Pasan los días, hasta las semanas y meses y todo sigue igual, habiendo cambiado a la brava las costumbres que teníamos. Cambiamos una rutina normal por una de pandemia, que nos incomodó al principio. Pero ya tantos meses pasados, se apoltronó la nueva rutina, de careta y mascarilla, de encierro y hasta desolación.
La rutina de ahora incluyó la
pérdida de interés, de vestirse, de arreglarse, de salir a un paseo. Pareciera
que se hubiera dicho que con mascarilla y careta, ya nadie nos reconocía, para
qué arreglarse? Ya es dejadez, un pantalón aguanta postura toda la semana y
hasta la siguiente, si se quiere, aunque en mi caso, Mónica se encarga de
revisar cada día qué va a la lavadora, no ha perdido su rutina de siempre,
impide que yo caiga en la dejadez, pues de lo contrario… sería otro cantar.
Rutina de estar pegado a un celular,
a un computador, a un televisor. Estar lavándonos las manos a cada instante,
echándonos el gel antibacterial con tanta constancia que ya se volvió también
rutinario, ya casi somos seres asépticos. Oftalmólogos y dermatólogos ya
tendrán con el tiempo bastante trabajo que hacer.
Al haber cambiado todo, ahora ya
nada cambia. El día es semejante al anterior y será igual al siguiente,
encadenados a una rutina de pandemia que lleva a mandar todo al carajo o vivir
con el temor de contagio.
Ya no hay aventuras, de ninguna
especie, porque hasta las redes sociales cansan y se termina en una
interminable pasadera de mensajes que no son leídos, no son entendidos y son ya
perezosos, repetición de repetidera.
Ya no hay salidas, sino las
necesarias. Ya no hay ilusiones para ello, porque no se sabe cuándo será el
final, pareciera que no va a tenerlo, por lo que la rutina se instala dejando
que las vanas ilusiones se vayan con la esperanza de que algún día se pueda
volver a la rutina de la anterior normalidad.
Pero ahora son los sueños, aquellos
que se tienen mientras se duerme, los que nos dan aventura, esa aventura al
parecer perdida. Son los que reconfortan con historias disímiles e inverosímiles,
pero los únicos que nos sacan ahora de la rutina diaria y nos llevan al mundo…
de los sueños. Entonces me digo, no hay como una buena siesta para viajar al
mundo de los sueños, eso me desliga de esta realidad actual y me lleva a
aventuras inimaginables, imprevistas, imprevisibles, espontáneas y hasta de
dudosa reputación, pero sueños son.
Y al final, la
vida sigue igual…(1)
Mueren ya… las ilusiones del ayer…(2)
[1] Julio
Iglesias. La vida sigue igual. https://www.youtube.com/watch?v=ULT_k5lvClY
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