viernes, 1 de diciembre de 2023

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                La virtud de las redes sociales es que reflejan diversos grados de estupidez, generalmente, de falta de perspectiva o de olvido voluntario o selectivo.

 

Tomada de Facebook
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                Me gustan las fotos de la Bogotá de ayer, me llevan al recuerdo de mi juventud y el caos para pasar las calles, evitar maleantes, saber las épocas de lluvia con sus barriales en las calles, las estrechas calles que también salpicaban, colincharse en los buses en las horas pico, subirse a ellos en cualquier lugar, los días fríos y grises, la Bogotá que ayer fue. Sinceramente no era una ciudad, mas bien un pueblo grande, comparada con el resto de capitales desarrolladas, me digo y eso que Bogotá era Bogotá y la referencia que he hecho hace relación al centro de la ciudad y como tal la recuerdo y fue parte de mi juventud, bien disfrutada, uno debía hacerse al ambiente.

 

Pues bien, a Facebook me llegan fotos de la Bogotá del ayer y me causa admiración los comentarios que generalmente hacen en ellas. Maravillosa! Hermosa! No hay como ayer! MI Bogotá cómo la amo. Etcétera, etcétera, etcétera.

 

Ante esos comentarios miro y remiro las fotos enviadas y me digo, seré yo el anormal? Foto de principios del siglo XX, en las Cruces o las calles que en subida van a Egipto, sin asfaltar, tierra, mugre, gris, algún anciano enruanado con cara de pocos amigos, cargando un bulto al lado del burro que lleva consigo. Qué carajos le ven de bonito a esa foto (y el comentario no se refiere al aspecto fotográfico, naturalmente). Hoy, viendo una que dice ser tomada en los años 80, en la 7ª con 22, zona que para la época era un peligro, pues la 22 de arriba abajo era de cuidado y aparece el comentario de algún viejito diciendo: Hermosa! Madre mía, pero sí que son selectivos en sus olvidos.

 

Sigo sin entender a la gente y menos a los ancianos con recuerdos selectivos; ya me los imagino si pudieran volver a esos tiempos, habiendo estado en éstos, si les gustaría recrearse en ellos, ya me los imagino no verían la hermosura que plasman en sus comentarios, anodinos, por demás.

 

El Rector Burgos escribía en las postrimerías del siglo XVIII lo siguiente, hablando del sistema de Copérnico: Aquel sistema es contrario abiertamente a varios expresísimos textos de la Sagrada Escritura. Y fue condenado por la Sagrada Congregación, ante Pablo V   Urbano VIII, contra Galileo, que lo enseñaba. El honorable Rector Burgos creía que a Pamplona y a Santafé las cubría el revés del pavimento de la corte celestial, y no quería que sus discípulos pudieran decir con el clásico poeta, citado a propósito por Vergara y Vergara: .... este cielo azul que todos vemos, ni es cielo, ni es azul. Lástima grande que no sea verdad tanta belleza![1]

Tomada de Facebook



[1] Crónicas de Bogotá I. Pedro Ibañez.

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