viernes, 18 de septiembre de 2020

AFORTUNADO

             Ver la desgracia en cuerpo ajeno hace que uno reconsidere su propia vida.

 

            Es ver a personas cuya vida, de un momento a otro, ven trastocada la vida que llevaban sin consideración. Quienes quedan huérfanos a temprana edad y deben continuar la vida, porque simplemente no hay de otra. Quienes pierden su trabajo y por tanto su ingreso y deben continuar la vida, porque no hay de otra. Un accidente que genera un daño no calculado y por alguien sufrido, pero la vida sigue, así no se quiera.

 

            Y ocurrido el hecho, verse al otro día pensando y ahora qué?

 

            Me considero de los afortunados, que quedé huérfano pero no a temprana edad, sino cuando ya era el que determinaba mi vida. Aunque lo que sí resulta cierto es el desconcierto que se presenta una vez enterrado el difunto. La pregunta necesaria, y ahora qué? Queda un vacío de algo que no se puede identificar de primera, un vacío que dejó un ausente, un vacío insistente en la pregunta: y ahora qué? Y mañana qué?

 

            Nada, simple pregunta retórica porque la vida no espera, no da espera, sigue, aún con un vacío que el tiempo, necesariamente, hace mitigar el dolor, la pena y hasta el olvido.

 

            Se puede pensar que mal de muchos… que las comparaciones son odiosas, que no hay mal que dure mil años, pero son experiencias de vida, naturalmente de otros, afortunadamente no de uno. Claro que la vida tiene altibajos, en su momento todo hecho, si es malo, genera tristeza, desgana, enfado y hasta malparidez cósmica, cuando no tenemos otro vocablo para definir ese sentimiento de vacío.

 

            Todo pasa y nada queda, dijo el poeta. El tiempo lo cura todo, dice el dicho popular. La vida sigue, dice la realidad. Y es así, no hay de otra.

 

            Y todo me lleva a pensar que en esta vida he sido afortunado, a pesar de lo que me haya pasado, porque he logrado sobrevivir, hasta ahora.

 

            Y entonces viene el agradecimiento por todo este tiempo transcurrido, por lo afortunado que termina siendo uno con la vida y sus altibajos, con la posibilidad de volver la cabeza y ver ese pasado transcurrido pudiendo sonreír o no, o hasta con una triste sonrisa, pero es el camino que a uno le tocó transitar y ya viendo próximo final, no queda otra que decir que valió la pena, por lo que fue.

 

            Y pienso a quién agradecer? A Dios, al universo, a la vida misma, a uno mismo, al azar de la vida o al destino predeterminado? No lo sé, solo sé que se debe estar agradecido, porque la vida no lo trato a uno de manera tan fatal, como a otros prójimos les pudo acaecer, solo puedo decirlo por mí, pues recuerdo que cada cual tiene su propia historia, con sus diferentes saltos y uno no es nadie para poder determinar la ajena.

 

            Sigo pensando que he sido afortunado y de ello debo estar agradecido.

 

Fragua así, despacio, todavía imperceptible para los interesados, el vínculo solidario, cada vez más estrecho, que es común a las naturalezas nobles cuando éstas se aproximan a causa de compartir imprevistos, afanes o aventuras.[1]


Óleo sobre papel, espátula. JHB


[1] Hombres buenos - Arturo Perez-Reverte

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