miércoles, 30 de abril de 2025

ADIVINADORES

            Viendo la serie de House, por cuarta o quinta vez he de confesar, pues no me canso de verla, noto la imperfección de la ciencia médica, con el perdón plausible de quienes lo sean.

             Traté de averiguar con el doctor Google cuántas enfermedades podían existir actualmente. No logré ningún resultado pues no concretaban cuántas podían ser cardiológicas, intestinales, pediátricas, óseas, cerebrales, pulmonares y demás especializaciones. Nada más quedé asombrado que había cerca de nueve mil enfermedades huérfanas y con eso quedaba yo callado.

             Y eso me llevó a confirmar que la profesión médica es de adivinadores. Que deben realizar una serie de sumatorias y de restas, por no decir multiplicaciones y divisiones, es decir que deben ser matemáticos, pues al conocer la sintomatología deben adivinar si A+B es C, pero si se le resta B puede ser D, que complicada con E resulta que ya no puede ser C sino F, pero agregando G más H la adivinanza se va complicando más, sin poder concretar un diagnóstico. De allí que se hayan inventado, entre otros, los antibióticos de amplio espectro, al no saber en dónde atacar, es mejor darlos sin agüero que si alguno funciona, es que era por ahí, pero se queda con la duda de qué era lo que tenía, aunque la reputación del recetante se mantenga ocultando su ignorancia final.

             Por eso hoy ya se da de alta a un paciente por haber sido curado, sin conocerse definitivamente el verdadero mal, que quedará latente hasta la próxima oportunidad.

             Para que los médicos no se sientan mal, eso mismo acontece con los abogados (con tanta ley que hay deben sumar y restar, de esta ley y esta otra, menos los factores debilitantes, etc. etc.); o los ingenieros o arquitectos, por no hablar de físicos y matemáticos, todo se reduce a adivinanzas y teorías, que por definición no han sido comprobadas debidamente, ni la teoría de Einstein, que sigue siendo teoría.

             Por lo que deduzco es que, a más conocimiento, mayor es la ignorancia que tenemos.

             Y así debemos quedarnos, como cuando un médico respondía de qué había muerto su paciente: pues de viejo, de qué más! 

Es sabido que el final de una historia es sólo el principio de otra distinta.[1] 

Tomado de Facebook
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[1] Lo mejor que le puede pasar a un cruasán. Pablo Tusset.


lunes, 28 de abril de 2025

CERTEZA

            Si solo existiera la certeza, la duda y el misterio no existirían, oí en la película Cónclave.

            Si todo fuera bueno hasta el aburrimiento se escandalizaría.

             Si la perfección existiera, este mundo no sería mundo, sería el paraíso. Soportaríamos vivir en ese paraíso, me preguntaba, porque no habría ni una gota de preocupación ni de estrés.

             Quedo sin palabras al pensar en la Atlántida, como nos la han pintado. La perfección social.

             Es claro que no podemos ser perfectos y eso teniendo en cuenta que ni siquiera pisamos el primer escalón de la perfección, aunque consideremos lo contrario.

             Por eso me pregunto si el exceso de felicidad no sería aburridora


Tomado de Facebook
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viernes, 25 de abril de 2025

CONFIADOS

             En estos tiempos modernos, donde la tecnología reina, me preguntaba qué tan seguros estamos.

             Confiamos en que estamos más seguros que hace mil años, porque la tecnología así nos lo asegura, como lo hacen las empresas, como lo hacen los gobiernos.

             Me estaré volviendo paranoico o estaré creando una teoría conspirativa, una más.

             Ni lo uno ni lo otro. Simplemente estaba viendo una película (Departure, temporada 2) que me puso a pensar en que la confianza que tenemos en la tecnología es la misma, guardadas proporciones, a la que se debía tener hace doscientos años.

             Aviones, carros, trenes, empresas, servicios públicos, represas, en una palabra, todo lo que nos rodea está dependiendo de computadores y celulares, sometidos a un intangible que es vulnerable, a pesar de lo que nos digan y como nos lo vendan, pero del que tenemos plena confianza, cosas rara en estos tiempos.

             Ya los hackers lo han demostrado en algunas oportunidades, no hay nada insaltable, quedan demostradas las fallas y las debilidades de los sistemas.

