Una retórica pregunta. Se me vinieron a la cabeza varios
pensamientos, en tropel, claro está y eso hizo que repensara la pregunta.
Una de ellas, me imaginé asimilándola a la terquedad.
Dele que dele el mismo pensamiento, generalmente abrazador y la misma respuesta
como si no hubiera otra opción, de allí la similitud con la terquedad. Ese dale
que dale como canción que se entroniza sin posibilidad de dejarla ir, dale que
dale sin saber por qué carajos se quedó ahí, obstinadamente, sin quererse ir,
voluntariamente.
Hago entonces un pare. Qué es el reciclaje o qué
significa reciclar y
toda su significancia lo lleva a su sinónimo: basura. Supongo que es porque es
lo que ahora se acostumbra, para estar a la moda, no por íntima convicción.
Cosas que se me ocurren.
Entonces reciclar es, en la voz de la academia, el
proceso de transformación de desechos a nuevos productos que permiten la
reutilización.
Así visto, es convertir basura en un nuevo producto.
Entonces me preguntaba si el pensamiento se podía reciclar. Pero pensaría uno
ante todo que tendría que tener pensamientos basura, inútiles, desechables. Y
pensamientos inútiles es lo que más tenemos, valdría la pena reciclarlos en
pensamientos productivos, mejor que dejarlos en el basurero (y eso me lleva a
otra pregunta adicional, igualmente retórica, en dónde se almacena la basura
del pensamiento? Que por ser retórica es mejor dejarla quieta, por el momento).
Y eso me lleva al inicio, a la terquedad, somos tan tercos que nos da por no
desecharlos, mantenerlos, mantener en una palabra la inutilidad.
Y habría que ver si se trata de pensamientos propios o
adquiridos -de conocimiento, me preciso-, pues en ambos casos hay mucha
utilidad (o inutilidad, si se quiere). Por ejemplo, de qué me sirve hoy saber
que Bolívar ganó la batalla de Bomboná en 1822, si ni siquiera recordaba el año
y menos en dónde quedaba el pueblo ese, si he de reconocer mi olvido. De
cultura general, me dirá alguien; otro dirá que el que no conoce la historia
está condenado a revivirla y me preguntaba cuándo será eso, si habrá otra Bomboná,
si será pronto, si debo conocer la estrategia usada por Bolívar, dos siglos
después y si seré yo el comandante, pues de lo contrario, para nada me ha de
servir. Estos sí que son pensamientos inútiles y no vale el reciclaje, me digo.
Más bien dejemos la terquedad y pensamos en a mí qué
carajos me importa si los pensamientos pueden reciclarse y como para qué.
Algunos pensarán en que les hice perder el tiempo leyendo estas letras. Era
para demostrar tercamente que existen pensamientos inútiles, los más, que
pueden reciclarse en una buena o mala lectura, me defiendo.
¡seguro, segurísimo, Brilka, porque el primer
beso de nuestra historia tiene que ser bello a toda costa.
Tomado de Facebook
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