miércoles, 27 de agosto de 2025

MONÓLOGO

            Y es como si el futuro hubiera saltado sobre mí. Ávido. Y ha habido un momento en que me asusté porque era futuro, no pasado, ni presente, al menos no inmediato, porque no tenía la presencia de la inmediatez. Y cómo lo sabía, muy fácil, porque lo sabía. Hay cosas que uno sabe sin explicación, ni preparación porque simplemente son. Y además sabía que era futuro, porque no lo estaba viviendo y porque no lo viví y porque tampoco iba a suceder, al menos así de inmediato, por lo que deducía que era el futuro o puede que no lo fuera, sería un sin futuro y eso sí que no lo podía permitir, una persona sin futuro, habrase visto, algo inconcebible, pues uno puede no tener pasado, porque lo haya borrado, se le haya olvidado o simplemente no recordar, pero sin futuro, habrase visto tamaña desproporción, salvo que se trate de alguien que se va a morir muy pronto, aunque no lo sepa, sino que de pronto le llega la muerte, pues ese sí es un hombre sin futuro, pero si no, no tener futuro es como aquél, en los viejos tiempos innominados, en que las madres decían a sus hijos, pues hombre estudiá porque si no lo hacés no vas a tener futuro y no lo decía con el adjetivo un, pues eso ya es otra cosa, porque decir que no vas a tener un futuro, implica que puede tener otros futuros, así no sean halagüeños, pero alguno ha de tener; pero sin el adjetivo, es una persona que no tendrá futuro seguro y al seguro habrá que anteponerle una coma, porque una cosa es un futuro seguro y otra muy diferente es que no va a tener futuro, seguro. Si vemos, la coma colocada, pues es a eso a lo que me refería, porque el saber escribir es importante, puede llevarle a buen puerto, es decir a un buen futuro, pero dirán que cuando hablamos no se va a ver la coma, pues claro, aclaro yo, no se ven, ni que fuera yo bobo, que no veo la ortografía verbal, pero la siento, la presiento, porque para eso qué o qué, uno se ilustró de niño y mi mamá no pudo decirme que no iba a tener futuro, aunque a veces parecía que no, que no lo iba a tener, pero cosas de la vida, si tuve futuro, uno, que es hoy mi presente, y ahora es que me doy cuenta de que sí lo tuve, quién iba a creerlo. Pues sí, estoy como ávido y no ha habido oportunidad para verlo, aunque eso tampoco se ve, las oportunidades digo, como las comas cuando están en una conversación oral, me explico, porque en una conversación escrita, será un carteo? Aunque hoy ya no hay cartas ni carteos, como los de ayer, largas cartas de sueños, de promesas, de amor y de desamor, hoy son  simples frases mal escritas y hasta mal corregidas, de dos o tres renglones en el celular a lo sumo, porque se habrán dado cuenta que lo que más se escribe por chat, whatsup o lo que sea no son más de diez palabras a lo máximo, sin incluir muñequitos, besitos y demás bobadas cuando uno prefiere no decirlas, porque para esas bobadas el dedo da más que la inteligencia; al menos antes se usaba para pasar la página, me refiero al dedo, ojalá pudieran pasarla al menos por la hoja o más concretamente la página, porque cualquiera puede pasar la hoja pero pocos saben pasar la página, porque como la canción, de José José, pocos saben amar aunque muchos saben querer porque el querer es una cosa y el amor es otra y no cualquier otra cosa, es cosa profunda y verdadera, como el futuro incomprensible de las futuras generaciones, digo futuras aunque ya las están sintiendo, pero los futuros, esos sí que se verán enfrentados a los grandes cambios climáticos en que siempre será verano o invierno y en cualquier caso será un infierno, gélido o hirviente, porque el frío también quema, por si lo habían olvidado, o si no, hoy será un verano ni el berraco y mañana, porque también hay un mañana, más berraco que el ayer, o el antier, porque según lo escrito el ayer fue infernal, aunque parafraseando será igual, según se vea y con eso digo todo y todo es todo, porque no hay más qué agregar y todo por el cansancio que produce el pensar y sobre todo el pensar en el mañana, que ya veremos cómo va a ser y dependiendo de cómo sea, puede que sea igual al hoy o al ayer, como la vida rutinaria de cualquier estudiante, de cualquier oficinista, que sí son bien rutinarios, como la de la monja en clausura, me digo, aunque nunca las conocí, he de confesar, pero que las había las había, y ahora me pregunto cuántas veces cambiaban de camándula en la vida, porque era pasar y pasar pepitas y esas se deben desgastar, al menos con el tiempo, con el sudor y la suciedad natural de la mano y como iban pegadas con un hilo, allí se depositaba el desgaste, no como las de hoy que son de nylon, supongo, porque eso sí que era que no hay cosa más aburridora que un rosario, y mucho más para la que llevaba la voz cantante y constante, porque era la que llevaba las cuentas y ahora me acuerdo que en el pasado a la camándula se le mencionaba como cuentas y hoy también como rosario, no como lo que es sino como lo que significa y eso significa, qué significa? Esta vez me perdí y ya no me encuentro, será que ese es mi sino y para el que no sabe, el sino es el si, el signo, pero sin g, por lo tanto sobraría el no, de sino, me digo, porque si no, así separadito ya no es sino y este sino me hizo acordar que mi futuro se está agotando, no porque esté enfermo, sino por cosas de la edad, de los años que pasan, no en vano, ya me entienden, supongo, porque así no lo quieran, están en mi misma situación, ya lo decía el poeta, para morir he nacido. Y ha sido todo por hoy, no porque no pueda seguir, sino porque me he cansado y el futuro me persigue y no sé si me alcance o salte sobre mí y vaya Dios que me coja sin confesar. 

