Dicen que así empiezan los grandes diarios, los que no tienen fin, pero así también surgen los que no tienen futuro, los que mueren nada más se inicia. En todo caso son esas intimidades que no pueden salir a viva voz, porque contienen muchos secretos o porque no hay nada qué decir, fuera de contar la eterna rutina, en el segundo caso.
Sin embargo, lo que resulta cierto,
es que la mente morbosa hace que se inicie la lectura de una intimidad ajena,
es un interés por el chisme y para poder saborear lo que esas palabras ajenas,
insisto, ocultan. Los primeros párrafos pueden decirlo todo, así como uno que
otro deja la lectura en este párrafo, al ver que no contenía lo que querían
leer, el pensamiento ajeno, la intimidad de otro, la fortuna o desgracia de ese
otro.
Eso hace un título, un titular y al
ver el engaño, el chisme frustrado, otros desertan de la lectura. Es propio del
periodista, no importa el interior, basta con llamar la atención, como la he
llamado a quienes hasta aquí han leído. Estamos llamados al chisme, al secreto,
al misterio, al secreto, al deseo de entrar en la vida ajena, sin permiso.
De allí el título, lo sé, mentiroso
y manipulador.
En este renglón ya otros habrán
abandonado le lectura, desilusionados y otros pendientes de lo que falta para
decidirse por el abandono, los que piensan que ya no vale la pena continuar.
Hay otros insistentes que continúan
leyendo estas palabras, no por conocer el final, sino para satisfacer la
curiosidad, pensando que tal vez esperando que entre letras se deje ver un
misterioso arcano, o tal vez leyendo a un baboso que abusó de su propio morbo –no
en sentido literal, claro está- y lo dejó en evidencia, le hizo sonrojar y es
mejor abandonar, porque uno no sabe si le lleve al mayor rubor y a ser expuesto
a la burla.
Depende del escritor, hasta dónde le
lleve. Entonces me pregunto, alguno habrá llegado hasta este final? Final
mentiroso y manipulador. Y me dirá, sin rubor: las pendejadas que uno tiene
qué leer!
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