miércoles, 4 de diciembre de 2019

LOS SIN TECHO


            Por todos lados que uno mire, siempre se encuentra con noticias poco alentadoras que, de alguna manera, conmueven el alma, así sean vistas desde la lejanía del confort propio.

            Uno no está libre de sentirse cómodo, porque cuando no son sus propios problemas son los ajenos los que, de alguna manera, terminan haciéndolo pensar, por lo menos eso, ya que no tiene ni poder ni medios ni forma de arreglarlos.

            En la comodidad de mi cama vi un programa de DW que hablaba, básicamente, de los sin techo, de aquellas personas que, en Estados Unidos aclaro, por cualquier razón perdieron su empleo y viven, como pueden, dentro de sus propios carros. Lo sé, a cualquiera le puede pasar.

            Y todo por la ruleta de la suerte, tuvieron pero hoy ya no tienen, quién sabe si algún día podrán volver a tener.

            El programa así lo precisaba: Indigencia, hambre, vergüenza: la pobreza se ceba con el país más rico del mundo, EE. UU. Afecta a 43 millones de ciudadanos, el doble que hace 50 años. Puede aparecer rápidamente: una enfermedad o perder el empleo pueden bastar para dejar a una persona en la calle(1).

            Si bien el programa no se centra en la mendicidad ni en barrios de miseria sí muestra a las personas que, al menos manteniendo algo de dignidad, hacen de su carro su vivienda y tratan de sobrevivir, de cualquier manera. 43 millones en Estados Unidos me dije, pero si es casi la misma población de Colombia, reflexioné y eso me impactó. Supongo, dentro de mi ignorancia, que el 20% de colombianos están en la misma situación. No quise pensar en sumar ese 20% de los 194 países reconocidos por la ONU, porque eso me llevaría a pensar que si todos esos pobres se reunieran en una sola tierra, en África, por decir algo, apenas cabrían. Mucha gente, mucha pobreza y nada qué hacer, porque a nadie le interesa, pareciera que a los países, hasta los más desarrollados, necesitan tener pobres, pues de no ser así, no los tendrían, me dice mi pobre y limitado pensamiento.

            Pensé en que si esos 43 millones votaran al unísono, cómo sería la cosa, aunque el colegio electoral de los gringos se impondría reconociendo no esos votos sino los de su propia conveniencia(2).

            Soluciones debe haberlas, me imagino el platanal que se han gastado en estudios que, como todo estudio que no sea rentable, termina en el olvido del archivo muerto.

            Una reflexión que debía hacer, sin solución a la vista, por falta de interés estatal, ante la imposibilidad personal de hacer algo. Naturalmente se consiguen personas que con buena voluntad ponen su grano de arena, como los ejemplos que trae el mismo programa, que al ver a esas almas caritativas, uno de entrada las descalifica, porque la pinta hace eso precisamente, que uno las descalifique, desafortunadamente, desafortunadamente. Y eso me lleva a terminar pensando que por más leyes antidiscriminación que haya siempre encontraremos razones para discriminar.(3)

No pude evitar aquel pensamiento: el Hijo del Hombre era un ser maravilloso, pero condenado al fracaso.(4)

Tomado de Facebook. (5)


[2] ¡Ojalá tengan razón los rabinos y los profetas y un día llegue el Mesías, para que acabe de una vez con estas vidas nuestras que nada valen! (…) ¿Hasta cuándo iba a creer el pueblo de Israel en estas tonterías con las que los rabinos lo machacaban? ¿Hasta cuándo estas pobres gentes, a las que Herodes oprimía hasta sacarles la sangre, iban a esperar a que un Mesías viniera a liberarlos, en lugar de liberarse ellos mismos? Marek Halter - María de Nazaret.
[3] No sé si la frase es de mi propia inspiración, inspirado por otro o leído en algún lado, pero me gustó y por eso terminó anotada en mi registro de memoria, la que me ayuda a no olvidar.
[4] JJ Benitez. Caná.
(5) 78490284_10217585249595450_8835652698956103680_n.jpg

No hay comentarios.:

Publicar un comentario