Dejé de pensar, lo cual siempre había sido uno de mis problemas; pienso desgraciadamente demasiado sobre casi todo.[1]



[1] Desaparecido. Bill Pronzini.


miércoles, 20 de agosto de 2025

NO PASA NADA

             Qué peligrosa frase, hace temblar el mundo y puede generar el caos. Me digo aquí en silencio.

             Estaba embelesado mirando a través de la ventana el paisaje que se me ofrecía en un bello día. (Mi mamá diría que estaba embobado mirando para San Felipe, sinónimo de la nada, de la inutilidad, en su forma alegórica).

             Un paisaje simple, sin aspiraciones. Parecía un paisaje bellamente dibujado, con el marco de la ventana como moldura del cuadro. Un cielo azul, bastante iluminado, con sol visiblemente abrazador dentro de ese cuadro que me imaginaba. En su centro, un árbol cuyo nombre olvidé (¿magnolia?), florido y frondoso, cuyas hojas hacían adivinar la intensidad y el movimiento del viento.

             Eso era todo, además de que al fondo se viera una cerca viva de altos setos como fondo indescriptible de un cuadro costumbrista, diría algún sabedor. Eso era todo, me repetí, cielo, árbol, viento. Pero todos ellos vivos, aunque pareciera inmóvil, estático como cualquier cuadro de museo. Y como si fuera afamado cuadro de museo era el marco de la ventana el que permitía que la imaginación lo hiciera pensar así, todo un espectáculo.

             Las hojas del árbol se bamboleaban al vaivén del viento, según la dirección que éste tomara. Un remanso acogedor para no hacer nada, para no pensar en nada, aunque, a decir verdad, pensé: Pero aquí no pasa nada.

             ¿Nada? Vi pasar en el entretanto un par de moscas planeando a la par de las hojas que eran acariciadas en el sentido en que el viento les dirigía. Una que otra abeja paseando entre las escazas flores de temporada esperanzadas en encontrar algo de alimento y así devolver el favor con su respectiva polinización. Una que otra telaraña, lo que presagiaba la existencia de su hacedora entre una y otra hoja. Y aquí no pasa nada.

             Seguí mirando el pintoresco cuadro, pensando en nada (en nada especial, concreto porque habrá más de uno que dirá…), viendo pasar el tiempo, aunque claro está que el tiempo no pasaba, al menos no lo vi, pero pensando en que no pasaba nada y esa reflexión me llevó a pensar que sí pasaba algo y mucho.

             Me imaginé mirando el árbol bajo mirada microscópica, viéndole nutrirse en su interior, generando clorofila y viéndola transportarse a través de sus venas, respirando, flexionándose al vaivén del viento, siendo árbol y ¡no pasaba nada? La pregunta retórica fue adquiriendo personalidad, pues claro que pasaba algo y mucho, si fuera capaz de percibirlo.

             Eso me recordaba las veces que le preguntaba a mi mujer si le pasaba algo. Y muy al contrario del paisaje, el solo verbalizar la pregunta, retórica y estúpida (la pregunta, aclaro), por el solo hecho de hacerla me hacía responsable de las consecuencias. Pues aún sin respuesta verbalizada denotaba que sí pasaba algo y mucho, pues es así cuando se hace una pregunta estúpida que aprendí que nunca, pero nunca, debe hacerse.

             A mí nada. Ténganle miedo a esa respuesta, huya si puede porque fuera del tono y del ceño con que se dice, no pasa nada por fuera, pero por dentro… por dentro fluye un volcán que si se desata es morir en vida.

