miércoles, 27 de diciembre de 2023

AÑOS

 

No sé cuándo comencé a contar los años cumplidos, adquiriendo conciencia del año surcado.

                 De niño supongo que no lo hacía, el tiempo en esa época era relativamente intrascendente.

                 De joven, otras eran las preocupaciones y entre ellas no estaba el sentir el paso de los años, eran preocupaciones intrascendentes.

                 Y así pasaron los 20, los 30 y el comienzo de las responsabilidades y de las preocupaciones. Llegué a los 40 y me preguntaba a qué hora pasaron tantos años, sin contar conmigo, siendo el actor principal.

                 Llegaron los 50 y ya comienza a pensar en la preocupación de asegurar la vejez. Pero a pesar del paso del tiempo, aún no se notaban, al menos yo no notaba la cercanía a la vez. Era el soporte familiar y como tal debía cumplir.

                 Ya cumplidos los 60, la cosa cambia, el andar es otro cuento, la salud ya debe cuidarse, a pesar de que el cerebro diga que aún se es mozo y que se mantiene en mis trece, pero las canas, la calvicie y las arrugas lo delatan a uno. Ya la preocupación fundamental es asegurar la vejez, anhelando el momento de dejar las afugias laborales, a pesar de pensar qué va a hacerse con tanto tiempo libre. Otro cantar.

                 Y llegados los 65, ya pensionado, ya asegurara la subsistencia, el
cansancio se hace más notorio, las visitas médicas más frecuentes, el paso de los días indiferentes, a pesar de que las preocupaciones no se van -incluso cuando se pueda pensar: eso no es asunto mío-.

                 Y hoy, siendo 68 años más viejo, a pesar de que el cerebro siga sosteniendo que aún soy quinceañero, que me mantengo en mis trece y que puedo seguir con un ritmo igual a esos lejanos tiempos, el cuerpo se niega a aceptarlo. Se incrementan las canas, las arrugas y la calvicie, ya solo queda pensar en los 70 que se avecinan, en cómo será y la palabra que se rehúsa a verbalizar el hasta cuándo.

                 El máximo pensamiento que se pude tener, ya recurrente y el peor que se puede prever, en qué condiciones.

                 Son las palabras de un viejo que recibió los 68 al finalizar otro año que pasó intrascendente, como todo lo demás, pero afortunado. Pasaron los años y no me di cuenta.


Tomado de Facebook
412177988_24729296443335440_3864490481877980632_n



No hay comentarios.:

Publicar un comentario