No sé por dónde empezar. Que sea por la definición que me
da la IA de Google: "Odio visceral" significa un odio
extremadamente intenso e irracional, a menudo asociado a una reacción emocional
muy fuerte y profunda. Es como si el odio viniera de las entrañas, de lo
más interno de uno. La palabra "visceral" indica que el
sentimiento se siente con mucha fuerza, como si fuera parte de la propia
naturaleza. En pocas palabras, "odio visceral" describe un odio
muy intenso, que va más allá de la mera emoción y se convierte en algo muy
personal y casi instintivo.
Nunca lo había sentido. Odio sí, piedra mucha, ganas de
coger el mundo a patadas, unas cuantas veces, mi perfección no lo es tanta.
Pero… la pata que le nace al cojo, diría mi mamá. Siempre
hay un pero, repito.
Admiré a don Petro, nuestro presidente (bueno, presidente
del resto de colombianos) cuando era senador, me encantaban sus intervenciones,
he de confesarlo. Ya cuando lo nombraron alcalde la cosa empezó a cambiar, sus
escándalos, sus triquiñuelas ya empezaron a decir mucho de él y de lo inepto
que era para administrar. Por no hablar de las palizas que en su momento le
daba doña Vero, aunque siempre se explicaban con que se pagaba contra la puerta
y eso ya dice mucho de un gobernante, que pueda ser cobarde pero no debe
demostrarlo demasiado.
El colmo es cuando llegó a la presidencia. Los
desplantes, la traición, la desbocada en la corrupción tan evidente (le
hubiéramos hecho caso a Turbay cuando dijo que la corrupción “hay que
pretender bajar la corrupción a sus justas proporciones”,
pero todo el mundo lo vilipendio). Y qué decir de sus constantes borracheras y
el hecho de que se dice en los corrillos que también mete droga; por algo lo
dejaría la Vero.
Pues bien, cada día al leer los periódicos sale Petro con
sus bobadas, cuando no sus estupideces (el tren bala de la Guajira a la
Patagonia, o el gas por las líneas eléctricas, etcétera y un largo etcétera),
cuando no llega a las citas, cuando se victimiza, cuando su voz hace llamada al
populismo (que ni siquiera lo apoya, a menos que les pague por ir) y así una
lista de reproches que me llevarían una eternidad simplemente citar. Todo eso
me revuelve el estómago, diría mi mamá.
Y entonces nace en mí un odio, visceral, sí, así, como
algo personal e instintivo y no me puedo reprimir a publicar la noticia en
Facebook, con el respectivo comentario mío, venenoso hasta más no poder. Es que
me da una piedra con la estupidez de ese inepto que no me puedo controlar, de
allí que sea en extremo intenso e irracional que además de afectar mi salud
mental hace que salga lo peor que hay en mí.
Ya es una adicción, trato de controlarla, pero al ser una
adicción no puedo dejar de hacerlo, a pesar de ser consciente del daño que me
hace. Me prometo cada vez que me enervo que no lo vuelvo a hacer, pero la
siguiente estupidez de Petro me hace incontrolable y más cuando en mi intimidad
pienso que es tan peligroso que puede volverse dictador y eso me preocupa.
Soy consciente que debo controlar mi odio visceral,
extremadamente intenso e irracional, que se convirtió en algo personal e
instintivo, pero como cualquier adicto me prometo controlarlo pero no he
podido, tanto como que Petro no ha podido dejar de beber ni de meter de aquel
polvito blando del que es prohibido hablar, ni de ser inepto y estúpido.
Una promesa más que me hago, espero cumplirla, solo por
mi salud mental. (No vuelvo a publicar mis comentarios en Facebook. No vuelvo a
publicar mis comentarios en Facebook. No vuelvo a publicar mis comentarios en
Facebook. No vuelvo a publicar mis comentarios en Facebook. No vuelvo a
publicar mis comentarios en Facebook. No vuelvo a publicar mis comentarios en
Facebook. No vuelvo a publicar mis comentarios en Facebook. No vuelvo a
publicar mis comentarios en Facebook. No vuelvo a publicar mis comentarios en
Facebook.)
Creo que ni yo mismo me creo mis promesas, pero al menos
ya me desahogué en público.
A menudo el acceso a un puesto de mando es
señal de talento, pero aún más a menudo de su carencia. Para los mediocres que
andan tras un puesto, el peor castigo es conseguirlo.
ya mas tranquilo?
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