viernes, 15 de agosto de 2025

UNA NOCHE

             En una noche, como aquellas en que no se define si se quiere descansar, ocuparse, dejarse pasar o simplemente dormir, opté por apagar luces y celular. Sin distractores, solo la oscuridad y… mis pensamientos, claro está. 

            El sueño estaba sin estar, pareciera que aprovecharía la oscuridad para alejarse más y dejar que mis pensamientos, inútiles por demás, se hicieran cargo, dejando que su incomodidad en el trasiego andar de la penumbra, sueño no sueño, se hiciera presente con el fin de dejar claro que terminaría desvelado.

             Ante tal inercia, pues en cualquier segundo puede quedarse uno dormido ante ella o si por el contrario la desgracia lo toma a uno por sorpresa, profundamente despierto, decidí escribir mentalmente lo que sería este escrito al no querer prender la luz (o ciertamente al no haber encontrado el interruptor, pues andaba en casa ajena), con la conciencia previsiva del rango de concentración que venía  realizando, con la claridad de que era un mero ejercicio pues ha resultado claro, según mi experiencia, que al despertar lo más seguro era haber olvidado lo pensado la noche anterior. Hablo por ello del rango de concentración pues es allí en ese momento en que se me vienen las ideas geniales, o al menos las que creo que lo son, pues cosa curiosa es en la oscuridad en que se me prende el bombillo de las ideas, pero como dije, ese bombillo se apaga al despertar dejando en el limbo solo imágenes difusas que impiden el recuerdo.

             Recuerdo que era una idea genial, que permitiría que los hombres sobrevivieran ante cualquier discusión con una fémina, se trataba de un diálogo incómodo, de aquellos que no queremos tener con una mujer y procedía como debía hacer un buen hombre, sabio y sensato.

             Pues resulta que toda la parafernalia de ese escrito mental ha sido borrado al haberme quedado dormido, quién sabe cuándo y al despertar, solo retazos que me impidieron recomponer lo pensado y lo dejaron todo en el vacío, en ese vacío de quien sabe la respuesta pero no sabe cómo explicarla.

             Simplemente estaba jodido, tuve la respuesta para la sobrevivencia de los hombres, enfrentados a su contraparte y saliendo a todas luces de pecado y de culpa, pero así son las cosas, el olvido.

             Y además del olvido, creo que la clave era el silencio, tal como lo siento ahora tratando de desentrañar lo que iba a decir.

             Estoy jodido, es en lo único que pude pensar. 

… y allí la dejé sola con el tipo de pensamientos con los que uno no debiera nunca quedarse solo.[1]

Tomado de Facebook
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[1] Desaparecido Bill Pronzini.


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