             Pero seguimos confiando, cosa curiosa pero a pesar de todo y de todas sus debilidades, seguimos confiando. Parece que es el riesgo de la automatización.

             Los intangibles parecen que nos hacen sentir seguros, vaya cosa divina. Y lo más curioso es que en lo que menos podemos confiar es en la tecnología, nos sigue a todas partes.

Tomado de Facebook
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lunes, 21 de abril de 2025

OTRA REFLEXIÓN

             Me miro en el espejo y me pregunto si ese de ahí soy yo.

             Sin pretender ser repetitivo, aunque a los viejos que vivimos del recuerdo no es permitido y todo se nos perdona, volvió la canción a mi mente nada más me levanté y vi un reflejo en el espejo.

             Así fue, me vi de reojo en el espejo y me pregunté, mientras la melodía avanzaba, si ese de ahí era yo, pues en mi recuerdo no era tan viejo, tan arrugado ni tan feo como me veía. Pensé que así me veían los niños, como un viejo, un abuelo, un anciano, cada cual escoja el apelativo que quiera.

             Y ese reflejo era yo y nada qué hacer, la realidad, una vez más, mató al recuerdo y así ha de ser aceptado y así he de aceptarme, ya no hay reversa. Y con el tiempo seré más viejo, el espejo no puede mentir, así como va y aún a pesar de lo que diga el cerebro que siempre trata de llevarme la contraria.

             Pensamientos de semana santa! 

No sé si estoy aquí como huésped o como preso —contestó Nicholai con franqueza, y lo dejó estar.

- Como en la vida misma. —El monje dejó escapar una risilla—. ¿Somos su huésped o su prisionero?

—Supongo que según lo que dicta la vida.[1]

Tomado de Facebook
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[1] Satori. Don Winslow.


viernes, 18 de abril de 2025

VIERNES SANTO

             No era mi intención escribir en semana santa, semana de reposo que quería tener lejos de esta semana de vacaciones, para los que trabajan, para los pensionados una semana igual a otra cualquiera. Semana que otrora era de mediano recogimiento, hasta que perdió cualquier viso religioso y eso sin entrar en tema religioso profundo que saben me produce cierto prurito.

             Como sea, al estar pasando de canal en canal, en alguna procesión de algún pueblo, el relator decía: los dolores y el sufrimiento son para fortalecer el cuerpo y el alma. Y ahí se disparó mi intelecto agnóstico y anticlerical, si he de decir la verdad. En pleno siglo XXI venir a oír semejantes estupideces. Flagelarse en pleno siglo XXI para lograr el perfeccionamiento espiritual a través del dolor y el sufrimiento. Así se despertó la piedra que envuelve este escrito. Afirmaciones medievales de la iglesia que todavía se repiten siglos después, como si la historia y la ciencia no hubieran demostrado lo contrario.

             El dolor y el sufrimiento, propio o ajeno, lo único que hacen es enfermar el cuerpo y el alma y de allí que haya tanto loco y fanático que no entienden razones, que no saben que lo mejor de esta vida es vivir en paz, sin dolor ni sufrimiento.

             La iglesia que se dice tan liberal en estos tiempos modernos (a pesar de que mantiene principios medievales traídos de los cabellos), debería dejar el fanatismo, ser abierta, dejar que cada cual piense lo que se le dé la gana, sin condenarlo y más bien dedicarse en ver cómo mejora y evita que la clientela se le vaya. En eso debería centrarse.

             Me confieso que por esa frase se me disparó la piedra y de esa manera se me salió el diablo que llevo conmigo y todo en un viernes santo que debía ser de recogimiento y divina dulzura…

             … los dolores y el sufrimiento son para fortalecer el cuerpo y el alma, vaya estupidez más grande. 

Satori —repitió Xue Xin. Enseguida apostilló—: Si nuestros pensamientos nos hacen prisioneros, parece evidente que también pueden liberarnos.[1]

Tomada de Facebook


[1] Satori. Don Wislow.

