Para las jornadas de espera, de hacer cola, de consulta, no hay nada mejor que ponerse a jugar en el celular. Así pasa más rápido el tiempo que estar pensando en lo que falta para ser atendido, en ver los segundos perezosos avanzando sin ganas y con la angustia del tiempo perdido o pendiente de que nadie se cuele.
Entre
juego y juego salen las promociones consabidas, al ser aplicaciones gratuitas.
No es que me ofenda fácilmente o de pronto es muy fácil que me ofenda muy
fácilmente.
Como
sea, entre juego y juego de solitario empezó a salir publicidad que realmente
me ofendió en la forma como se proponía. Decía: Dios necesita que bajes esta
aplicación. De primerazo me empute, cómo así que Dios me necesitaba; cómo
así que se me manipulaba con esa necesidad para hacerme sentir culpable si no
lo hacía. Y para rematar aparecía otra leyenda condenatoria anticipada: Así
que estás muy ocupado para leer la biblia. Dios me libre, pero son estas
las maricadas que me emputan, he de confesarlo abiertamente. Manipulación bajo
amenaza de condenación y, por ende, generadora de sentimiento de culpa. Así
estamos jodidos.
Otro
que también me emputó era de Puzzle Art, aparentemente Juegos de
rompecabezas con arte antiestrés. Así aparece publicitado. Pero no, resulta
que aparece en pantalla una señora famélica, con cara de odio hacia la vida,
con un muchachito famélico en sus brazos, en medio de un salón sin luz, vidrios
rotos, chimenea apagada y la idea es ir tapando las ventanas, prendiendo la
chimenea, haciendo más llevadero el lugar, pero para prender la chimenea un
bidón de gasolina y naturalmente la publicidad da lugar a que se incendie el
lugar y sus moradores mueran quemados. En otra que vi, hay debajo de una serie
de tubos un desemboque por el que entrará comida y la idea es suministrar esa
comida para que llegue a su destino a otra mujer famélica con niñito en sus
brazos llorando de hambre, y todo para hacernos sentir, supongo, lo mejor de la
raza humana, caridad incluida. Abajo está la señora con su hijo en condiciones
de mendicidad, esperando que buenamente le hagamos llegar comida. Válgame Dios.
No
es que sea demasiado susceptible, pero estas Apps lo único que demuestran es lo
mierdas que somos y lo superiores que nos creemos. Sus creadores lo único que
demuestran es la miseria humana representada en un juego, para sacar de nuestro
interior lo peor que tenemos, lo sádicos que podemos ser, a lo que podemos
llegar, si se dieran las circunstancias.
No
es que sea demasiado susceptible, pero me emputan estas cosas.
… parecía seguir el principio de
«cuanto menos sepamos, tanto mejor»[1]
[1]
Los vigilantes del Faro. Camilla Läckberg.
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