¿Cómo explicar tanta mala
sangre? ¿Tanta envidia? ¿Tanta mezquindad?
¿Es hambre de poder? ¿Acumulación de
frustraciones? ¿Odio?
¿Ruindad? ¿Canibalismo social? ¿Aprendemos a ser así de
niños,
se adquiere por lazo de consanguinidad, como la leche materna,
o es
simplemente un mecanismo de supervivencia en un entorno enfermo y despiadado?
¿En qué momento y cómo le ponemos fin a tanta vileza?
¿Es la cizaña una
consecuencia de este ambiente enrarecido de gente que sonríe
y halaga de
frente, pero escupe, insulta y denigra de espaldas?
“Me diste la puñalada
trapera, enano tránsfuga”,
le dijo un caleño a otro en una pelea de la adolescencia.
Por alguna razón no lo olvido.
Melba Escobar.
http://www.elespectador.com/opinion/punalada-trapera
Iniciaba el blog de hoy, buscando título para encabezar, a raíz
de un video que quería compartir. Algo en mi cabeza me llevó en búsqueda de definiciones,
para no quedar… (para no embarrarla, dígalo
sin eufemismo!, oí decir).
Y vea cuánto se aprende cuando uno se deja llevar por la curiosidad.
Inicié con el prejuicio y encontré:
“Prejuicio. Opinión preconcebida, generalmente negativa,
hacia algo o alguien. "los prejuicios pueden llevar a una sociedad al racismo
y la intolerancia."
Y me llevó a ahondar un poco la Real Academia:
“prejuicio.
Del lat. praeiudicium 'juicio previo',
'decisión prematura'. 1. m. Acción y efecto de prejuzgar. 2. m. Opinión previa y
tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal.”
Y lo uno me
lleva a lo otro, como siempre que me da por la investigación, así sea tipo elrincondelvago.
Wikipedia me
ilustró un poco más en el camino al que quería llegar, por lo que transcribo lo
que me llamó la atención:
“Un prejuicio (del lat.
praeiudicium, ‘juzgado de
antemano’) es el proceso de formación de un concepto o juicio sobre alguna cosa
de forma anticipada. En términos psicológicos, es una actividad mental inconsciente
que distorsiona la percepción. (…) Gordon Allport (…) definió al prejuicio
como: «una actitud suspicaz u hostil hacia
una persona que pertenece a un grupo, por el simple hecho de pertenecer a dicho
grupo, y a la que, a partir de esta pertenencia, se le presumen las mismas cualidades
negativas que se adscriben a todo el grupo» (…) En esta definición, se refiere
principalmente a la etiquetación que hacemos
de manera negativa, sobre la base de una forma de pensar que adoptamos desde pequeños.
Esta forma de pensar surge como resultado de la necesidad que tiene el ser humano de tomar decisiones firmes y concretas
de manera rápida, tomando información generalizada de la que se tiene hasta el momento
para emitir juicios, y sin verificar su veracidad. El prejuicio hace referencia
a lo infundado del juicio y al tono afectivo. Allport señala que la frase “pensar
mal de otras personas” debe entenderse como “una expresión elíptica,
la cual incluye sentimientos de desprecio o desagrado, de miedo y aversión, así
como varias formas de conducta hostil, tales como hablar en contra de ciertas personas,
practicar algún tipo de discriminación contra ellas o atacarlas con violencia”.
En las prácticas cotidianas de los sujetos,
el prejuicio opera a partir de presupuestos valorativos basados en costumbres, tradiciones,
mitos y demás aprendizajes adquiridos a lo largo de los procesos de conformación
de las identidades. Allport no incluye la posibilidad de calificación positiva
en su definición. (…) El prejuicio surge por
una conveniencia, para discriminar, descartar o dominar a otras personas o aceptarlas
preferentemente, sin tener remordimientos y sin reflexionar si eso es bueno o malo,
o si es una opinión objetiva o subjetiva. Comúnmente es una actitud hostil o, menos
frecuentemente, favorable hacia una persona que pertenece a determinado grupo (social,
étnico, sexual, político, socioeconómico, ocupacional, religioso, deportivo, etario, de salud o de enfermedad o de cualquier
índole, incluso territorial o geográfica) simplemente por el hecho de pertenecer
(voluntaria o involuntariamente, consciente o inconscientemente) a ese grupo, en
la presunción de que posee las cualidades negativas o positivas atribuidas por muchas
personas al mismo. La opinión se produce primero respecto del grupo prejuiciado
y después incorpora al individuo. (…)Se ha sugerido que en determinadas situaciones
donde se puede correr cierto riesgo o peligro los prejuicios nos protegerían de
los mismos mediante un mecanismo de anticipación y una rápida respuesta sin necesidad
de emitir un razonamiento. Por tanto podría ser una ventaja evolutiva.”
Y el perjuicio, palabra
que a veces nos induce a error al confundirla con la anterior, es considerada: “Daño moral o material que una
persona o una cosa causa en el valor de algo o en la salud o el bienestar de alguien.”
Y la real madre, contando sólo su primera acepción, que es la
que nos interesa, dice: “perjuicio. Del
lat. praeiudicium. 1. m. Efecto de perjudicar.”
Ante tal profundidad, el asunto nos lleva a perjudicar,
que en el mismo diccionario, para no quedarnos a medias dice: “perjudicar. Del lat. praeiudicāre.1. tr. Ocasionar daño o menoscabo material o moral.”
Wikipedia en este caso no fue de gran ayuda, para
los efectos deseados en este blog, porque sólo se enfoca en la parte jurídica, a
la que y de la que ya estoy huyendo. El perjuicio lo redirige automáticamente al
daño. (Eso es lo que me… no sé cómo calificarlo, del diccionario. Unas veces la
definición es “Acción y efecto de…” y
se queda uno en las mismas. Otras veces es el famoso “véase…” Y eso por no hablar de ciertos principios, como aquél que “la definición no puede contener lo definido”,
etc. Pero ésto es tema aparte! Recuerdo las clases de español, cuando éstas existían,
había un ejercicio en clase en que el profesor daba una palabra y uno definía, pero
con lo vivo que resultamos, lo primero que éste decía era que no podíamos definirla
con aquello de acción y efecto. Ese nos resultó general).
Bajo este contexto, lo primero que lleva a pensar es que no están
las dos palabras tan desunidas, pues en ambas se concluye en un daño, para el caso
de hoy, moral, interno, de ese que duele tanto en el alma como en el corazón o
en alguno de los dos. El uno lleva al otro, el prejuicio genera el perjuicio y todo
con el movimiento de una sola vocal, originada por el movimiento de una lengua que
habla antes que pensar, porque también es cierto decirlo, le enseñaron a hacerlo
de esa manera.
Otro ejemplo de algo que requiere del cambio de chip cerebral,
dejar de dar opiniones a priori, de dejarse llevar por rezagos atávicos, por
costumbres heredadas, de aquellas que, por decir algo de la época, la
‘marchanta’ tenía dos contextos, según se le viera. Si uno estaba en actividad
de compra, tenía un sentido comercial y no ofensivo. Pero si lo veía uno con el
prejuicio que se había inculcado subrepticiamente, ahí sí se generaba el perjuicio
para con la señora vendedora. Todo según se vea.
Para culminar y para no etiquetarse, recomiendo, si pueden
disponer tranquilamente de algunos minutos, para ver: https://www.youtube.com/watch?v=XbMuFgyzqwI.
Un video bastante ilustrativo, aunque advierto de antemano que soy en este
mundo lo más etiquetado que hay y no he podido deshacerme de ese chip, aunque
lo haya intentado!
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