Satori es el momento en que se descubre de forma clara que solo existe el presente (donde nace el pasado y el futuro), creándose y disolviéndose en el mismo instante; con lo que la experiencia aclara que el tiempo es solo un concepto, que el pasado y el futuro son una ilusión al igual que todo el mundo físico. Satori es un momento de comprensión al nivel más alto, es ir más allá de la experiencia terrenal. Esta experiencia solo se da en niveles elevados de conciencia, comunes en los meditadores, pero al alcance de cualquier persona; además, no se debe entender como un fin, sino como un constante suceder sin fin último. Esto porque si una persona tiene su satori lo único que ha hecho es eliminar un conflicto mental, aclarar su comprensión del sentido de la vida o habrá reestructurado su personalidad de tal manera que ello le permitirá vivir más contento. No obstante, seguirá trabajando, comiendo, durmiendo, pagando impuestos, etc., es decir, su proceso continuará hacia una comprensión más clara de la existencia. Esto se puede constatar en la famosa anécdota del zen que a continuación se cita: «Antes de la iluminación, los ríos eran ríos y las montañas eran montañas. Cuando empecé a experimentar la iluminación, los ríos dejaron de ser ríos y las montañas dejaron de ser montañas. Ahora, desde que estoy iluminado, los ríos vuelven a ser ríos y las montañas son montañas». Wikipedia.


lunes, 14 de abril de 2025

CULPABILIDAD

             Somos responsables del estado del planeta, es lo que repiten sin interrupción los ecologistas. Supongo que también lo somos por el pecado original, como insisten en repetir los cristianos. Pareciera un mismo discurso que conlleva responsabilidad y en consecuencia con una buena dosis de culpabilidad, que quieren imponernos.

             Antes de que existieran los fanáticos del ecologismo se necesitó de una buena dosis para elevar la calidad de vida, por los medios que nos ofreciera la naturaleza, no había de otra para poder sobrevivir. Oí en una conferencia de un físico que nuestros antecesores no fueron responsables de la deforestación ni de sus consecuencias, porque no lo sabían, eran ignorantes de las consecuencias. Porque estaban obligados a construir sus casas, a obtener leña, a hacer fogatas, a hacer multitudes de cosas que hoy al ser criticables, le fueron endosadas con el grado de culpabilidad que no se merecían. Debían sobrevivir, unos inocentes ignorantes.

             Naturalmente soy hijo de mi tiempo y no me arrepiento y tampoco puedo tener culpa alguna por serlo. Si he de ser más preciso, yo no dañé el planeta, no soy responsable de como está, así como tampoco se puede culpar a nuestros más antiguos antecesores por hacer lo que les tocaba hacer, no tenían alternativa. Pero se dirá que yo si la tengo. Pues no, para desplazarme a otra ciudad no me iré a pie para que la gasolina no contamine, conmigo o sin mí los vehículos seguirán su camino. Y no soy mártir, lo advierto, no tengo ni una gota de ello. Ni me bañaré con agua fría, mientras haya gas disfrutaré de este placer.

             No somos culpables y los ecologistas no pueden hacerme sentir culpable, pues con las que cargo ya son suficientes, que no me abulten con una más. Con el pecado original tengo más que suficiente, pues así lo siguen predicando los curas, a pesar de que se supone que con la crucifixión fui liberado, pero los curas insisten en reprochar mi eventual culpabilidad, pero dejemos así, va y me meto en honduras. Pero no me distraigo.

             Insisto en que no soy responsable, por acción, por omisión o por herencia de cómo se encuentra el planeta, por eso creo que los ecologistas fanáticos deben renunciar a hacerme sentir culpable, a hacerme sentir mal. Que se jodan, yo no soy responsable, si he de ser sincero y menos soy culpable, no está por demás advertir que cumplo con mi cuota de ecología, en la medida de mis capacidades, en eso soy respetuoso con la naturaleza, pero soy hijo de mis tiempos.

             Entonces echémosle la culpa a las vacas, ellas no tienen posibilidad de apelar.

                                                                            Nicholai pensó que cada cierto tiempo todo ser humano necesita cometer un pecado venial porque, de lo contrario, no es totalmente humano. Satori. Don Winslow.

Tomado de Google



[1] Y saber que las vacas no son las culpables, no ha sido fácil para mí.  Aceptarlo y sobre todo entenderlo pues durante mucho tiempo solo veía lo malo de la ganadería y claramente no estaba viendo la película completa.  Y debo decir que es una película más esperanzadora de lo que me imaginaba y si peco de inocente lo prefiero para poner las energías en el cambio posible y no en el abismo paralizante. https://www.lasillavacia.com/opinion/seran-las-vacas-las-culpables/

viernes, 11 de abril de 2025

ACASO NO FUE AYER?