             Por eso decidí admirar el árbol y no decirme que aquí no pasa nada y prometerme que nunca, pero nunca, volvería a preguntar si algo te pasa. 

… su mirada estaba fija en un punto detrás de mí, tal vez contando las grietas del camino o las briznas de hierba del césped.[1]



[1] Desaparecido Bill Pronzini.


lunes, 18 de agosto de 2025

RANDAL

             Así le llamaba yo y con el tiempo le agregué el Alberto y ya se había acostumbrado a que le dijera Randalberto. Tuvo una infancia poco afortunada por los retazos de vida que alcancé a conocer, abandonado por estúpidos a los que les quedó grande el gradulón. Afortunadamente cayó en manos que le acogieron, le cuidaron, le devolvieron la confianza y que a partir de allí le hicieron ver que la vida valía la pena; a partir de allí fue feliz, aunque le costó un poco confiar. Estoy seguro de que así fue, fue feliz, cariñoso y agradecido.

             Fuimos compañía por cerca de ocho años, casi a diario compartimos los silencios, los paseos, las caricias, el pan robado.

             Era un grandulón y como todo grandulón, bonachón. A veces parecía que se pasaba de bobo a pesar de la lucidez que escondía. No sería tan bobo desde que dominó al que era dominante para los demás, Milán.

             Tuve mis conversaciones con el Randal, que a propósito no se llamaba así, era Gandalf, pero por mis cosquilleos con los nombres raros, los españolizaba lo mejor que podía. Y ahora que lo recuerdo la gente al pasar lo comparaba con otros animales, por lo gigantón, qué nombres no le dijeron, hasta alguien se atrevió a llamarlo jirafa, tal vez por el perrononón que era. Allá ellos, a nosotros, a Randal y a mí, no nos molestamos por los motes, ya éramos inmunes a ellos.

             El grandulón era un gran danés, perro hermoso, de gran presencia, se imponía, muchos le temían al pasar, sin saber que lo más seguro era que si éramos atacados no se pondría de nuestra parte, era así de inocente. Y además, ese se vendía por algo de comida o por una caricia, le encantaba que lo acariciaran y si había algo de comer de por medio, se lo ganaban en instantes.

             Su eterno compañero y amigo, el Milán, caso aparte. Desde que se conocieron compaginaron estupendamente, era la pareja ideal a pesar de los contrastes de genios que cada uno tenía.

             Y la viejera, como a todos, empezó a hacer sus estragos hasta que llegó el día en que debió partir. Estas noticias lo dejan a uno sin palabras, perdido en la confusión, per
o me permitió al menos mirar al cielo y sonreírle sabiendo que había sido noble y feliz, que le extrañaría pero que su recuerdo me acompañaría cada vez que hiciera un paseo más, cada vez que volviera la vista al pasado, cada vez que entrara en su zona de confort y cada vez que le reviviera a través de las fotos que de él tenía.

             Fuimos amigos, con su corazón puro, espero volver a verle pronto, ya veremos de qué hablaremos, porque tenemos muchas qué recordar.

 

Toca las estrellas mientras duermes y que tu sueño te lleve a ese lugar que tanto anhelas en tu corazón. Que tomado de la mano, de ese amor eterno, recuerdes los bellos momentos vividos en eternidad. Y que tu ángel de la guarda te cubra con sus alas de luz! Hasta mañana y hasta siempre. Mónica.



viernes, 15 de agosto de 2025

UNA NOCHE

             En una noche, como aquellas en que no se define si se quiere descansar, ocuparse, dejarse pasar o simplemente dormir, opté por apagar luces y celular. Sin distractores, solo la oscuridad y… mis pensamientos, claro está. 

            El sueño estaba sin estar, pareciera que aprovecharía la oscuridad para alejarse más y dejar que mis pensamientos, inútiles por demás, se hicieran cargo, dejando que su incomodidad en el trasiego andar de la penumbra, sueño no sueño, se hiciera presente con el fin de dejar claro que terminaría desvelado.

             Ante tal inercia, pues en cualquier segundo puede quedarse uno dormido ante ella o si por el contrario la desgracia lo toma a uno por sorpresa, profundamente despierto, decidí escribir mentalmente lo que sería este escrito al no querer prender la luz (o ciertamente al no haber encontrado el interruptor, pues andaba en casa ajena), con la conciencia previsiva del rango de concentración que venía  realizando, con la claridad de que era un mero ejercicio pues ha resultado claro, según mi experiencia, que al despertar lo más seguro era haber olvidado lo pensado la noche anterior. Hablo por ello del rango de concentración pues es allí en ese momento en que se me vienen las ideas geniales, o al menos las que creo que lo son, pues cosa curiosa es en la oscuridad en que se me prende el bombillo de las ideas, pero como dije, ese bombillo se apaga al despertar dejando en el limbo solo imágenes difusas que impiden el recuerdo.

