O también el dilema de las redes sociales(1) un interesante documental que demuestra lo sometidos, manipulables y manipulados que somos a través del uso, abuso y consumo de redes sociales e información accedida a través de internet.
A lo largo de ese
documental me surgieron algunas inquietudes, me iluminaron otras, y algunas más
me dejaron estupefacto porque no creía que pudieran ser, aunque hoy por hoy no
veo qué puede sorprender al ser humano. Nada más dedicarse a ver películas y se
formará uno –se capacitará o profesionalizará, si se quiere- en diferentes
formas de realizar ilícitos, modalidades que en el pasado ni se le cruzaban a
uno por la cabeza. Hoy el internet y la televisión son universidad gratuita que
permite perfeccionar el arte de lo indebido, pudiendo salir bien librado, pero
me digo, esos son gajes de la modernidad y no hay nada qué hacer, solo confiar
en que el prójimo sea decente.
Pero bueno, el cuento
era diferente, sobre mi apreciación a lo que nos llevan las redes sociales y
quienes no la usen –que deben ser muy pocos y extraños-, en la misma medida lo
hace el internet, así no lo quieran. En el segundo caso, basta con el siguiente
ejemplo: de varón, mayor de edad, en edad de retiro, que le dé por ver alguna
prenda para sorprender a su nietecito y lo consulta en internet y a partir de
ese momento la gran mayoría de publicidad que le aparecerá en lo sucesivo será
sobre todo lo relacionado con niños, desde leche en tarro, ropa y juguetes. Ni
se diga, ni se imagine, donde al viejito le dé por mirar novedades de juguetes
sexuales.
Pero sigo desviándome
del documental, el cual me llamó la atención en los siguientes aspectos:
-
Los muchachitos consultados son eso, muchachitos –inexpertos
en lo que es la vida real, si se me permite la apreciación, por falta de
experiencia, es decir manipulables manipuladores sin límites al no saber aún la
delimitación entre lo ético y lo moral-. La apreciación se mantuvo a lo largo
del documental porque mientras eran los directivos de la empresa que luego
criticaban no dijeron nada y dejaron pasar todo. Pero una vez retirados,
compungidos, no sinceramente, como libro abierto hablaron pestes de lo malo que
era el sistema y lo peor que era su expatrón.
-
Los creadores de las grandes redes sociales
lograron sus fortunas siendo veinteañeros y lo contado es que en su momento
lograron hacerse a la base de su negocio, no propiamente por medios muy
cristianos –es un decir, pues los cristianos no son propiamente los mejores
ejemplos-. Basta ver la historia del Gates o del Zuckerberg o del Jobs, para
citar unos ejemplos. Aunque el común denominador es que cuando envejecieron se
volvieron benefactores –para pagar menos impuestos?-, se volvieron muy éticos –para
causar buena impresión y borrar la anterior?- y hasta buenas personas –así se
lava el pasado?-. Se volvieron éticos de su propio invento, a sabiendas de que
nadie les parará bolas porque precisamente así diseñaron su producto.
-
La cuestión también es que los usuarios somos ratas de
laboratorio –y esos niños genios lo saben muy bien-, nos usan como tales para
sus experimentos, de lo cual terminamos siendo conscientes, pero termina en que
no nos importa, seguimos usando la tecnología, en todos sus aspectos. Son
seductores profesionales y al conocer nuestras debilidades, nos hacen adictos y
nos explotan, comercialmente claro está, porque somos un negocio para ellos
pues entre más hora/redessociales/internet consumamos, más rentables para
ellos, queda dicho.
-
Eso me llevó a pensar que ahora no somos producto de
nuestras propias decisiones sino producto de un algoritmo –lo que quiera que
ello signifique- que nos induce a actuar, haciendo una predicción sobre nuestra
predilección –culinaria, de moda, o de preferencias sexuales- y así nos
manipulan sin vergüenza, pero naturalmente a estas alturas no nos importa,
mientras no se haga demasiado evidente.
-
Y somos esclavos de un algoritmo(2) y lo peor, de un algoritmo predictivo(3),
ese que lee nuestra mente y de antemano decide qué es lo que debemos hacer o lo
que tenemos qué hacer, según se vea. Predictivos porque nos llevan a donde
ellos quieren que lleguemos. Esclavizados, como dije, por la matemática que nos
controla, nos conoce mejor y deciden por uno. Así visto, estamos jodidos, para
qué vivir, se preguntaría alguno, pero en últimas, es parte de la modernidad,
para qué preocuparse? Dirá algún otro.
-
Y eso me lleva a otro punto. Somos tan manipulables,
tan predecibles que hasta las redes sociales ya tienen nuestro perfil
sicológico, si no siquiátrico, gracias a los muchachitos que juegan con los
números y con nosotros –me refiero a los viejitos que hicimos la transición
entre la antigüedad y la modernidad-. De allí que ya no necesitaremos ir al
siquiatra, bastará preguntarle al doctor Google o al respectivo algoritmo sobre
nuestro estado mental, cómo nos ve y quienes somos. Termina uno preguntándose
qué tan enfermo estoy. Se hace la reflexión pero al cabo de media hora de estar
pensándolo termina uno respondiéndose: qué carajo, la vida continúa y qué mejor
droga para mejorar que las redes sociales? Al menos eso dirá el algoritmo.
-
Y qué decir de los que crean caos y división. Será la
constante que nos llevará a la destrucción? Vaya a saberlo el algoritmo que lo
predice. Divide y vencerás, será el lema sublime de un algoritmo. No lo mire
así, me dirán, son negocios, modelos de negocios cuyos inversionistas quieren
utilidad –en plata, no en la humanidad, aunque aparenten esconderse en ella.- Y
es claro que en los negocios la línea de la ética es bastante débil y no es lo esencial, pues permite la mirada
hacia la derecha o hacia la izquierda, con cualquier justificante, en cualquier
caso.
Y para concluir quedé
con un sinsabor. Sí, todos estos documentales son muy profundos, permiten ver
cómo nos utilizan, nos llama la atención al ver que quedamos evidenciados al
ser usados, lo vemos, lo palpamos, nos sentimos hasta culpables –de un pecado
que no cometimos- y termina uno preguntándose: Pero y qué?
Nada. Fue la única
respuesta que se me ocurrió.
… y su mirada tropezó con el Cristo crucificado que también parecía haber vuelto la cara para escapar del hedor.(4)
[1] https://www.netflix.com/co/title/81254224?source=35
[2]
En matemáticas, lógica, ciencias de la computación y disciplinas relacionadas,
un algoritmo es un conjunto de instrucciones o reglas definidas y
no-ambiguas, ordenadas y finitas que permite, típicamente, solucionar un
problema, realizar un cómputo, procesar datos y llevar a cabo otras tareas o
actividades. Wikipedia
[3]
Me quedo con la noción elemental que
me da la razón, porque traté de investigar un poco sobre el tema y la cabeza,
que no me da bien para la matemática, se enloqueció y no di pie con bola, como
diría mi papá. Tan es así que resultó que, entre mil métodos, lo predictivo
tenía nombres simplistas o extraños como El árbol de decisión,
Regresión logística, o lineal, Bosques aleatorios (Random forest), Potenciación
del gradiente (Gradient Boosting), Redes neuronales, K-vecinos más cercanos
(k-NN o Nearest Neighbor) o Clasificador bayesiano ingenuo (Naïve Bayes), por
eso preferí seguir en la ignorancia de tales temas y quedarme con la noción
elemental de matemática predictiva.
[4] Donna Leon. Líbranos del bien.
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