Desde siempre he oído de la existencia de un tesoro en las profundidades de los mares colombianos, la del Galeón San José. Hacía rato que los españoles no recogían tributos en estas tierras y por ello se mandó el galeón a Cartagena, para recoger la cosecha generada por tributos del Perú hasta arriba, Colombia. Ya saliendo cargado de metales preciosos los ingleses lo hunden cerca de Barú. La carga bastante costosa –más de actuales diez mil millones de dólares, de lo declarado(1). Dicen que en contrabando había una buena suma adicional.-
Naturalmente
ante ese descubrimiento salieron los dueños –españoles, buscadores de fortuna y
cuanto avivato hay, incluidos los nacionales, de acá!-. Hasta una corte gringa
determinó que era de propiedad del estado colombiano por estar en nuestras
aguas –tan amables los gringos, se les agradece el gesto!-.
Decía
que desde siempre había oído de su existencia porque creo recordar que fue un
ejemplo en clase de derecho internacional, si mal no estoy. Y en efecto, desde
1980 se venían haciendo exploraciones. En 1985 Belisario Betancur informa sobre
el descubrimiento y empezaron a dictarse leyes al respecto. Los gobiernos
subsiguientes mantenían el asunto entrepapelado, tal vez pensando en comisiones
non sanctas. En 2015 Santos presidente volvió a repetir el descubrimiento.
Políticos, me dije, que carecen de memoria. Subió el Duque y la cosa se
empantanó nuevamente, por nuevos estudios, nuevas negociaciones, nuevas
comisiones –non sanctas-, supongo.
Es
decir que ya van casi cuarenta años desde que se supo en dónde andaba el San
José y por tramitología y burocracia –lo que implican comisiones non sanctas-
ahí sigue enterrado, supongo.
Soy
colombiano, por tanto malpensado. Cuando decidan sacar la fortuna que al
parecer transportaba –la declarada y la del contrabando- van a sacar montones
de madera podrida, unos cuantos cañones corroídos y una que otra moneda, es
decir, va a costar más el remedio que la enfermedad y quedaremos debiendo,
seguro. Hasta donde mi malicia me indica, en el lugar donde está enterrado el
barco no hay vigilancia, no creo que haya puesto de policía en custodia. Pero
eso sí, ladrones –de arqueología- o simplemente saqueadores, deben haber
pescado por esa zona durante cuarenta años, será que queda alguito?
Por
eso estamos como estamos, si en vez de haber perdido el tiempo en papeleo y
burocracia no se hubiera sacado todo en su momento… Me saldrán detractores: que
en esa época no se podía bajar tanto –pero ya habíamos llegado a la luna-, que
costaba mucho –pero costo beneficio lo ameritaba-, que no se sabía qué había
–mientras no se sacara no se sabía, ahora menos-.
En conclusión, me digo: pero de qué se sorprende, está en Colombia. Si, como el galeón hundido, está en Colombia, tenía pero ya no tiene, todo se esfuma, como en Colombia!
Haz lo que debas con lo que tienes, Cleopatra, no lamentes lo que pudo haber sido.(2)
La
única razón por la que estas cosas suceden más ahora que en siglos pasados es
porque hay más gente en el mundo, lo que hace que también haya más hijos de
puta. Es una cuestión de porcentajes (3).
[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Gale%C3%B3n_San_Jos%C3%A9; https://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/12/151205_economia_galeon_san_jose_colombia_egn; https://www.portafolio.co/economia/gobierno/colombia-no-compartira-el-tesoro-del-galeon-san-jose-534443; https://www.elheraldo.co/colombia/informe-sobre-tesoro-del-san-jose-es-especulacion-veeduria-del-patrimonio-sumergido-667506.
[2] Colleen McCullough. Antonio y Cleopatra.
[3] Roberto Martínez Guzmán. La suerte de los idiotas.
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