miércoles, 1 de julio de 2020

TRES PALABRAS

            Para perder el tiempo estamos y los mejores distractores, las redes sociales. Sin embargo, a veces aparecen curiosidades, como el que me encontré. Alguien invitando a hacer un cuento de miedo utilizando solo tres palabras.

 

            Normalmente no me pongo a mirar las respuestas, sin embargo, me llamaron la atención las primeras que vi y curiosamente, según el contexto de cada una de ellas, daba para escribir efectivamente el cuento, con simples tres palabras, respetando la convocatoria. Había otros que se extendían al sobrarles una preposición, por ejemplo o se excedían al ponerlas. Esos se descartan porque no cumplen con el requerimiento, pues son solo tres palabras. Y eso me lleva a ver cómo en las redes sociales se hace una pregunta y resultan respuestas de todo tipo, generalmente las estúpidas, las que no tienen nada qué ver, la de los despistados, las de los que quieren dárselas de sapientes, las de los que no saben leer, de los que saben leer pero no entienden, de los culiprontos y de los afanados. De todo hay en la viña del señor!

 

            Tres palabras que de por sí resultan ingeniosas, muy ingeniosas si al leerlas se deja llevar el pensamiento a la situación en la que se dice, lo que le da más fuerza al cuento y, naturalmente, en este caso, genera el consiguiente miedo.

 

            Para un ejemplo, las principales que copié:

 

       De acuerdo, Luzbel.
 
Quién es él?
 
Revisaré tus cuadernos.
 
No eres tú.
 
Por dónde empiezo?
 
Revisé tu celular.
 
Coronavirus se queda.
 
No tengo plata.
 
Es muy pequeño.
 
No me llega.
 
Pase por RRHH (1)
 
No hay papel.
 
Te lo dije.
 
Préstame el auto.
 
Cuándo me paga?
 
Tenemos qué hablar.
 
Quiero saber algo…
 
Lo sé todo.
 
Voy para allá.
 
Hacemos el amor?
 
Luego te llamamos.
 
No te amo.
 
Por ahí no.
 
Me vine adentro.
 
Querida, tengo sida.
 
Positivo para covid.
 
Llegaron las facturas.
 
Ya te chingaste!
 
Empezó a toser!
 
A mi oficina!
 
No lo grabé!

 

            Algunas dan risa, pero vistas, como dije, dentro de su propio contexto, no resultan muy ruiseñas que se digan. Y si se recordaran esos sustos de uno cuando se oyeron, hoy risibles, el corrientazo que se sintió en la columna de abajo hacia arriba y la sensación que estremeció, hacen revivir ese cuento ya lejano.



[1] Válidas las siglas, me digo, al menos por el ingenio y el miedo que daba al oírlo.

Tomado de Facebook

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