Para los momentos en que es mejor distraer el
pensamiento, como cuando uno va en plácida caminata, no hay como la música o un
buen podcast, entretiene y hace que el tiempo pase más rápido para llegar al
destino, sin intromisión de pensamientos inútiles o desviacionistas.
Me encontré uno que realmente resulta muy gratificante, o
al menos eso me parece, Emilio Duró,
Para ser feliz necesitas un propósito. Bastante ilustrativo, ameno y
acertado en su generalidad, al menos para mí. (Los párrafos pueden sonar sin
ilación el uno con el otro, debido a que la conferencia se dio a modo de
preguntas y respuestas, de ahí la necesidad de la aclaración).
Hubo una serie de afirmaciones que llaman a la reflexión
que procuraré subrayar, como una con la que iniciaba su exposición: Lo que
nos mantiene vivos es la esperanza.
En estos tiempos en que no vivimos sino sobrevivimos, es
acertada y sobre todo a que somos de mal humor de profesión. El
cerebro está diseñado para ser pesimista y por eso casi el 85% de la gente
es pesimista. Y ante la pregunta de si es optimista responde que depende del
día y que si es feliz, depende del día responde igualmente y así es.
Y otra pregunta cogida al vuelo: Y tu por qué corres?
Pregunta que nunca se hace, simplemente se corre porque así es la vida actual,
se corre sin sentido, sin saberse, sin preguntarse, dando origen al estrés del
cual nos quejamos luego. Y con todo, todos estamos en la búsqueda del amor, de
la felicidad, de la aceptación, pues es mejor ser feliz que tener la razón.
Y el estar estresado parece que es mejor que no estarlo, curiosa contradicción.
Luego habla de que la vida se pasa en decisiones.
Y menciona un número grande de decisiones que se toman cada día, sin ser
gerente sino una persona corriente. Por eso me imaginé que así era, cuya
ilustración puede ser llegada la hora del almuerzo. Mirar el reloj y decidir si
se sale ya o más tardecito. Si tomar este u otro camino. Si hacer cola o buscar
otra opción. Ver el menú y elegir entre uno u otro. Decidir si se come rápido o
con calma, según la disponibilidad del tiempo o del clima. Si se va al baño
antes o después del retorno. Y con estos renglones ya se pueden ver seis
decisiones que debieron tomarse, consciente o inconscientemente.
Y habla también de que la vida la estamos vendiendo a los
demás, porque terminamos (por necesidad, por aceptación, por complacencia, por
presión) haciendo lo que los demás quieren de nosotros, dejando de hacer cosas
que quisiéramos hacer, aún solos, sobre todo aquellas que no son para
compartir, sino para alimentar el propio interior.
Hizo otra afirmación que decía que la vida es igual para
todos, pero es diferente a cada uno, lo primero entendido como concepto
general, lo otro como percepción personal. Y vaya si tiene razón.
Reiteraba que uno debe alejarse de las personas
pesimistas, porque la mala suerte se pega. Si uno quiere reprogramar
el cerebro en el optimismo se debe unir a optimistas, porque en serio, la mala
suerte se pega.
Todo porque el cerebro es selectivo. Busca lo que quiere,
selecciona la información que está de acuerdo con lo que pensamos, el
cerebro no quiere ver la verdad, solo quiere tener la razón. Y nunca quiere
quedar mal, si no sabe la respuesta, si no tiene la percepción, inventa lo
primero que se le ocurre, pues nunca puede reconocer que no sabe y tampoco
puede quedarse en silencio, aunque bueno, recuerdo que en mis años mozos si me
pasaban al tablero a resolver una ecuación me quedaba en blanco, me bloqueaba y
es cierto que el cerebro respondía con pendejadas como: ehhh o releyendo lo que
reflejaba el tablero, mientras el rubor nos inundaba y nos hacía sentir lo más
estúpidos que éramos dentro de ese planeta. Y lo mejor era que de cuarenta
compañeros, el 80% nos sentíamos así, pero imposible reconocerlo en voz alta.
Todos queremos ser queridos y por eso tenemos
miedo al fracaso y miedo al rechazo, sin saber que no todo depende de ti.
Todos no pueden ser primeros, el primero es el primero y el resto es el resto,
pero estamos esclavizados a que siempre estamos predispuestos a compararnos con
los otros, como si fuera una competencia. Y culmina el tema señalando que si se
da una medalla al primero lo que se está haciendo es desmotivando al resto (lo
dejo en puntos suspensivos).
La mente es la que proyecta la vida y el
cerebro ve todo lo malo de preferencia, por lo que no estamos preparados
para ser felices. De allí que sugiera la necesidad de reprogramar la mente,
ejercitar el pensamiento en el optimismo, en lo bueno alejando a sus contrarios
y el ver el vaso con agua tal como es, sin calificarlo si está medio lleno o
medio vacío, simplemente aceptando que hay un vaso con agua y punto. Todo
porque la mente es lo que te hables. Nunca te digáis cosas que no queréis
que te pasen. Nunca digáis cosas negativas. La mente es lo que pensáis. Haced
una lista de lo que tenéis, no de lo que te hace falta, pues la felicidad es la
esperanza de…
Y hay que tener cuidado con andar en el valle de las
excusas. En vez de buscar culpables se deben asumir responsabilidades, a
pesar de que somos detractores de nosotros mismos, pues de esa manera se
sobrevive, pero no se vive.
Una hora bien gastada que lleva a concluir que se
puede cambiar en pequeñas cosas.
Se
preguntó si estaba preparado.
Lo
estaba.
Evocó
las palabras de Kishikawa: «Esa cuestión queda resuelta cuando uno está
preparado para morir. Entonces solo hay que pensar en la acción. Piensa
solamente en el éxito, ya que el fracaso se ocupa de sí mismo».
Tomado de Facebook
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