miércoles, 6 de enero de 2021

BLANQUEO DE MENTIRAS

             Quién no ha mentido? Al menos una vez en la vida, aunque creo que diariamente decimos al menos una mentira, sobre todo en redes sociales cuando no se quiere quedar en evidencia (no te había visto, lo tenía apagado, estaba en el baño, me quedé dormido con el celular prendido…). Qué tal que sumáramos todas esas excusas que a la larga son simplemente mentiras. Y viéndolo así, quién no ha mentido al menos una vez en la vida? Y viendo una eventual aceptación, seguiría preguntando: quién no ha mentido más de una vez? De pronto una que otra al año? O quizás hasta una mensual? De pronto una al día? Debo aclarar que mentira es mentira, no importa la palabra con la que se quiera suavizar, para hacernos sentir menos mentirosos o menos avergonzados, si se quiere.

             Que sea mentira blanca, medio mentira, verdad a medias, una mentirilla o cualquiera sea la denominación eufemística, lo que resulta cierto es que mentimos y con más periodicidad de la que creemos, como atrás anoté.

             Como el doctor Google lo sabe todo, le consulté sobre las clases de mentiras y curiosamente me llevaron a letrados religiosos de alta talla: San Agustín distingue ocho tipos de mentiras: las mentiras en la enseñanza religiosa; las mentiras que hacen daño y no ayudan a nadie; las que hacen daño y sí ayudan a alguien; las mentiras que surgen por el mero placer de mentir; las mentiras dichas para complacer a los demás en un discurso; las mentiras que no hacen daño y ayudan a alguien; las mentiras que no hacen daño y pueden salvar la vida de alguien, y las mentiras que no hacen daño y protegen la "pureza" de alguien. Por otra parte, san Agustín aclara que las "mentirijillas" no son en realidad mentiras. Tomás de Aquino, por su parte, distingue tres tipos de mentiras: la útil, la humorística y la maliciosa. Según Tomás de Aquino, los tres tipos de mentira son pecado. Las mentiras útiles y humorísticas son pecados veniales, mientras que la mentira maliciosa es pecado mortal. El tipo más grave de mentira es la calumnia, ya que con esto se imputa siempre a algún inocente una falta no cometida en provecho malicioso.[1] Con esas exculpaciones y la bendición religiosa, podemos dormir tranquilos, todo se reduce a mentirijillas, para así no cargar con la culpa correlativa –aunque la verdad quede en el inconsciente, el subconsciente o donde se guarde todo aquello que no queremos aceptar y que nos hace seres vergonzantes-.

                                                                                                                                          A pesar de ello, mentimos. El doctor House tiene razón, sigo insistiendo. Mentimos para salvaguardar nuestro orgullo, nuestra dignidad o nuestra cobardía, elijan la que quieran. Y si vieran la cantidad de sinónimos que tiene la mentira, mientras que en su antónimo son más escazas y esos sí nos hacen sonrojar porque hablan de realidad, verdad, claridad, exactitud, sinceridad, veracidad, franqueza, autenticidad, honradez y rectitud. Cómo les quedó el ojo?

 

            Si no fuera por la falta de calzones para reconocerlo, por falta de objetividad o por lo que se quiera ocultar, reconoceríamos que de algún modo mentimos y para colmo, casi a diario, bastando decir a vía de ejemplo, como las razones que damos para no aceptar una invitación no querida. Con aquellas excusas de: qué pena, pero mañana tengo que madrugar, como si no se madrugara todos los días. Y sí, es una mentira dicha ante la incapacidad de no poder decir: no, gracias.

 

            Mentimos y lo que se volvió costumbre es que  nos acostumbramos a ello, para evitar sentirnos más culpables que aceptar las cosas como son. Así somos. Esa es la cruda verdad. Qué ironía.

 

Tendemos a modificar la verdad con metirillas para hacer más soportable la vida? O para soportarla mejor?[2]


Tomado de Facebook
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[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Mentira.

[2] Una reflexión que me llegó en último momento de inspiración, supongo.

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