viernes, 14 de julio de 2017

EL OTRO


No me gusta ahogar a un hombre que no sabe nadar. (1)

Un nuevo eufemismo de lo que antaño fue el prójimo, tal vez para diferenciarlo, para hacerlo diferente, para que se sienta el otro.

Simplemente impersonalizándolo aún más. Son los cambios idiomáticos que ciertos especializados dan para darle mayor o menor fuerza al concepto, a la palabra, aún para que resulte insultante.

Parece que debe recordarse que hay que amar al prójimo, no al otro. No es un igual ni siquiera par entre sus pares, simplemente es el otro que no merece la caridad, dirían quienes inventaron el concepto, aún fuera de contexto.

El otro es diferente, suena diferente, resulta diferente. Se diferencia y se trata diferente y se le da el trato con indiferencia, porque es el otro, no el prójimo.

Los sociólogos y expertos sabrán por qué es el otro, ellos se inventaron el término, el despectivo. No yo. No entiendo de esas significancias y entre más extravagantes sean las palabras que usen para demostrar la sapiencia, menos las entiendo, más me pierdo.

Y es más, yo soy el otro para otros. Ya los pronombres no son los que eran, ahora apareció el otro. Ni siquiera es él, si acaso será ese, pero no él. Pronombres que discriminan, con los que son discriminados. Ni tan siquiera el migo y el sigo logran aceptar al otro, porque cuando es el otro, simplemente es eso, esotro, el otro. Ni yo, ni tú, ni él, ni nosotros –porque no somos incluyentes-, el vosotros ya ni se usa por estas tierras y ellos, al menos tienen personalidad, son pronombres, pero y los otros?

El otro me suena a impersonal, al diferente, del que hay que cuidarse. Es el indeterminado, tal vez como ellos y aún como él, que es pronombre cuando es despectivo. El otro ha de tener sinónimos, pero se les negarán, porque son otros, en plural y muchas veces, el plural no quiere ser singularizado y viceversa, es decir, al revés.

El otro, ese, él, indeterminados que pretenden ser más de lo que son, pero resultan ser menos de lo que pensaban.

Despectivo, menos preciado y hasta menospreciado, el diferente. Ese es el otro, pero qué pensará el otro de mí? Seré yo el otro para él? 

Las palabras como ven, envenenan, llevan veneno, díganmelo a mí!

Y sí, el gamín, el reciclador y el drogadicto, entre otros, adquirieron personalidad, pasaron a ser el otro, gracias a los conocedores a los que les gusta el eufemismo. Son esos todos otros a los que preferimos no ver.

Mientras, los otros están autorizados para ser otros, pero nosotros no, nuestro ego no permite ni admite ser el otro, preferimos el eufemismos, preferimos ser yo o tú y aún él, con todo y tilde, pero no el otro, porque no nos gusta, no queremos ser reconocidos como tales. Será porque la Biblia habla del prójimo y no del otro? Pero aún así subsiste el otro otro.


Mucho juego de palabras y todo gracias a la diversidad! Y si quiere saber qué quiere decir eso, pregúntele a otro que no es el otro del que traté aquí.


Foto: JHB (D.R.A.)


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(1) Julia Navarro. Historia de un canalla

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