—Quizá porque han hecho bien en morirse.[2] 

Tomado de Facebook
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[1] Un buen artículo para leer en https://revistadiners.com.co/cultura/archivo/46123_los-judios-tratan-a-los-palestinos-como-los-nazis-a-ellos/. Quise decir exactamente lo que dije: cercadas por el Ejército israelí, rodeadas por más de 200 asentamientos de colonos, las ciudades y las aldeas palestinas, incomunicadas por carretera, están transformadas en auténticos guetos, donde no se puede entrar y de donde no se puede salir sin la autorización de las fuerzas militares israelíes. El comportamiento de esas fuerzas y, sobre todo, el espíritu que las impulsa se parece perturbadoramente a la acción y al espíritu nazi. Simplemente, la palabra Auschwitz, en Israel, es una palabra «prohibida». Se les puede decir todo (incluso llamarles fascistas) siempre que no se pronuncie esa expresión.

[2] Ardores de agosto. Andrea Camilleri.

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