viernes, 6 de agosto de 2021

¿A DÓNDE VAN LAS PALABRAS CUANDO MUEREN?

             Otra insulsa pregunta que me hago al leer un artículo escrito el siglo pasado, mi época, escrito con las palabras que le eran propias. En algún aparte decía que estaba cogitando y así quedé yo: cogitando. La había oído demasiados años atrás y por eso quedé cogitando (pensando, reflexionando; a mí también me tocó buscarla en el diccionario -en el de Internet, como se suele hacer hoy- y vino a mi memoria aquello de cogito ergo sum y no es propiamente lo que insinúa el malpensante subconsciente).

 

            Pero bueno, esa es una palabra de gente, en su época, ilustrada o culta como se solía denominar. No de vulgo, añadirían. Me pregunto si aún perduran personas cultas, pues hoy, como rítmicamente sucede en cada generación, el idioma se va transformando.

 

            Aunque hay otras palabras que perduran pero que ya resulta inusual oírlas, perdurando en la niñez, como acabo de oír en voz de una niñita que gritaba a quien la iba a alcanzar: tapo, remacho llegó a mi recuerdo. Hacía siglos que no oía la palabra con el sentido relacionado con el juego infantil, como medida preventiva para detener el juego, cuando a uno le convenía y evitar que uno sea cogido.

 

            Y otras más que se han ido disolviendo con el tiempo, se han ido olvidado y así quedarán, en el olvido, truncadas por la modernidad. Por ejemplo, recordé el pozuelo, que en Colombia se usaba para decir lavadero, en la provincia se usaba la palabra poceta, cuya agua se sacaba con totuma y eso me lleva a pensar que el de las lavanderas, como oficio, desapareció igualmente.

 

            Resultaría infructuoso incluir todas esas palabras que antaño solíamos usar en el lenguaje cotidiano y que hoy se han ido desvaneciendo, solo quedan en el recóndito recuerdo de quienes hoy somos viejos, en charla con otros viejos, de la misma generación.

 

            Sé que alguien dirá que no mueren, que se quedan en el diccionario, por si alguien las visita y con más tiempo se vuelven arcaísmos y con un tiempo adicional, desaparecerán, como nosotros, en el olvido que seremos.

 

            Por eso me preguntaba a dónde irán las palabras que con el tiempo mueren?

 

Me sentí triste y viejo. Me sentí como alguien que se dedica a ver pasar el tiempo; como alguien que contempla cómo cambian los demás, bien o mal, se hacen mayores, se van. Toman decisiones. Mientras ese alguien se queda siempre en el mismo sitio, haciendo las mismas cosas, dejando que el azar decida por él. Alguien que contempla pasar la vida.[1]

Tomado de Google
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[1] Con los ojos cerrados. Gianrico Carofiglio.

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