lunes, 5 de octubre de 2020

EL DILEMA SOCIAL

             O también el dilema de las redes sociales(1) un interesante documental que demuestra lo sometidos, manipulables y manipulados que somos a través del uso, abuso y consumo de redes sociales e información accedida a través de internet.

 

            A lo largo de ese documental me surgieron algunas inquietudes, me iluminaron otras, y algunas más me dejaron estupefacto porque no creía que pudieran ser, aunque hoy por hoy no veo qué puede sorprender al ser humano. Nada más dedicarse a ver películas y se formará uno –se capacitará o profesionalizará, si se quiere- en diferentes formas de realizar ilícitos, modalidades que en el pasado ni se le cruzaban a uno por la cabeza. Hoy el internet y la televisión son universidad gratuita que permite perfeccionar el arte de lo indebido, pudiendo salir bien librado, pero me digo, esos son gajes de la modernidad y no hay nada qué hacer, solo confiar en que el prójimo sea decente.

 

            Pero bueno, el cuento era diferente, sobre mi apreciación a lo que nos llevan las redes sociales y quienes no la usen –que deben ser muy pocos y extraños-, en la misma medida lo hace el internet, así no lo quieran. En el segundo caso, basta con el siguiente ejemplo: de varón, mayor de edad, en edad de retiro, que le dé por ver alguna prenda para sorprender a su nietecito y lo consulta en internet y a partir de ese momento la gran mayoría de publicidad que le aparecerá en lo sucesivo será sobre todo lo relacionado con niños, desde leche en tarro, ropa y juguetes. Ni se diga, ni se imagine, donde al viejito le dé por mirar novedades de juguetes sexuales.

 

            Pero sigo desviándome del documental, el cual me llamó la atención en los siguientes aspectos:

 

-                     Los muchachitos consultados son eso, muchachitos –inexpertos en lo que es la vida real, si se me permite la apreciación, por falta de experiencia, es decir manipulables manipuladores sin límites al no saber aún la delimitación entre lo ético y lo moral-. La apreciación se mantuvo a lo largo del documental porque mientras eran los directivos de la empresa que luego criticaban no dijeron nada y dejaron pasar todo. Pero una vez retirados, compungidos, no sinceramente, como libro abierto hablaron pestes de lo malo que era el sistema y lo peor que era su expatrón.

 

-                         Los creadores de las grandes redes sociales lograron sus fortunas siendo veinteañeros y lo contado es que en su momento lograron hacerse a la base de su negocio, no propiamente por medios muy cristianos –es un decir, pues los cristianos no son propiamente los mejores ejemplos-. Basta ver la historia del Gates o del Zuckerberg o del Jobs, para citar unos ejemplos. Aunque el común denominador es que cuando envejecieron se volvieron benefactores –para pagar menos impuestos?-, se volvieron muy éticos –para causar buena impresión y borrar la anterior?- y hasta buenas personas –así se lava el pasado?-. Se volvieron éticos de su propio invento, a sabiendas de que nadie les parará bolas porque precisamente así diseñaron su producto.

             Niños genios que por su propia experiencia y víctimas de su propio tiempo les hacían pensar en que lo importante era la plata, no importaba cómo se obtuviera, ya el tiempo se encargaría de lavar los trapos sucios. (Me pregunto ahora si todo lo que dije es por pura envidia? Vaya uno a saber.)

 

-                     La cuestión también es que los usuarios somos ratas de laboratorio –y esos niños genios lo saben muy bien-, nos usan como tales para sus experimentos, de lo cual terminamos siendo conscientes, pero termina en que no nos importa, seguimos usando la tecnología, en todos sus aspectos. Son seductores profesionales y al conocer nuestras debilidades, nos hacen adictos y nos explotan, comercialmente claro está, porque somos un negocio para ellos pues entre más hora/redessociales/internet consumamos, más rentables para ellos, queda dicho.