             Recuerdo que era una idea genial, que permitiría que los hombres sobrevivieran ante cualquier discusión con una fémina, se trataba de un diálogo incómodo, de aquellos que no queremos tener con una mujer y procedía como debía hacer un buen hombre, sabio y sensato.

             Pues resulta que toda la parafernalia de ese escrito mental ha sido borrado al haberme quedado dormido, quién sabe cuándo y al despertar, solo retazos que me impidieron recomponer lo pensado y lo dejaron todo en el vacío, en ese vacío de quien sabe la respuesta pero no sabe cómo explicarla.

             Simplemente estaba jodido, tuve la respuesta para la sobrevivencia de los hombres, enfrentados a su contraparte y saliendo a todas luces de pecado y de culpa, pero así son las cosas, el olvido.

             Y además del olvido, creo que la clave era el silencio, tal como lo siento ahora tratando de desentrañar lo que iba a decir.

             Estoy jodido, es en lo único que pude pensar. 

… y allí la dejé sola con el tipo de pensamientos con los que uno no debiera nunca quedarse solo.[1]

Tomado de Facebook
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[1] Desaparecido Bill Pronzini.


miércoles, 13 de agosto de 2025

FRUSTRACIONES

             Siempre he envidiado a los buenos escritores. Pueden expresar en varias páginas cualquier situación intrascendental que, con mi concreción, la reduciría a varias palabras de un solo renglón.

             Por citar un solo ejemplo, digamos que me despido de una mujer y la acompaño hasta la puerta: Nos levantamos de la silla, ella se dirigió hacia la puerta, la abrió, estiró su mano y se despidió amablemente. Salió y se dirigió al ascensor por el pasillo, antes de cerrar la puerta admiré su figura.

             Ahora el ejemplo de un buen escritor: La acompañé hasta la puerta y la observé mientras caminaba por el pasillo en dirección al ascensor. Iba muy tiesa, con la cabeza echada hacia atrás y paso resignado; era como observar a un preso caminando por una galería, una prisionera a la que nada aguardaba sino una celda con rejas y una interminable sucesión de solitarias noches y destrozados sueños vacíos de esperanza.[1]

             Nótese la diferencia, por eso envidio a un buen escritor. Pensé en cómo diría que me fumaba un cigarrillo. Pues así, simple y llanamente, cuatro palabras intrascendentes. Y cómo lo diría un buen escritor: Pero era el tipo de hábito que para algunos hombres no es fácil de abandonar, un apoyo, un amigo en tiempos de estrés, algo en que ocupar manos, boca y pulmones cuando estás tenso, impaciente o inactivo.[2]

             Parece que para ser buen escritor es necesario ser un filósofo, un poco imaginativo, recreativo y un narrador extraordinario.

             Por eso concluyo que me gustan los buenos escritores y me tocó conformarme con mi falta de imaginación. 

¿De qué vale correr si estás en el camino equivocado?

Proverbio alemán.[3]

Foto JHB


[1] Desaparecido. Bill Pronzini.

[2] Desaparecido. Bill Pronzini.

[3] ¡Pánico¡ Bill Pronzini.


lunes, 11 de agosto de 2025

VECINOS

 -                  Sí sabías que el vecino habla con las gallinas? Les hace conversa, las regaña por estar cagando en todos lados, les habla mientras las alimenta, las llama al parecer por su propio nombre, porque parece que tienen nombre. Vea pues con el vecino que les habla a las gallinas.

 Y al otro lado de la valla:

 -                  Mirá, sí sabías que la vecina habla con los gatos. Cuando sale a darles de comer los empieza a llamar por su nombre: mis niños, oyéndose el sonido de platos al ser puestos en el piso. Dónde está manchitas? Y la languis? La señorita mamá, porque parece que así se llama alguna gata, pero para mí que no es señorita. Y otras veces le he oído brava: quite de ahí, este cabrón, porque lo dice en tono enojada y no creo que sea con el marido, aunque uno nunca sabe, pero creo que es con el gato, porque la oigo decirlo después de lo que parece una pelotera entre gatos, no con el marido, sino cuando se oye un agarrón entre gatos, lo sé porque he oído los maullidos. Vea pues, parece que la vecina habla con los gatos y hasta les tiene nombre. Quién lo hubiera sabido. 

Quería decirle que las preguntas retóricas, a pesar de que todos incurríamos en ellas algunas veces, no servían para nada en realidad; pero pensé que si lo hacía podría sonar cruel.[1]



[1] Desaparecido Bill Pronzini.