Morir es haber estado y ya no estar.(1)
Una pregunta que se hizo el señor Data (Star
Treck, the next generation) tratando de entender esa compleja situación que se
nos presenta a los humanos.
Buena pregunta, retórica y hasta retorcida,
pero interesante. Lo primero que pensé era que simplemente corresponde a la
cesación de toda actividad humana y toda es toda, porque habrá quienes me dicen
que la sola muerte cerebral no lo es y, en tal caso, habrá que concretar que en
efecto es toda, cerebral y del cuerpo a la vez (a pesar de tener claro aquello
de contenido y continente), a pesar de que se pueda contra argumentar que con
la sola cerebral basta, porque ya deja uno de ser. Como sea, muerte es muerte.
O es el momento en que dejamos todo: tristezas
y alegrías, fortunas o miserias, egoísmos y amores, afanes y calmas, angustias,
total desprendimiento, hasta la memoria la dejamos, los recuerdos,
absolutamente todo y no queda nada, solo huesos o en el mejor de los casos
cenizas, todo para el olvido, ese olvido al que alguna vez llegaremos, no hay
de otra.
En los últimos años he esperado que cada
persona que se va de este mundo y por mí conocida realice su esfuerzo para
comunicarse conmigo y me diga si realmente el siguiente paso existe, pero no ha
sido posible. Ni siquiera mi último ser querido que esperaba se condoliera
conmigo lo hizo o lo pudo hacer, no sentí su última partida, en medio de su
soledad de tubos. A pesar de que he sentido (si es que se puede sentir)
despedidas de aquellas que reclamamos como ciertas de que anoche se despidió de mí, me lo digo a manera de consuelo luego de
conocer la ida de alguien?
Y como anillo al dedo traigo apartes de una
entrevista a un sepulturero, que del tema debe saber, a pesar de no haber
estudiado:
La
muerte trabaja sin descanso, todos los días, como un obrero ideal. No exige
recompensas y cuando la vituperan no se inmuta, ni siquiera sonríe. Tiene el
don de la ubicuidad y aprendió a ser rápida y lenta a la vez, trabaja con la
misma comodidad agazapada en medio de una multitud o en el silencio triste de
la soledad.
“A la vida uno sólo viene a
sufrir y a pasar malos ratos. Entonces por qué tanta tristeza cuando alguien se
muere. Yo digo que cuanto más rápido uno deje esta tierra, mucho mejor”. El
sepulturero piensa, sentado en el borde de una fosa, balanceando los pies como
si estuviera en una piscina, en otro lugar menos lleno de muerte. A su
alrededor, miles de cadáveres esperan el día de la resurrección, o el día en que
se hunda el humedal sobre el que está levantado el cementerio. Y sigue
pensando. Piensa que muerte es otra versión de la vida. Piensa que ni el cielo
ni el infierno existen, porque si existieran ya alguien habría vuelto para
contar cómo son. Piensa que hace muchos años se le olvidó qué era sentir
tristeza por un muerto. Tan acostumbrado está a verlos y tan seguro de su
bienestar, que sería un hipócrita si sintiera pena por ellos.
“Yo me paseo entre los
muertos, y no me da vergüenza tomarme una cerveza o contar un chiste entre
ellos .Yo sé que no están aquí, sólo estoy entre cuerpos que no ven, que no
oyen, que no sienten nada. Estoy en medio de la nada, rodeado por miles de
personas que no están”.(2)
Aunque la respuesta fácil es por el inverso:
explicar la vida. Pero muerte es fin, el sanseacabó, luego pregunta o respuesta
son inconclusas. Por eso sigo preguntándome si la tan ansiada alma muere
también con el cuerpo o si se va olvidando que alguna vez existió. Y seguiré
haciéndome muchas preguntas al respecto, pero que dejo para más adelante,
porque aún no he contestado la inquietud del señor Data.
Óleo sobre papel, espátula. JHB. (D.R.A.)
(1) Saramago.
(2) Jorge Hernán Gómez Arango. La muerte,
otra versión de la vida. http://revistadiners.com.co/actualidad/50542_la-muerte-otra-version-la-vida/
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