miércoles, 24 de septiembre de 2025

CARETA


             Somos, pero lo ocultamos muy bien. Somos producto de nuestra época.

             Somos racistas, así lo neguemos. Pero hoy es imposible reconocerlo. Sigo siendo producto de mi época.

             Somos producto de la extrema derecha o la izquierda, porque tenemos alma de dictadores y nos gusta la libertad y el orden, pero hoy es imposible reconocerlo.

             Y así con muchas coas, pero hoy es imposible reconocerlo, porque no es aceptable, porque tenemos miedo a que nos tilden de ese extremo o a que nos aparten socialmente.

 Pero es verdad, lo difícil es reconocerlo y asumirlo.

 Quién no quisiera poner orden en este país, lo que implica necesariamente acabar con todos los delincuentes que existen, algunos pensarán en dejarlos guardados por un buen tiempo en la cárcel por un buen tiempo, pero serían unos mantenidos incorregibles; otros, extremistas como yo, pensamos que el problema ha que cortarlo de raíz -hablando en términos políticamente correctos, como se dice ahora, cosa que no debería hacer (la forma en que lo dije), pero no conviene mostrarme tan transparente-.

 Pienso en que asumimos las caretas que la sociedad quiere que tengamos, para no vernos desplazados, así pensemos lo que pensemos. Una hipocresía más que debemos asumir, a pesar de seguir siendo producto de nuestra época.

             Qué vaina, me digo.




 

Es posible. No me gusta este mundo en el que vivimos, inspector. La gente puede considerar que ciertos valores son caducos, pero lo cierto es que no hemos logrado sustituirlos por otros. Tal vez no sean tan malos al fin y al cabo. ¿Es usted religioso?

—Me temo que no. Aunque ya sabe lo que dicen: «En las trincheras no hay ateos».

—Es una buena frase. Muy descriptiva. Los ateos piensan que no dudamos, que la fe es como un yelmo que no nos deja ver más allá. Se engañan. Pero es en momentos como este cuando las creencias religiosas cobran su verdadero sentido, cuando uno siente que existe una tabla a la que aferrarse para seguir nadando en lugar de rendirse y dejarse llevar por la corriente. Eso sería lo más fácil. Pero no espero que lo entienda.[1]


Tomado de Facebook
518306572_1283377553159216_4901738587669541123_n



[1] El verano de los juguetes muertos. Toni Hill.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Para ser incluido en entregas personalizadas pueden solicitarse en: jhernandezbayona@gmail.com