La muerte de un conocido o de un ser
cercano, hace que la gente reflexione, se conduela y, de cualquier manera, se
afecte. Tal vez ven el valor de la vida, olvidada en el quehacer cotidiano, en
donde no somos conscientes ni siquiera de nuestra propia respiración, del
milagro diario de vida.
Sólo en esos momentos la gente
recuerda que ahora estamos y que sin conocer los designios del destino, que pueden
ser los mismos divinos, no sabemos si dentro de un rato continuamos acá.
Son esos momentos en que se recuerda
a la persona que se fue y se conduele de las personas que se quedaron,
esperando su turno.
Siempre olvidamos que somos
temporales, que nuestro paso por esta vida es el que nos corresponde, corto o
largo, pero que de todos modos hemos de morir, eso lo olvidamos. El que se va,
ya cumplió su ciclo y continuará su camino, lejos de nosotros. Los que se
quedan…
Los que quedan ya tendrán su visión
de la vida, ya pensarán en la muerte, ya sabrán cómo deben continuar su camino.
…
se había ido y el aire de la habitación estaba lleno de su ausencia.(1)
Óleo sobre papel, espátula. JHB (D.R.A.) |
(1) Isabel Allende. El amante japonés.
La muerte es parte constante de la vida, como si de una extremidad de ésta se tratase.
ResponderBorrarEstá allí a cada paso que das contándoles en cuenta regresiva. Recibiendo como un presente cada exhalación que emanas. Como un guía de un camino que todos conocemos.
Un saludo, Juan.
GRACIAS.
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