             A veces cuando voy por las calles veo gente con tapabocas y eso me hizo pensar si la pandemia fue cosa del pasado, de un lejano pasado, de ese covid que nos aisló hace unos pocos años.

             También, mientras caminaba, oía a la gente decir mientras conversaban por celular que tenían que colgar porque se aproximaban los cinco minutos que no tenía cobro o porque se estaban quedando sin minutos y hoy se ve a la gente hablando durante horas puras pendejadas, contándose sus cuitas. Y eso me llevó a preguntarme cuándo pasó ese tiempo en que uno tenía que cuidar los minutos hablados?

             Y qué decir del teléfono fijo, hoy un adorno más, mientras que ayer, no hace demasiado tiempo, era una necesidad.

             Cuándo se pasó ese tiempo, me sigo preguntando. Si solo fue ayer, en el caso de estos ejemplos y el tiempo pasó sin darnos cuenta de los cambios grandes, pero sutiles, lo que me llevó a pensar que nuestra memoria es muy frágil y el olvido mayor.

             Pero qué cosas, no?

Tomado de Facebook
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lunes, 7 de abril de 2025

UN PODCAST

             Para los momentos en que es mejor distraer el pensamiento, como cuando uno va en plácida caminata, no hay como la música o un buen podcast, entretiene y hace que el tiempo pase más rápido para llegar al destino, sin intromisión de pensamientos inútiles o desviacionistas.

             Me encontré uno que realmente resulta muy gratificante, o al menos eso me parece, Emilio Duró[1], Para ser feliz necesitas un propósito. Bastante ilustrativo, ameno y acertado en su generalidad, al menos para mí. (Los párrafos pueden sonar sin ilación el uno con el otro, debido a que la conferencia se dio a modo de preguntas y respuestas, de ahí la necesidad de la aclaración).

             Hubo una serie de afirmaciones que llaman a la reflexión que procuraré subrayar, como una con la que iniciaba su exposición: Lo que nos mantiene vivos es la esperanza.

             En estos tiempos en que no vivimos sino sobrevivimos, es acertada y sobre todo a que somos de mal humor de profesión. El cerebro está diseñado para ser pesimista y por eso casi el 85% de la gente es pesimista. Y ante la pregunta de si es optimista responde que depende del día y que si es feliz, depende del día responde igualmente y así es.

             Y otra pregunta cogida al vuelo: Y tu por qué corres? Pregunta que nunca se hace, simplemente se corre porque así es la vida actual, se corre sin sentido, sin saberse, sin preguntarse, dando origen al estrés del cual nos quejamos luego. Y con todo, todos estamos en la búsqueda del amor, de la felicidad, de la aceptación, pues es mejor ser feliz que tener la razón. Y el estar estresado parece que es mejor que no estarlo, curiosa contradicción.

             Luego habla de que la vida se pasa en decisiones. Y menciona un número grande de decisiones que se toman cada día, sin ser gerente sino una persona corriente. Por eso me imaginé que así era, cuya ilustración puede ser llegada la hora del almuerzo. Mirar el reloj y decidir si se sale ya o más tardecito. Si tomar este u otro camino. Si hacer cola o buscar otra opción. Ver el menú y elegir entre uno u otro. Decidir si se come rápido o con calma, según la disponibilidad del tiempo o del clima. Si se va al baño antes o después del retorno. Y con estos renglones ya se pueden ver seis decisiones que debieron tomarse, consciente o inconscientemente.

             Y habla también de que la vida la estamos vendiendo a los demás, porque terminamos (por necesidad, por aceptación, por complacencia, por presión) haciendo lo que los demás quieren de nosotros, dejando de hacer cosas que quisiéramos hacer, aún solos, sobre todo aquellas que no son para compartir, sino para alimentar el propio interior.

             Hizo otra afirmación que decía que la vida es igual para todos, pero es diferente a cada uno, lo primero entendido como concepto general, lo otro como percepción personal. Y vaya si tiene razón.

             Reiteraba que uno debe alejarse de las personas pesimistas, porque la mala suerte se pega. Si uno quiere reprogramar el cerebro en el optimismo se debe unir a optimistas, porque en serio, la mala suerte se pega.

