miércoles, 21 de febrero de 2024

SIMPLES PREGUNTAS

                 Y preguntas muy simples, generalmente de dos palabras que, de acuerdo con la connotación y la circunstancia representan o pueden representar un verdadero quebradero de cabeza.

 

                Su respuesta puede ser muy simple, muchas veces complicada y en la mayoría de casos generan la indecisión en el actuar, en verlas, en decidir.

 

                Y cuando se hacen, queriendo o imponiéndose ellas solas, nos llevan a un sinfín de sentimientos, sin saber en realidad cuál el camino que se ha de optar o el que debería optarse, pues una cosa es decidir y otra muy diferente que decidan por uno o dejar que se decidan solas.

 

                Todo se reduce a alternativas, no a soluciones, porque tomada una decisión, queda la duda de si la otra no era mejor o si había una tercera que nos hubiera podido mejorar la vida.

 

                Todas ellas dejan la duda, pues la misma pregunta es duda, dubitativa y hasta hiriente y lo mejor de la vida es no escoger, que las cosas se den, para ventura nuestra, claro está. Pero la vida no es así de fácil, nunca lo ha sido.

 

                Y son preguntas muy simples y a la vez son simples preguntas, tales como:

 

                Por qué?

                Hasta cuándo?

                Hasta dónde?

                Será que sí?

                Será?

                Y si…?

 

                Y puedo seguir indefinidamente señalándolas, subrayándolas, agregándoles connotaciones, haciendo y deshaciendo y todas ellas quedan con un dejo de infortunio, con la duda incrustada al no conocer cuál ha sido el camino que debían haber seguido.

 

Y cada pregunta aplíquese a una situación, a un estar, al amor, a la desidia, al odio, a la vergüenza, a un bienestar, a la convivencia, al desfallecimiento, a la alegría y cada respuesta tendrá su propia sensación, aunque en ella no se encuentre la respuesta, lo que resulta más irónico.

 

                Son cosas de la vida, pura retórica que no lleva a ningún lugar, preguntas sin respuesta pero que de alguna manera terminan afectándonos generalmente de mala manera. Pero esa es la vida, me digo.

 

Una vez me dijo que creía en Dios, pero que lo malo es que no estaba seguro de que Dios creyera en él. Entonces me pareció una frase genial… Siempre me hacía cavilar con las cosas que decía. ».[1]

Tomada de Facebook
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[1] El jardín de las sombras. Ian Rankin.

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