viernes, 5 de agosto de 2016

PREJUICIOS, PERJUICIOS.

¿Cómo explicar tanta mala sangre? ¿Tanta envidia? ¿Tanta mezquindad? 
¿Es hambre de poder? ¿Acumulación de frustraciones? ¿Odio? 
¿Ruindad? ¿Canibalismo social? ¿Aprendemos a ser así de niños, 
se adquiere por lazo de consanguinidad, como la leche materna, 
o es simplemente un mecanismo de supervivencia en un entorno enfermo y despiadado? 
¿En qué momento y cómo le ponemos fin a tanta vileza? 
¿Es la cizaña una consecuencia de este ambiente enrarecido de gente que sonríe 
y halaga de frente, pero escupe, insulta y denigra de espaldas? 
“Me diste la puñalada trapera, enano tránsfuga”, 
le dijo un caleño a otro en una pelea de la adolescencia. 
Por alguna razón no lo olvido.

Melba Escobar. 
http://www.elespectador.com/opinion/punalada-trapera


Iniciaba el blog de hoy, buscando título para encabezar, a raíz de un video que quería compartir. Algo en mi cabeza me llevó en búsqueda de definiciones, para no quedar… (para no embarrarla, dígalo sin eufemismo!, oí decir).

Y vea cuánto se aprende cuando uno se deja llevar por la curiosidad. Inicié con el prejuicio y encontré:
 
“Prejuicio. Opinión preconcebida, generalmente negativa, hacia algo o alguien. "los prejuicios pueden llevar a una sociedad al racismo y la intolerancia."

Y me llevó a ahondar un poco la Real Academia:

prejuicio. Del lat. praeiudicium 'juicio previo', 'decisión prematura'. 1. m. Acción y efecto de prejuzgar. 2. m. Opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal.”

Y lo uno me lleva a lo otro, como siempre que me da por la investigación, así sea tipo elrincondelvago.

Wikipedia me ilustró un poco más en el camino al que quería llegar, por lo que transcribo lo que me llamó la atención:

“Un prejuicio (del lat. praeiudicium, ‘juzgado de antemano’) es el proceso de formación de un concepto o juicio sobre alguna cosa de forma anticipada. En términos psicológicos, es una actividad mental inconsciente que distorsiona la percepción. (…) Gordon Allport (…) definió al prejuicio como: «una actitud suspicaz u hostil hacia una persona que pertenece a un grupo, por el simple hecho de pertenecer a dicho grupo, y a la que, a partir de esta pertenencia, se le presumen las mismas cualidades negativas que se adscriben a todo el grupo» (…) En esta definición, se refiere principalmente a la etiquetación que hacemos de manera negativa, sobre la base de una forma de pensar que adoptamos desde pequeños. Esta forma de pensar surge como resultado de la necesidad que tiene el ser humano de tomar decisiones firmes y concretas de manera rápida, tomando información generalizada de la que se tiene hasta el momento para emitir juicios, y sin verificar su veracidad. El prejuicio hace referencia a lo infundado del juicio y al tono afectivo. Allport señala que la frase “pensar mal de otras personas” debe entenderse como “una expresión elíptica, la cual incluye sentimientos de desprecio o desagrado, de miedo y aversión, así como varias formas de conducta hostil, tales como hablar en contra de ciertas personas, practicar algún tipo de discriminación contra ellas o atacarlas con violencia”. En las prácticas cotidianas de los sujetos, el prejuicio opera a partir de presupuestos valorativos basados en costumbres, tradiciones, mitos y demás aprendizajes adquiridos a lo largo de los procesos de conformación de las identidades. Allport no incluye la posibilidad de calificación positiva en su definición. (…) El prejuicio surge por una conveniencia, para discriminar, descartar o dominar a otras personas o aceptarlas preferentemente, sin tener remordimientos y sin reflexionar si eso es bueno o malo, o si es una opinión objetiva o subjetiva. Comúnmente es una actitud hostil o, menos frecuentemente, favorable hacia una persona que pertenece a determinado grupo (social, étnico, sexual, político, socioeconómico, ocupacional, religioso, deportivo, etario, de salud o de enfermedad o de cualquier índole, incluso territorial o geográfica) simplemente por el hecho de pertenecer (voluntaria o involuntariamente, consciente o inconscientemente) a ese grupo, en la presunción de que posee las cualidades negativas o positivas atribuidas por muchas personas al mismo. La opinión se produce primero respecto del grupo prejuiciado y después incorpora al individuo. (…)Se ha sugerido que en determinadas situaciones donde se puede correr cierto riesgo o peligro los prejuicios nos protegerían de los mismos mediante un mecanismo de anticipación y una rápida respuesta sin necesidad de emitir un razonamiento. Por tanto podría ser una ventaja evolutiva.”

Y el perjuicio, palabra que a veces nos induce a error al confundirla con la anterior, es considerada: Daño moral o material que una persona o una cosa causa en el valor de algo o en la salud o el bienestar de alguien.”

Y la real madre, contando sólo su primera acepción, que es la que nos interesa, dice: “perjuicio. Del lat. praeiudicium. 1. m. Efecto de perjudicar.”

Ante tal profundidad, el asunto nos lleva a perjudicar, que en el mismo diccionario, para no quedarnos a medias dice: “perjudicar. Del lat. praeiudicāre.1. tr. Ocasionar daño o menoscabo material o moral.”

Wikipedia en este caso no fue de gran ayuda, para los efectos deseados en este blog, porque sólo se enfoca en la parte jurídica, a la que y de la que ya estoy huyendo. El perjuicio lo redirige automáticamente al daño. (Eso es lo que me… no sé cómo calificarlo, del diccionario. Unas veces la definición es “Acción y efecto de…” y se queda uno en las mismas. Otras veces es el famoso “véase…” Y eso por no hablar de ciertos principios, como aquél que “la definición no puede contener lo definido”, etc. Pero ésto es tema aparte! Recuerdo las clases de español, cuando éstas existían, había un ejercicio en clase en que el profesor daba una palabra y uno definía, pero con lo vivo que resultamos, lo primero que éste decía era que no podíamos definirla con aquello de acción y efecto. Ese nos resultó general).

Bajo este contexto, lo primero que lleva a pensar es que no están las dos palabras tan desunidas, pues en ambas se concluye en un daño, para el caso de hoy, moral, interno, de ese que duele tanto en el alma como en el corazón o en alguno de los dos. El uno lleva al otro, el prejuicio genera el perjuicio y todo con el movimiento de una sola vocal, originada por el movimiento de una lengua que habla antes que pensar, porque también es cierto decirlo, le enseñaron a hacerlo de esa manera.

Otro ejemplo de algo que requiere del cambio de chip cerebral, dejar de dar opiniones a priori, de dejarse llevar por rezagos atávicos, por costumbres heredadas, de aquellas que, por decir algo de la época, la ‘marchanta’ tenía dos contextos, según se le viera. Si uno estaba en actividad de compra, tenía un sentido comercial y no ofensivo. Pero si lo veía uno con el prejuicio que se había inculcado subrepticiamente, ahí sí se generaba el perjuicio para con la señora vendedora. Todo según se vea.


Para culminar y para no etiquetarse, recomiendo, si pueden disponer tranquilamente de algunos minutos, para ver: https://www.youtube.com/watch?v=XbMuFgyzqwI. Un video bastante ilustrativo, aunque advierto de antemano que soy en este mundo lo más etiquetado que hay y no he podido deshacerme de ese chip, aunque lo haya intentado!


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