             Todo porque el cerebro es selectivo. Busca lo que quiere, selecciona la información que está de acuerdo con lo que pensamos, el cerebro no quiere ver la verdad, solo quiere tener la razón. Y nunca quiere quedar mal, si no sabe la respuesta, si no tiene la percepción, inventa lo primero que se le ocurre, pues nunca puede reconocer que no sabe y tampoco puede quedarse en silencio, aunque bueno, recuerdo que en mis años mozos si me pasaban al tablero a resolver una ecuación me quedaba en blanco, me bloqueaba y es cierto que el cerebro respondía con pendejadas como: ehhh o releyendo lo que reflejaba el tablero, mientras el rubor nos inundaba y nos hacía sentir lo más estúpidos que éramos dentro de ese planeta. Y lo mejor era que de cuarenta compañeros, el 80% nos sentíamos así, pero imposible reconocerlo en voz alta.

             Todos queremos ser queridos y por eso tenemos miedo al fracaso y miedo al rechazo, sin saber que no todo depende de ti. Todos no pueden ser primeros, el primero es el primero y el resto es el resto, pero estamos esclavizados a que siempre estamos predispuestos a compararnos con los otros, como si fuera una competencia. Y culmina el tema señalando que si se da una medalla al primero lo que se está haciendo es desmotivando al resto (lo dejo en puntos suspensivos).

             La mente es la que proyecta la vida y el cerebro ve todo lo malo de preferencia, por lo que no estamos preparados para ser felices. De allí que sugiera la necesidad de reprogramar la mente, ejercitar el pensamiento en el optimismo, en lo bueno alejando a sus contrarios y el ver el vaso con agua tal como es, sin calificarlo si está medio lleno o medio vacío, simplemente aceptando que hay un vaso con agua y punto. Todo porque la mente es lo que te hables. Nunca te digáis cosas que no queréis que te pasen. Nunca digáis cosas negativas. La mente es lo que pensáis. Haced una lista de lo que tenéis, no de lo que te hace falta, pues la felicidad es la esperanza de

             Y hay que tener cuidado con andar en el valle de las excusas. En vez de buscar culpables se deben asumir responsabilidades, a pesar de que somos detractores de nosotros mismos, pues de esa manera se sobrevive, pero no se vive.

             Una hora bien gastada que lleva a concluir que se puede cambiar en pequeñas cosas. 

Se preguntó si estaba preparado.

Lo estaba.

Evocó las palabras de Kishikawa: «Esa cuestión queda resuelta cuando uno está preparado para morir. Entonces solo hay que pensar en la acción. Piensa solamente en el éxito, ya que el fracaso se ocupa de sí mismo». [2]

Tomado de Facebook
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[1] https://www.bbva.com/es/sostenibilidad/podcast-emilio-duro-para-ser-feliz-necesitas-un-proposito/

[2] Satori. Don Wislow.

viernes, 4 de abril de 2025

SOY ASÍ

            Soy así. Soy así? Y si soy así, cómo es que soy? De entrada ni siquiera sé cómo soy, porque no tengo la objetividad necesaria para describir lo que soy, elevaré las partes buenas que pueda tener, para no deprimirme, supongo, y minimizaré las negativas, para elevar mi ego, supongo. Pero nunca atinaré a definir lo que soy, lo que realmente soy, sobre todo teniendo secretos que se deben mantener en el arcano.

             A un niño de cinco años le ponen de tarea hacer una cartelera en donde debe poner las cosas buenas que tiene (o las cosas que le gustaban de él, vale el eufemismo) e igualmente las malas (las cosas que le disgustaban de él, e igualmente vale el eufemismo). Cinco años de edad, a mí me ponen a hacerlo a mis setenta y los mando para el carajo. Como sea, las buenas fueran rápidamente solucionadas. Las que le disgustaba… ahí empezó el problema, se negaba a ponerlas. Pero eres terco, tienes que ponerlas. Que no, que no soy terco. Entonces ponlas; que no, que no soy terco y no las voy a poner. Ves como eres terco. Que no soy terco y no voy a poner que soy terco. Si ves que con eso estás demostrando que eres terco. Que no lo soy, sentenció. Metiéndome en tema que no me correspondía casi le sugiero que simplemente pusiera que no quería poner cosas que le disgustaban de él, aunque realmente le disgustaba ser terco? Qué tal que le gustara serlo? Buena pregunta me hago ahora, pues siendo así era para ponerlo en el listado de lo que le gustaba, porque quién es uno para criticar al otro en estos temas? Un niño de cinco años que ya procedía como adulto. Estos muchachitos nacieron sabidos.

