lunes, 10 de abril de 2023

RARO ENTENDIMIENTO

                Creo que la vejez me está haciendo más lento, no físicamente, porque eso es evidente, sino de entendimiento.

 

                Oigo discursos, entre ellos presidenciales, que de tanta palabrería moderna debo hacer un esfuerzo adicional al normal para poder medio entender de lo que se trata. Si es de un escrito periodístico, debo leer dos o más veces para entenderlo y a veces ni así lo consigo, sobre todo en escritos en línea, en que ya ni la ortografía ni la redacción parece resultar importantes.

 

                Ya los delitos se desvanecen gracias al lenguaje ramplón y mentiroso que se usa. Ya no se está ante un secuestro sino ante un cerco humanitario (con muerto incluido). El idioma inclusivo, o exclusivo, según se vea, también me confunde y a decir verdad, me ofende, al ver que con los juegos de palabras y las artimañas de locuacidad se esconden las verdades y eso me confunde mucho a mi edad y por eso no sé si es cuestión del tiempo o lo es por mi propia grave edad.

 

            Y en un noticiero oí que la falta de escasez del agua por sequía no sé qué cosas originaba y preferí cambiar de canal, ya no estoy en edad de devanarme los sesos para entender al prójimo. O la otra que decía: Con más de 25 millones en monedas falsas fue capturado un hombre en el norte del Tolima y me preguntaba cómo podía cargar 25 millones de monedas, pero la noticia de fondo era que se trataba de billetes, que es bien distinto. O esta otra Se suicidó Gabriel González, hombre que mató su hijo un hotel de Melgar (sic), también de Caracol. Muestras de la poca preocupación que tienen las cadenas de noticias y los periódicos al dar las noticias, en donde la redacción dejó de valer un peso. Y eso que son sólo una muestra de la actualidad.

 

            Definitivamente ya no estoy para devanarme los sesos para entender al prójimo.

 

Era retrasado o, como se decía en los viejos tiempos, tonto. Antes de que el lenguaje políticamente correcto se impusiera y nos hiciera usar todas esas palabras tan corteses[1].

Tomado de Facebook
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[1] El hombre del lago. Arnaldur Indriðason.

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