Por siempre te amaré. O cualquier otra de sus variantes:
Hasta que la muerte nos separe, por ejemplo. Son frases que dichas en su
momento resultan esperanzadoras, prometedoras, reales, si se quiere.
Pero el tiempo pasa. Y esa eternidad prometida puede ir
desvaneciéndose, diluyéndose de a pocos y hasta olvidándose, pues de haberla
oído, llegado el momento adecuado uno debería preguntarse y en dónde quedó
aquello de por toda la eternidad?
De suceder, supongo, quedaría uno sin palabras como
pregunta retórica. Si se la hace uno en su profundo silencio puede ir
vislumbrando cuándo la eternidad se volvió relativa, cuándo la promesa inicial
empezó su etapa de evaporación.
Pero lo más curioso es que siendo uno consciente de
expresarla en su momento como verdad dogmática, puede corroborar que a lo largo
de su propia vida no fue promesa vana de momento, sino que fue repetida en
diversas oportunidades, de esa misma vida, aún a sabiendas que al haber sido
ofrecida no contenía la verdad, sino un deseo esperanzador. Pero las cosas como
son. Sirven para confirmar una conquista y eso es lo importante, o no?
Por eso hay que desconfiar de promesas y juramentos, no
son de fiar, aunque sirvan en su momento.
Pero «para
siempre» nunca era tanto tiempo como pensaba.
Tomada de Facebook
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