Viendo la serie de House, por cuarta o quinta vez he de
confesar, pues no me canso de verla, noto la imperfección de la ciencia médica,
con el perdón plausible de quienes lo sean.
Traté de averiguar con el doctor Google cuántas
enfermedades podían existir actualmente. No logré ningún resultado pues no
concretaban cuántas podían ser cardiológicas, intestinales, pediátricas, óseas,
cerebrales, pulmonares y demás especializaciones. Nada más quedé asombrado que
había cerca de nueve mil enfermedades huérfanas y con eso quedaba yo callado.
Y eso me llevó a confirmar que la profesión médica es de
adivinadores. Que deben realizar una serie de sumatorias y de restas, por no
decir multiplicaciones y divisiones, es decir que deben ser matemáticos, pues
al conocer la sintomatología deben adivinar si A+B es C, pero si se le resta B
puede ser D, que complicada con E resulta que ya no puede ser C sino F, pero
agregando G más H la adivinanza se va complicando más, sin poder concretar un
diagnóstico. De allí que se hayan inventado, entre otros, los antibióticos de
amplio espectro, al no saber en dónde atacar, es mejor darlos sin agüero que si
alguno funciona, es que era por ahí, pero se queda con la duda de qué era lo
que tenía, aunque la reputación del recetante se mantenga ocultando su
ignorancia final.
Por eso hoy ya se da de alta a un paciente por haber sido
curado, sin conocerse definitivamente el verdadero mal, que quedará latente
hasta la próxima oportunidad.
Para que los médicos no se sientan mal, eso mismo
acontece con los abogados (con tanta ley que hay deben sumar y restar, de esta
ley y esta otra, menos los factores debilitantes, etc. etc.); o los ingenieros
o arquitectos, por no hablar de físicos y matemáticos, todo se reduce a
adivinanzas y teorías, que por definición no han sido comprobadas debidamente,
ni la teoría de Einstein, que sigue siendo teoría.
Por lo que deduzco es que, a más conocimiento, mayor es
la ignorancia que tenemos.
Y así debemos quedarnos, como cuando un médico respondía
de qué había muerto su paciente: pues de viejo, de qué más!
Es sabido que el final de una historia es sólo
el principio de otra distinta.
Tomado de Facebook
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