miércoles, 13 de diciembre de 2017

SOLO PALABRAS COMPARTIDAS


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Desde el 26 de marzo de 2013, Colombia empezó oficialmente el proceso de ingreso a la OCDE, lo que implica que para ser aceptados como miembros debemos ajustar estructuralmente el país según las “recomendaciones” de la organización. Siguiendo nuestra tradición irreflexiblemente imitativa, nuestro característico cortoplacismo, nuestro facilismo, nuestra acendrada e inextirpable idea según la cual debemos buscar soluciones en otros y no en nosotros mismos, sin tomar en cuenta ni causas ni consecuencias y esperando a que otros nos resuelvan nuestros propios problemas, nuestros dirigentes —la última generación que aún preserva una mentalidad decimonónica, apocada y cegada frente al oropel extranjero— volvieron a caer en el deslumbramiento y en el hechizo del vendedor de espejos.(1)

Sigo pensando en el limitado provincialismo colombiano, aunque hay que aclarar que es el mismo latinoamericano, el mismo occidental, por no extenderlo a todo el mundo. Queremos estar en todos lados, sin invitación y solo por el prurito de estar ahí. Entonces nos sometemos a todas las recomendaciones que nos imponen, si queremos estar en ese club. La historia, si es que sirve para algo pues estoy pensando que hasta ahora solo sirve para recordar nuestra estupidez, lo viene repitiendo, una y otra vez. Que el FMI recomendó sin saber que ésto es Colombia; que el Banco Mundial dice y si no se le hace caso no hay platica; que el BID, que la ONU y el resto de siglas nos imponen, digo, sugieren tal y cual solución, aún a sabiendas que la solución no era esa y que en otros países fue un caos no reconocido abiertamente. Pero seguimos como borregos copiando todo y que el sistema pensional chileno es lo mejor y lo copiamos, allá ya está a punto de quebrar y aquí aún, a pesar de la evidencia de los cotizantes defraudados, se insiste en que es mejor acabar la prima media. Y eso sin mencionar el sistema de salud, de educación, aunque el de la corrupción si dio resultados, al menos para unos, para los que no han cogido. Y me pregunto, el experimento no puede hacerse sin necesidad de la copia foránea?

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Hoy en día, el legado de esa juventud que rompió con todos los esquemas sigue vigente, pero las fotografías de hoy (que en un futuro ya no serán ninguna reliquia guardada en un cajón) denotan una diversificación de este grupo social, que si bien es más libre que nunca, también propende al aislamiento, a la dificultad y al escurridizo advenimiento de una nueva etapa de nuestra historia. Hoy en día las fotografías, que se conservan en formatos digitales, que pululan de a millones en redes sociales, páginas de internet y otros medios de comunicación, nos hablan de la forma en la que la juventud se ve y se condena irreprochablemente. Los momentos retratados, usualmente, son insignificantes, repetibles, alarmantemente cotidianos, como si no hubiera tiempo o recuerdos que conservar. Las fotografías ya no existen para que algún historiador pequeño, en unas cuantas décadas, vaya a buscarlas en los escaparates ocultos de la casa, sino para exhibir, para mostrar lo grandiosa que es nuestra vida a cada momento, a cada instante que se escapa de nuestras manos para caer pronto olvidado en los abismos digitales del tiempo.(2)

            Con este artículo me pregunto: será que la humanidad tendrá futuro? Aunque algo me hace preguntar: será que esa misma pregunta se hicieron nuestros ancestros? Y estuvimos a la altura?

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Y para completar:

Años atrás decíamos: nadie es tan feo como en la cédula. Que levante la mano quien no se avergüence de aquella foto en holograma que lo muestra a uno como un criminal malencarado o un bobo de ocasión. Mostrar la cédula como forma de tortura. Pero las cosas han cambiado. 
Ya no es necesario ocultar la identificación para mantener la autoestima en niveles aceptables. Ahora solo falta inventar una vida paralela. El economista Seth Stephens-Davodowitz, autor del libro “Todos mienten: Big data, New data y lo que Internet puede decirnos acerca de quienes somos realmente”, escribió una columna en el New York Times titulada Que las vidas perfectas de Facebook no te depriman. Empezaba con la máxima más importante de nuestro tiempo: las redes sociales nos están deprimiendo. Luego explicaba lo que todos sabemos pero convenientemente ignoramos; a saber, los otros no pueden ser tan exitosos, ricos, atractivos, relajados, intelectuales o felices como parecen serlo en Facebook. Sin embargo, no podemos evitar comparar nuestra vida interior con las vidas maquilladas, muy maquilladas, de nuestros amigos. Dicho sea de paso, ¿amigos?, ¿cuántos amigos tiene uno realmente?, ¿tantos como en Facebook? (…) En Facebook empezó contándose una vida de ensueño, de libro de fantasía en el que todo era perfecto. Y hemos derivado en una narración patética de cada miseria que nos pasa en la vida. Ya no es suficiente mostrarnos siempre felices, perfectos y tranquilos, ahora hay que generar lástima y pesar. No me sorprendería si, con tal de generar reacciones sobre nuestras vidas, también estemos inventando dramas y exagerando tristezas. Contar para darse lástima. Buscar “me gusta” para quererse.(3)

 

            No teníamos en nuestra época ni remota idea de la posibilidad que pudieran existir las redes sociales y entonces la pregunta se trastocó, cómo hicimos para sobrevivir con lo feos que éramos, aún a pesar de la foto de la cédula? Y nuestras vidas pasaban desapercibidas, tal vez porque las cosas feas no se compartían, comíamos callados y el deseo de la aceptación social no hacía tan evidente como el deseo de actual de encontrar aceptación a través de la lástima y pesar, me digo para mis adentros.

Óleo sobre papel. JHB (D.R.A.)




(1) Julián López de Mesa Samudio. El lado oscuro de la OCDE (I).  http://www.elespectador.com/opinion/el-lado-oscuro-de-la-ocde-i-columna-705026

(2) Valentina Coccia. Breve historia fotográfica de la juventud. http://www.elespectador.com/opinion/breve-historia-fotografica-de-la-juventud-columna-696544
(3) Jorge Eduardo Espinosa. Facebook, Wikis y la miseria. http://www.elespectador.com/opinion/facebook-wikis-y-la-miseria-columna-696873

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