           

-                     Eso me llevó a pensar que ahora no somos producto de nuestras propias decisiones sino producto de un algoritmo –lo que quiera que ello signifique- que nos induce a actuar, haciendo una predicción sobre nuestra predilección –culinaria, de moda, o de preferencias sexuales- y así nos manipulan sin vergüenza, pero naturalmente a estas alturas no nos importa, mientras no se haga demasiado evidente.

 

-                     Y somos esclavos de un algoritmo(2) y lo peor, de un algoritmo predictivo(3), ese que lee nuestra mente y de antemano decide qué es lo que debemos hacer o lo que tenemos qué hacer, según se vea. Predictivos porque nos llevan a donde ellos quieren que lleguemos. Esclavizados, como dije, por la matemática que nos controla, nos conoce mejor y deciden por uno. Así visto, estamos jodidos, para qué vivir, se preguntaría alguno, pero en últimas, es parte de la modernidad, para qué preocuparse? Dirá algún otro.

 

-                     Y eso me lleva a otro punto. Somos tan manipulables, tan predecibles que hasta las redes sociales ya tienen nuestro perfil sicológico, si no siquiátrico, gracias a los muchachitos que juegan con los números y con nosotros –me refiero a los viejitos que hicimos la transición entre la antigüedad y la modernidad-. De allí que ya no necesitaremos ir al siquiatra, bastará preguntarle al doctor Google o al respectivo algoritmo sobre nuestro estado mental, cómo nos ve y quienes somos. Termina uno preguntándose qué tan enfermo estoy. Se hace la reflexión pero al cabo de media hora de estar pensándolo termina uno respondiéndose: qué carajo, la vida continúa y qué mejor droga para mejorar que las redes sociales? Al menos eso dirá el algoritmo.

 

-                     Y qué decir de los que crean caos y división. Será la constante que nos llevará a la destrucción? Vaya a saberlo el algoritmo que lo predice. Divide y vencerás, será el lema sublime de un algoritmo. No lo mire así, me dirán, son negocios, modelos de negocios cuyos inversionistas quieren utilidad –en plata, no en la humanidad, aunque aparenten esconderse en ella.- Y es claro que en los negocios la línea de la ética es bastante débil  y no es lo esencial, pues permite la mirada hacia la derecha o hacia la izquierda, con cualquier justificante, en cualquier caso.

 

            Y para concluir quedé con un sinsabor. Sí, todos estos documentales son muy profundos, permiten ver cómo nos utilizan, nos llama la atención al ver que quedamos evidenciados al ser usados, lo vemos, lo palpamos, nos sentimos hasta culpables –de un pecado que no cometimos- y termina uno preguntándose: Pero y qué?

 

            Nada. Fue la única respuesta que se me ocurrió.

 

… y su mirada tropezó con el Cristo crucificado que también parecía haber vuelto la cara para escapar del hedor.(4)

Tomado de Google. 
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[1] https://www.netflix.com/co/title/81254224?source=35

[2] En matemáticas, lógica, ciencias de la computación y disciplinas relacionadas, un algoritmo ​ es un conjunto de instrucciones o reglas definidas y no-ambiguas, ordenadas y finitas que permite, típicamente, solucionar un problema, realizar un cómputo, procesar datos y llevar a cabo otras tareas o actividades.​ Wikipedia

[3] Me quedo con la noción elemental que me da la razón, porque traté de investigar un poco sobre el tema y la cabeza, que no me da bien para la matemática, se enloqueció y no di pie con bola, como diría mi papá. Tan es así que resultó que, entre mil métodos, lo predictivo tenía nombres simplistas o extraños como El árbol de decisión, Regresión logística, o lineal, Bosques aleatorios (Random forest), Potenciación del gradiente (Gradient Boosting), Redes neuronales, K-vecinos más cercanos (k-NN o Nearest Neighbor) o Clasificador bayesiano ingenuo (Naïve Bayes), por eso preferí seguir en la ignorancia de tales temas y quedarme con la noción elemental de matemática predictiva.

[4] Donna Leon. Líbranos del bien.

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