miércoles, 1 de marzo de 2017

CUERPOS AJENOS


Que se tocan, que se separan, que se rozan, púdica o impúdicamente.

Cuerpos que se poseen, se rechazan, se aniquilan, se destrozan, suavemente, con furia, aún sin pasión.

Pieles.

Pieles que se rozan, se palpan, se tocan, se rechazan, se sienten.

Pieles suaves, solventes, tranquilizadoras, amañadoras, pieles bajo las sábanas.

Fuera de ellas, ásperas, reticentes, rechazantes, displicentes, disgregadoras, propias de cuerpos ajenos que no quieren contacto.

Pieles en cuerpos propios, pieles en cuerpos ajenos, pieles sin cuerpo, cuerpo sin piel.

Estando en casa, se siente el cuerpo, se siente la piel, si no hay hirientes silencios.

Saliendo de ella, es como si el cuerpo se quedara, sin piel se quedara, no quiere ser manoseado ni en calles ni en buses, es mejor mantener la distancia, esa que no roza, que separa, que rechaza, que no siente, en permanente silencio hiriente, no quiere ser saludado.

Afuera no conmueve, no siente, solo resiente, porque carece de cuerpo, ha perdido la piel, esa que roza con dulzura, que abriga con vigor, que amaña con esplendor, que acompaña con candor.

Dentro, es sólo piel que roza, abriga, amaña, acompaña, que desea, que permanece. Que bajo sábana roza, abriga, incita, excita, permite, exige, seduce y acompaña.

Un hombre no envejece cuando se le arruga la piel
sino cuando se arrugan sus sueños y sus esperanzas.


 Grafiti callejero

Foto: JHB (D.R.A.)

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