lunes, 14 de septiembre de 2020

SORPRESA

            Lo que es la ignorancia. Recuerdo aquellas épocas en que los europeos y hasta los gringos pensaban que los latinos aún vivíamos en chozas, usábamos taparrabos –no me imagino a los chibchas usando taparrabos en estas tierras de Bacatá, con ese frío-, que nuestros caminos eran de herradura y que gracias a quienes nos conquistaron estábamos en etapa de superación. Ver a esos europeos visitando estas tierras y llevarse la sorpresa de que no usamos taparrabos –aunque con la moda de calzones rotos ya uno no sabe-, de que tenemos ciudades, que no somos tan atrasados como creían ellos. Y no hablo de hace mucho, no, aún hay gente que piensa que vivimos en medio de una selva.

 

            Me ofendía cuando leía u oía comentarios al respecto, porque atacaban mi propia civilidad. Pobres ignorantes, me repetía.

 

            Pero me llevé una sorpresa, a raíz de alguna lectura y de comentarios adicionales, que me llevaron a la reflexión. Qué sabía yo de África? África generalizada para mí es sinónimo de negros, de pobreza, de miseria, de incultura, de atraso. Mi cultura llegaba a lo aprendido en mi época de estudiante, donde recitaba los nombres de los principales ríos, de países y capitales y creo que nada más, además de Tarzán y su forma de vivir, que se asociaba con todos sus congéneres de ese continente.

 

            Alto Volta (Burkina Faso), Zaire (Congo), Rodesia (Zimbabue), Abisinia (Etiopía), Somalia (Yibuti) eran nombres de algunos estados o reinos africanos que cambiaron a los actuales. Naturalmente son meros nombres que no me dicen nada, solo que son de África, que hay muchos negros y que la miseria les acompaña, como les acompaña la jungla y sus fieras, taparrabos y poca civilización.

 

            Pero resulta que África es mucho más que esos conceptos preconcebidos que aún rondan por mi mente. Y no todos son negros, gran parte, pero no todos, pues el norte de África, de Egipto a Marruecos, así como Sudáfrica, las tonalidades de piel son diversas. Y no todo es selva, las ciudades tienen grandes edificios, carreteras y no visten de guayuco, aunque subsistan tribus, como indígenas tenemos por acá.

 

            Todo ésto me llevó a pensar que los africanos deben sentirse igual que me sentía yo cuando los europeos piensan en el atraso de estas tierras latinas. Y sentí vergüenza de la ofensa que hago cuando pienso en África, debido a mi ignorancia, pensando que todavía Tarzán, con taparrabo incluido, aún habita en esa parte del planeta. No hay derecho!

 

            Pobre ignorante, me repetía.

 

Desde luego, el mundo, siendo ya global y cada vez más pequeño, seguía dividido en zonas culturales que bien podían considerarse como planetas diferentes separados por varios millones de años luz.[1]

Tomada de Facebook.

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[1] Matilde Asensi. Sakura.

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