viernes, 14 de noviembre de 2025

SESGO

             Permítaseme una aclaración inicial. Ante una duda inconsciente decidí buscar el significado de sesgo y la real academia me dio una serie de definiciones[1] que no concordaban con la idea que tenía en la cabeza. Y pensé en cuán equivocado estaba en materia lingüística, ya estaba perdiendo habilidades. Pero en mi caso la duda no me la ganaba ante la incoherencia; entonces decidí preguntarle a la IA qué era en el argot popular y ahí sí atinó con mi querer: El sesgo en el argot común se refiere a una inclinación, prejuicio o preferencia subjetiva que influye en la forma en que percibimos o interpretamos la realidad, a menudo basándose en estereotipos en lugar de hechos objetivos. Se manifiesta en el lenguaje a través de palabras o frases que asumen o generalizan sobre un grupo de personas, perpetuando estereotipos culturales, raciales o de otro tipo

             El estereotipo. Antiguamente, y me traslado a mi época de niñez, eran los estereotipos los que definían mucho el pensamiento, particularmente en lo relacionado con lo extranjero. Un pensamiento pasajero que me surgió al leer un poco de historia y encontrarme con el rey holandés de Inglaterra (que suena contradictorio), que no era otro que Guillermo III de Orange y eso me hizo recordar a la zarina Catalina que era de Pomerania (hoy Polonia) y eso me llevó a trasladarme a estas épocas viendo que el rey de España actual es hijo de una griega, doña Sofía y todo esto para qué? Eso me llevó a pensar en el nacionalismo, mal enseñado en cuanto conduce a la xenofobia, sin saber que en últimas no somos de donde creemos que somos sino que venimos de una amalgama curiosa. Y me explico una vez más, los colombianos nos creemos lo máximo y entre los telares de lo que somos, los bogotanos nos creíamos el ombligo del ombligo, aunque paisas, caleños y los demás se creían el mismo cuento y peor, sabiéndome bogotano olvidaba que no lo era en purismo pues la mitad era nortesantandereana y por el tronco materno además tenía sangre italiana, mientras mi papá se jactaba de ser totalmente descendiente indígena,  chibcha para más señas.

             Eso me llevó en algún momento a pensar que Colombia era para los colombianos, exclusivamente, copiando supongo alguna teoría gringa de América para los americanos (aunque América se debía entender según ellos solo la zona gringa, sin negros claro está, según ellos). Y que Bogotá era solo para los bogotanos, pues les hacíamos el feo a paisas, costeños, caleños y demás, creyéndonos de sangre pura y los exclusivos colombianos. El tiempo aunque impidió dilatar el error, el estereotipo, en mi vejez veo cómo tanta tradición, por demás estúpida en la actualidad, nos ha llevado a los sesgos, a las generalizaciones y a agrandar hasta odios innecesarios.

             Ahora cómo quitar un estereotipo, es la pregunta del millón. Decretarlo por medio de una ley lo único que hace es agrandar la hipocresía. Creo que solo con educación que nos lleve a la aceptación, pero cada vez se ve que así creamos que nos hemos liberado de esa carga emocional, hay circunstancias que nos demuestran lo contrario, sobre todo cuando nos ponemos en plan belicoso.

             La realidad ha demostrado que todos podemos convivir bien así no seamos de la misma tierra (véase como giro idiomático, pues en la práctica todos lo somos, habitamos el mismo planeta que alguien decidió en tiempos pretéritos señalar con fronteras y supongo que ahí nació el estereotipo, los de aquí y los de allá, los de arriba y los de abajo).

             Naturalmente todo esto es para significar que andaba desocupado y que son planteamientos retóricos que entran por una oreja y salen, generalmente tergiversados, por la otra, a conveniencia. Otro sesgo que tengo, olvidando igualmente que tengo parentela inmigrante que han de soportar allá los sesgos que tengo acá. 

… y de allí a la idea de que el mundo humano es una jerarquía ordenada divinamente, desde el rey más elevado al siervo más bajo. La teoría del «grado», en efecto, va más allá de la jerarquía social humana, pues desciende desde Dios hasta el humilde gusano. Los seres humanos se encuentran a medio camino; son el vínculo entre los ángeles y los animales, y comparten parte de cada naturaleza; por ello actúan como vínculo entre la tierra y el cielo. También esta teoría tenía sus sutilezas: los ángeles saben más que los humanos, pero éstos son mejores que los ángeles para aprender. Los humanos tienen más inteligencia que los animales, pero éstos poseen más fuerza que los humanos, etcétera.[ Véase W. McGucken, The Jesuits and Education (Nueva York, 1932).] La mayoría de todo esto constituyó la cosmovisión de las personas educadas y (quizás de forma más rudimentaria) de las menos educadas durante siglos, incluso hasta el siglo XVI y bien entrado el XVII. Hoy en día nos resulta difícil imaginar cómo era pensar en esos términos. En muchos aspectos se trataba de una visión satisfactoria e incluso cómoda —pese al diablo y a sus agentes que pululaban constantemente condenarlo a uno a los tormentos de la eternidad—: un pensamiento espantoso, puesto que ponía a la humanidad y a su mundo en el centro de la creación y la convertía en el centro de la atención y cuidados de Dios; y convertía al hombre (y empleo en este caso el masculino de forma deliberada) en señor del mundo, al menos en términos temporales.[2] 

Tomado de Facebook
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1.                 adj. Torcido, cortado o situado oblicuamente. 2. dj. Grave, serio en el semblante. 3. adj. p. us. quieto (‖ pacífico, sosegado). 3. m. Oblicuidad o torcimiento de una cosa hacia un lado, o en el corte, o en la situación, o en el movimiento. 4. Corte o medio término que se toma en los negocios dudosos. 5. m. Curso o rumbo que toma un negocio. 6. m. Estad. Error sistemático en el que se puede incurrir cuando al hacer muestreos o ensayos se seleccionan o favorecen unas respuestas frente a otras.

[2] La era del ingenio. Anthony C. Grayling.


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