Se me ocurrió pensar en que pasa si… peligrosa frase que al repensarla vi lo realmente peligrosa que era, sobre todo si se le relaciona con un acaecer pasado, en cuyo caso sería que hubiera pasado si...
En cualquier caso la frase conlleva
una buena carga de adrenalina y no necesariamente buena, por el contrario, es
mala, está cargada de miedo, de prevención, de duda, de recelo, de suspicacia.
Por ejemplo, qué hubiera pasado
si… se me hubiera presentado otra oportunidad? Si hubiera elegido lo otro? Y
se piensa en que hubiera ocurrido lo contrario a lo que realmente ocurrió? Esa
carga que mencioné se transforma, para bien o para mal, dependiendo como
hubiera salido y de haber salido mal que hubiera sido peor, en una culpa, por
no haber decidido, lo que se supone se hubiera decidido bien. (Ya lo sé, un
galimatía completo y poco ilegible, pero me pasó como algunas veces que uno
pretende ser claro y termina enredando lo que pudo ser claro, por eso qué
hubiera pasado si…). Pero bueno, la cuestión es que ante alternativas uno no
tiene claro si la elegida era la mejor y de no haber sido la mejor, hubiera
sido la menos mala? (Ya lo sé, repetitivo, por tratar de aclarar lo que no debe
aclararse, me repito).
En síntesis, el qué hubiera
pasado si… referido a ese pasado, simplemente lleva a la culpa o a la
frustración, lo que ya es malo de por sí, por eso, es mejor no pensar en qué
hubiera pasado si… pues ese pasado es una ilusión malformada sobre el incierto
que mantiene la premisa que le da origen.
Otra cosa es si se refiere al
futuro, cercano o lejano, que ya de por sí también es incierto. Pero ya es aventura, con
su adrenalina consiguiente, que pasa
si… mañana. Es connotación totalmente diferente a la del ayer, aunque sigue
siendo alternativa, de selección, cuya consecuencia, llevada a pasado, vuelve
al círculo vicioso.
Como alternativas, de pensamientos
mas no de realidades, las posibilidades son infinitas, hasta en aquellos
pensamientos catastróficos que uno ni siquiera quiere plasmar en el papel,
aunque el traidor cerebro se haya adelantado a pensarlo. Qué pasa si mañana
me muero. Asustador, pero la respuesta es clara,
bastante clara, como la realidad misma, sencillo, pues si me muero no pasa
nada, al menos para mí.
En la vida cotidiana y rutinaria es
pregunta irrelevante y que conduce necesariamente al estrés, por aquello de que
toda idea que surja y que modifique la propia rutina, si no produce estrés,
produce miedo, a ese desconocido.
Por eso es mejor, pienso, no pensar
en que pasa sí… y dejamos que sea el destino, el azar o lo que sea, que siga su
camino, para evitar el estrés, el miedo a que qué tal que pase si… o qué tal
que no pase?
Tuve la sensación, intensa y deliciosamente
insensata, de que esa quietud grandiosa había sido dispuesta para mi uso
personal. Alguien ha dicho que los momentos de felicidad nos cogen por sorpresa
y que, a veces —con frecuencia—, no nos damos siquiera cuenta de que se han
producido. Descubrimos que hemos sido felices sólo tiempo después, lo que es
algo bastante estúpido.[1]
[1] Las perfecciones provisionales
Gianrico Carofiglio.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario