miércoles, 8 de marzo de 2017

MANUAL PARA VIEJOS



      Si usted es sesentón (para no insultar a los cincuentones) y está próximo a pensionarse o ya tuvo la fortuna de adquirir ese título, resulta conveniente que tenga un plan B para el retiro, porque normalmente el plan A casi siempre o casi nunca funciona, por eso es mejor ser prevenido (o ser previsivo?).

      Pero primero es prudente hacer algunas advertencias, pues a partir de ellas puede dejar o no de leer las barrabasadas que he podido escribir. Esa sería la primera advertencia.

-          No es un plan de ayuda, en últimas hará lo que a usted se le dé la gana, lo que buenamente puede hacer o lo que le tocará hacer, por eso es que generalmente los planes B sobran, porque si ni siquiera el plan A se adapta a las circunstancias, el B con menor razón, pues es el alternativo, en caso de que no funcione el primero, que como dije, normalmente no funciona. Así que échese la bendición y ruegue a Dios que le vaya bien.

-          Es importante que no tenga limitaciones, que llegue a esa edad con todas las facultades, psíquicas y sicomotores, con buena disposición, con mente abierta, porque si no está bien de salud, si ya no puede leer, o sostener un libro, o caminar con libertad, cualquier cosa que se diga es inútil, porque limitación es limitación, por lo tanto tendrá que echarse la bendición y que mi Dios le ayude a sobrevivir en esas condiciones. (No lo tome como insulto ni como menosprecio, simplemente es así y mejor decirlo sin eufemismo). De igual manera si llega a esa edad malhumorado, criticón, pesimista… En últimas sáquele provecho a su propia situación.

-          Como cada situación es particular, no vale consejo para una situación particular, no se le puede aconsejar al cojo que corra, por obvias razones, así que lo mejor es que piense cómo aceptar la propia condición, su propia individualidad y su propia circunstancia y cómo sacarle el mejor jugo a lo que queda de tiempo, porque ya no hay retroceso, lo que se hizo, se hizo y punto.

-          Recuerde que el plan C siempre es el mejor, porque es aquél en el que el ser humano se somete al indeterminismo, a la incertidumbre, que es lo único cierto que tenemos, por más vueltas que le demos a los asuntos, no es lo que queramos, lo que decidamos, sino lo que está escrito, en medio de la incertidumbre de la vida alimentada por esa esperanza que le acompaña, como decían en algún lado, esta noche puede ser la última, pero de todos modos pongo el despertador.

-          No siga consejos, son malos, más cuando están avalados por cualquier universidad extranjera –porque afortunada o desafortunadamente a las colombianas no les creemos-. Por eso insisto, recuerde que cada caso es cada caso, el omeprazol que a mí me sienta bien a sumercé le puede caer mal. Si cambia el valsartán por el losartán puede fallarle el mango, porque a mí sí me sirve y a usted, tal vez no, por eso créale sólo a su médico (ojalá sea sesentón como usted). Pero eso sí, si le dan muchas agrieras tómese un preparado de bicarbonato con limón o cómase una rodaja de tomate, son efectivos, al menos por un rato!

-          Mírese al espejo, con tranquilidad y en medio de su soledad piense, dígalo en voz alta o grítelo, como quiera: Hijueputa cómo estoy de viejo! No pasa nada, el espejo no le responderá, aunque téngalo por seguro, la imagen que reflejará, en esos ojos con ironía le responderá: tiene toda la razón, no es hora de esconderse sino de aceptar!

-          Si le dicen que no puede, no puede. No lleve la contraria, aunque cuando esté solo, íngrimamente solo, inténtelo, puede que le funcione, uno nunca sabe, generalmente la gente no tiene la razón, como no la tiene la democracia, por eso es mejor comer callado.

-          Para evitar discusiones siga la corriente, diga a todo ajá y hágase el pendejo. Después haga lo que se le dé la gana o siga pensando como quiera, lo único que le queda en la intimidad es esa vocecita soterrada, tramposa que le dirá lo contrario a lo que está haciendo y puede hacerle caso, para evitar seguir sintiendo la culpa, o mandarla al carajo y sentirse exculpado. Usted decide.

Y como podrán ver, sólo puedo concluir que es inútil hacer un manual para viejos, para aplicarlo cuando se llega a esa edad, porque cada cual es cada cual, cada uno tiene sus propias limitaciones, mentales o físicas, y aún económicas (dadas por el monto de la pensión, si es lo único que como yo logró formar) y por culpa de esas advertencias que hice me di cuenta que sólo puedo escribir un manual para mí mismo; para el resto, tal vez, pero tal vez, pueda hacer sugerencias, comentarios o explicitar experiencias propias, pero nunca podré escribir un manual para viejos, salvo el último consejo que se podría dar en tales casos: in extremis circunstanciae (si existe el latinazgo), es decir, cuando llegue el momento de la despedida final, dese la bendición y confiésese para que pueda entrar a los cielos en la paz del Señor, si es que existe y si no existe, échese la bendición, por si acaso, uno nunca sabe! Como ven, ni siquiera es posible prever ni aconsejar sobre el último suspiro, porque uno nunca sabe cómo le va a llegar y de pronto, no alcanza a decir ni pío.

La antigua forma de hacer las cosas ya no funciona, pero aún no hemos encontrado la nueva forma de funcionar. Así que hay un vacío entre las reglas que ya no sirven y las que aún tenemos que imaginar. Lo que tú haces es señalar las contradicciones de unos líderes frente a otros, preguntar quién es mejor... Eso está bien, pero el verdadero debate es cómo llenar este vacío. [1]

Foto: JHB (D.R.A.)





[1] Zygmunt Bauman.

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