viernes, 14 de febrero de 2025

AUTO DE FE

             La vida es un constante acto de fe (nótese que señalé en el título auto de fe, diferencia que hace esta sea imposición religiosa y la otra una creencia relativamente impuesta, me digo). Y nada qué ver con lo religioso, pues en este tema las dudas son múltiples a pesar de ser un auto.

 Pero lo curioso es que en la vida real es un verdadero acto de fe lo que a diario hacemos, sin saberlo, sin notarlo, pero resultan ser verdaderos actos de fe.

             Pongamos ejemplos: La pastilla para el dolor de cabeza nos la tomamos sin preguntarnos si lo que tomamos es lo que dice ser la etiqueta. Al tomar una proteína para los músculos (los viejitos añadimos este suplemento, porque viejitos somos). Decía que al tomar el suplemento me preguntaba si el polvito ese con sabor a vainilla, a malteada para ser más precisos, era lo que era y servía para lo que dicen que sirve. Un acto de fe.

             Y a partir de esa reflexión -alguien dirá que más que reflexión es una pregunta retórica, pues que así sea-. Decía que a partir de ese pensamiento giramos alrededor de los actos de fe, sin mayor cuestionamiento y lo hacemos constantemente, día a día.

 Nos subimos a un taxi y aceptamos que el taxista, por más malencarado que sea, no es un ladrón, no nos va a hacer daño y nos llevará tranquilamente a nuestro destino. Almorzamos en un restaurante cualquiera y no pensamos si cumplen las medidas sanitarias mínimas. Otro acto de fe.

 El vecino que nos da las vueltas del mercado, generalmente no dudamos si nos está metiendo gato por liebre. Otro acto de fe.

 Que la gasolina con que tanqueamos es la correcta, tiene los componentes anunciados, la cantidad requerida y es la que es. Otro acto de fe.

 Que cuando nos dicen que nos quieren, así dicho es otro acto de fe.

 Un acto de fe que diariamente se acepta sin discusión, una fe firme, sin duda alguna, como auto de fe.

 Lo curioso es que tratándose de la fe religiosa, esa otra cosa, a eso no le tenemos fe, no le hacemos acto de fe.

 Así somos los humanos, incomprensibles hasta en estas cuestiones. 

Ser ker, estar feliz, significa estar satisfecho con uno mismo y con su situación, lo que le llevaría probablemente a desentenderse de los demás.[1] 

Tomado de Facebook
474595641_3881428435430663_186631512518602012_n


[1] Pensamiento Ifaluk, tribu de las islas Carolinas.


1 comentario:

  1. tiene razón, aunque en muchos casos ni nos importa si lo que se promete se cumple

    ResponderBorrar