Estando de viaje he caminado a través de los siglos. Castillos, torretes, monasterios de muchos siglos y me llama la atención que pasados quinientos y seiscientos años si no más, se mantengan en general en buen estado, aunque los hay en ruinas que ni para qué tomarse la molestia de visitarlas.
En una caminata de esas en subida a un monasterio[1],
creo que del siglo XII, vi que el camino no era un camino corriente sino que a
partir del puente de entrada, por algunos kilómetros, el camino estaba
pavimentado por piezas de pizarra, supongo, puestas delicadamente, una a una y
el camino era al menos de cuatro metros de ancho.
Me
preguntaba cómo fue que hicieron esa obra de arte, una a una y que ha aguantado
tantos siglos y ahora con el peregrinaje más, sin que haya desaparecido, en
medio de la zona boscosa que le rodea. Y es más, de dónde sacaron esa piedra y
cómo la transportaron hasta allí, en la cima de una montaña y cuánto trabajo
les costó. Y el reto adicional fue la construcción del monasterio que a pesar
de verse pequeño es una obra de arquitectura particular, si se parte de la base
de la época en que se construyó, lo que no deja de preguntarse también de dónde
sacaron la roca para su construcción y cómo la subieron y cuánto se gastaron en
hacerlo, sin usar cemento, naturalmente. Y ni hablar de las bóvedas, de los
techos y del campanario, no es cualquier obra la que se hizo en su tiempo, son
palabras mayores que el tiempo aún mantienen.
Son
cosas que me asombran cuando visito estas antigüedades y me quedo con la
pregunta de si la arquitectura ha aprendido de ellos, si se han tomado la
molestia de analizar la ciencia que hay detrás de ellos, porque creo que no, el
orgullo moderno impide aprender del ayer, porque es cosa de viejos.
Lástima,
porque con los avances modernos esas antigüedades podrían ayudarnos en muchas
cosas para hacerlas precisamente más duraderas.
Pero
es lo que hay, dirá cualquier español como conclusión a preguntas retóricas.
Si se tratase de un verdadero Monasterio , que lo debe ser, habrá de contener una completa ( aunque oscura) biblioteca. Entre arcanos y polvos unos cuantos escritos gallegos te recontarán frías historias de espantos que conformaron el camino “de las mil preguntas sin respuesta”.
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