martes, 17 de abril de 2018

Y LA AUTODETERMINACIÓN?


Llevan a Dios en su corazón y al demonio en sus pensamientos.(1)

Fui criado bajo la influencia del pensamiento gringo, porque todo lo gringo era bueno, lo demás era malo, pecaminoso o siniestro, como el comunismo, los cubanos, los protestantes y hasta los gitanos. De allí que mi pensamiento siempre tendrá al menos un gramo de malquerencia hacia determinados temas, debido al lavado cerebral que desde niño me hicieron.

Antiguamente, al menos eso aprendí, cada pueblo dirigía sus pasos hacia el lugar que determinaran sus jerarcas. Con el tiempo vi que la autodeterminación, tan bellamente labrada en constituciones y tratados, es un mero juramento a la bandera, al cual no hay que hacerle caso. 

He sido testigo de guerras e invasiones, de Corea, Vietnam y todas las modernas, en todos lados del planeta y siempre los mismos, de un lado los rusos –apoyando la libre determinación de los pueblos- y los gringos y sus aliados –apoyando la libre determinación de los pueblos.

No sé cuántas guerras han pasado y ya, como es normal -y como mí no me han tocado-, pasan como noticia vista en la lejanía, la tal guerra del golfo, la del desierto, la de los siete días. Algunas, por el eufemismo gringo, llamadas conflictos, invasiones para asegurar la democracia o qué se yo.

Han sido guerras distantes para mí, aún la interna contra la guerrilla y el narcotráfico. He sido un simple lector impávido e impasible de la noticia que la hace desaparecer al voltear la página. Y con mayor razón cuando los tratados internacionales son ahora simples papeles cuya utilidad llega hasta cuando me conviene, de resto, se rompe el papel y se retira uno del compromiso, así no más, sin remordimiento ni rubor. Y puedo citar un mero ejemplo, el caso San Andrés, se pusieron a torear al novillo y como no salió como querían… eso ya es historia.

Pero continúo con la idea. Las guerras actuales. Antes al parecer en ellas había más honor y hasta un código, aunque siempre he sostenido que tratándose de una pelea, no hay reglas, defiéndase como pueda, a pesar de que suene a contradicción y de serlo, es la contradicción en la que vivo. Una guerra no nace por la búsqueda de la bondad humana, de la protección de los menos favorecidos, a pesar de que ese sea el escudo que se utiliza para ambientarla ante la opinión pública. Hoy sabemos que las guerras se arman por el interés –económico, sobra decir- de alguien que quiere algo que no es suyo y que tampoco pudo comprar o quitar buenamente, si el término es posible.

«Una cosa es que Bush haya usado el atentado como pretexto para una guerra que quería lanzar desde hacía rato. Otra cosa es que haya permitido la muerte de tres mil civiles».
«Justamente, eso es lo que parece. Parecen cosas distintas. Éste es el gran éxito de esta gente: hacernos creer que van separadas cosas que en realidad están bien juntitas. Hoy en día, sólo un ingenuo cree que la princesa Diana murió en un accidente».(2)

Irán, Irak y ahora Siria –aunque ya lleva años y solo por citar algunos-. Democratizar pueblos a la brava? Porque así lo dicta occidente, a pesar de que el occidente es el oriente de los orientales, ahora que lo pienso (Falta que diga que todos los orientales son occidentales de alguien? Me oigo pensar). Sin pensar que en Europa hay monarquías, pero como son democráticas, son buenas monarquías. Y detrás de cada guerra, mercenarios (porque ya los gringos consideran que así debe hacerse, para lavarse las manos por lo que salga mal y los excesos son culpa de los privados que contrataron) con lo que se sienten autorizados para hacer todo tipo de bestialidades. Y la destrucción, porque después de la destrucción viene la construcción y eso da plata, la una y la otra. Y el sometimiento de un pueblo, como sea que no pudo autodeterminarse, porque el actual contrato social dice que el mundo está dividido y las grandes decisiones las toman los gringos y sus aliados, los rusos y ahora los chinos y no sé quién pudo firmar ese contrato social, pero cada uno de ellos se siente debidamente autorizado para hacer y deshacer en nombre de otro, no solo dentro de su casa sino en la casa ajena, la que teóricamente cuidan porque no pueden autodeterminarse (Excusas las hay, es que es la bobita de la casa, es que ella no sabe, es que, es que…) .

Y hoy sí me dio piedra. Cómo así que don Trumph se levantó berraco y ordenó dispararle a Siria, porque sí y sus aliados aplaudieron la decisión, sin consultar con nadie –bueno preguntándole a franceses, ingleses, alemanes y por cumplir a otro alguien, que si no les molestaba que ordenara una ofensiva que esquetengounasarmasporahí confechadevencimiento, antesdequelaspierda-. Y transcribo: Que el presidente Trump tenga o haya tenido relaciones con prostitutas, incluidas las rusas (“las mejores del mundo”, según Putin), vaya y venga, pero que, como sus antecesores, interfiera en los asuntos internos de otros países, y, como si fuera poco, viole sus soberanías y bombardee a su amaño sí es un irrespeto a la autonomía de las naciones. Bombardear a Siria, sin mediar al respecto resoluciones de las Naciones Unidas, es una violación del derecho internacional. Pero, como siempre, no pasa nada, porque al imperialismo ¿quién lo ronda? (3)

Y me dio piedra porque a quienes deciden les tiene sin cuidado la gente de a pie de la respectiva nación, que podía autodeterminarse, pero ya no. Y pensé, poniéndome en los zapatos de las víctimas, sentir que sobre la cabeza de uno, aún adormilado –porque no se suele hacer a la luz del día- empiezan a caer bombas y uno sin poder saber para dónde coger, ni qué hacer y menos saber qué les pasó a sus allegados que no vivían junto a ellos. Y ver cómo sus bienes se evaporan y nadie responderá; ver cómo la gente cae al lado de uno y nadie responderá; y esperando a que caiga una nueva lluvia de bombas, sin saber si alguna de ellas tiene escrito el nombre de uno o de un allegado.

Y eso me dio piedra, saber que un hijueputa loco está autorizado para hacer todas las barbaridades del mundo y no pasa nada, los muertos y las posesiones destruidas, los vaciados y a quienes les toca llorar sus muertos no se explican por qué un hijueputa en la lejanía decidió por Dios, si es que existe.

Por Siria, me dio piedra.
No había hecho mal a nadie, Dios no tenía por qué mandarle pasar por ninguna prueba. Si Dios existe, su crueldad es infinita.(4)

De Facebook(5)


(1) Gary Jennings, Robert Gleason y Junius Podrug. Sangre azteca.
(2) Juan Gabriel Vásquez. La forma de las ruinas.
(3) Reinaldo Spitaletta ¡Fuera bombas! El Espectador. https://www.elespectador.com/opinion/fuera-bombas-columna-750467

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