             Pero bueno, pareciera que evadiera el tema, aunque no me estoy confesando, simplemente pensaba en voz alta, aunque prefiero no pensar en las cosas malas o que presuntamente pueden otros considerar como cosas malas, pues ya no sé si me disgustan o no esas cosas denominadas como malas. Vaya punto de vista. Además el decirlas uno nunca sabe cuándo pueden ser usadas contra uno mismo.

             Como sea, uno nunca sabe quién es, por falta de objetividad, los demás tampoco, porque no conocen toda la historia, solo parte de ella, la buena o la mala, generalmente solo una de ellas. Por lo tanto tampoco son objetivos pues uno se ha encargado de mostrar solo una cara y mientras no se sepan las totalidades mucho mejor, o si se prefiere podría confesar que no tengo cosas malas (son los otros los que así lo consideran, no yo) y no soy terco. Seguro, no soy terco, terco yo? Ah bueno, entonces cómo soy yo? Soy así y punto (sin terquedad, ajá). 

            Alguien dirá: pero al fin quién es él? O mejor, por qué es así.

              Y pienso que si los demás pensaran en esto, ya seríamos muchos los que nos hemos preguntado (o afirmado), soy así (con o sin interrogación) o alguno se preguntará (o afirmará) soy así (con o sin interrogante) y lo mejor es dejarlo como afirmación porque si se lo preguntan, seguro que no van a ser objetivos. 

            Nótese la desviación del tema. Una afirmación interrogativa. Soy así y no por qué soy así, ni cómo soy, ni la esperanza de ser visto o no. Soy un intríngulis de alguien y de mí mismo, que no sabía sobre qué escribir. 

… no colecciona nombres, sólo colecciona adjetivos. [1]

Tomado de Facebook
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[1] Lo mejor que le puede pasar a un cruasán. Pablo Tusset.


miércoles, 2 de abril de 2025

MIÉRCOLES!

             Sí, miércoles, no tengo tema. Sin palabras. Eso me hizo pensar en el pensamiento, no son palabras, son un algo que se produce en el cerebro pero que toman la forma de palabras, cuando las verbalizamos y cuando las pensamos? Irene Vallejo en una entrevista dijo que las palabras son aire. Me pregunto si los pensamientos también lo son, van y vienen como el viento.

 Palabras, no necesitamos de su significancia para saber sobre su significado (aunque la duda me llevó a la RAE: Unidad lingüística, dotada generalmente de significado, que se separa de las demás mediante pausas potenciales en la pronunciación y blancos en la escritura. Representación gráfica de la palabra hablada. Vaya entendimiento). Como sea, cuando se escriben pensamientos o se verbalizan, la cosa cambia y cambia en la medida en que se puedan leer y entender, pues el que no sabe leer no sabe entender y allí las palabras pierden significancia. Igual acontece cuando al oyente le entra por un oído y le sale por el otro. Cosas curiosas que se pueden encontrar cuando a uno le da por pensar.

 Y la palabra cuando no tiene oídos que le escuchen se evaporan, aún los libros cuando no son leídos no tienen conciencia que solo se adquiere cuando son leídos. Lo que le da a uno por pensar cuando no tiene tema.

 Y de la palabra se puede hablar mucho, como de la palabra dada, de la injuriosa, de la venenosa, de la amorosa.

 En fin, sí había tema. Las palabras estaban, solo faltaba escribirlas, plasmarlas para que sean leídas, si es que hay quien las lea, porque de no ser así, son palabras que se las lleva el viento, siendo solo aire. 

Miércoles, me sorprendo, sí había tema, solo faltaba la inspiración o era la imaginación. 

Las palabras apresan los sonidos, pero también a las personas. Tienes que tener cuidado.[1] 

Tomado de Facebook
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[1] La diosa contra Roma. Pilar Sánchez Vicente.