Permítaseme una aclaración inicial. Ante una duda inconsciente decidí buscar el significado de sesgo y la real academia me dio una serie de definiciones[1] que no concordaban con la idea que tenía en la cabeza. Y pensé en cuán equivocado estaba en materia lingüística, ya estaba perdiendo habilidades. Pero en mi caso la duda no me la ganaba ante la incoherencia; entonces decidí preguntarle a la IA qué era en el argot popular y ahí sí atinó con mi querer: El sesgo en el argot común se refiere a una inclinación, prejuicio o preferencia subjetiva que influye en la forma en que percibimos o interpretamos la realidad, a menudo basándose en estereotipos en lugar de hechos objetivos. Se manifiesta en el lenguaje a través de palabras o frases que asumen o generalizan sobre un grupo de personas, perpetuando estereotipos culturales, raciales o de otro tipo.
… y de allí a la idea de que el mundo humano
es una jerarquía ordenada divinamente, desde el rey más elevado al siervo más
bajo. La teoría del «grado», en efecto, va más allá de la jerarquía social
humana, pues desciende desde Dios hasta el humilde gusano. Los seres humanos se
encuentran a medio camino; son el vínculo entre los ángeles y los animales, y
comparten parte de cada naturaleza; por ello actúan como vínculo entre la
tierra y el cielo. También esta teoría tenía sus sutilezas: los ángeles saben
más que los humanos, pero éstos son mejores que los ángeles para aprender. Los
humanos tienen más inteligencia que los animales, pero éstos poseen más fuerza
que los humanos, etcétera.[ Véase W. McGucken, The Jesuits and Education (Nueva
York, 1932).] La mayoría de todo esto constituyó la cosmovisión de las personas educadas y
(quizás de forma más rudimentaria) de las menos educadas durante siglos,
incluso hasta el siglo XVI y bien entrado el XVII. Hoy en día nos resulta
difícil imaginar cómo era pensar en esos términos. En muchos aspectos se
trataba de una visión satisfactoria e incluso cómoda —pese al diablo y a sus
agentes que pululaban constantemente condenarlo a uno a los tormentos de la
eternidad—: un pensamiento espantoso, puesto que ponía a la humanidad y a su
mundo en el centro de la creación y la convertía en el centro de la atención y
cuidados de Dios; y convertía al hombre (y empleo en este caso el masculino de
forma deliberada) en señor del mundo, al menos en términos temporales.[2]
1.
adj.
Torcido, cortado o situado oblicuamente. 2. dj. Grave, serio en el semblante. 3.
adj. p. us. quieto (‖ pacífico, sosegado). 3. m. Oblicuidad o torcimiento de una cosa hacia
un lado, o en el corte, o en la situación, o en el movimiento. 4. Corte o medio
término que se toma en los negocios dudosos. 5. m. Curso o rumbo que toma un negocio.
6. m. Estad. Error sistemático en el que se puede incurrir cuando al hacer muestreos
o ensayos se seleccionan o favorecen unas respuestas frente a otras.
[2] La era del
ingenio. Anthony C. Grayling.

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