Todos necesitan a alguien a quien despreciar.(1)
Que el que vota en blanco traiciona a la patria
(como si todavía hubiera patriotismo, salvo en el fútbol en que al parecer es
válido sentir un orgasmo al ver el tricolor o al oír el himno); que es un tibio
(no sé qué quiere significar la palabreja); que es un cobarde (amenazan unos
subrepticiamente); que es un voto para el otro (que no suma sino que resta,
para unos; para otros, que suma al otro, pero no le resta al de más allá); que
es un inconsciente; un apátrida (ya lo
dije en otras palabras), y un sinfín de palabras con tinte insultante para
demeritar el voto que se deposita en tal sentido.
Ya me han dicho tibio, cobarde y otro
terminacho más, porque no soy políticamente correcto (Dios, cómo odio esa
palabreja gringa).
Sea o no para defender mi voto he llegado a
estas reflexiones. El voto es voto y es uno no importa por cuál opción se
prefirió. El tarjetón da las alternativas diversas para votar por las
diferentes vertientes e incluye la casilla del voto en blanco, por lo tanto es
la ley la que permite el voto en tal sentido. El voto en Colombia es un
derecho, mas no se ha precisado como obligación.
Bajo estas reglas –legales arguyo para darle
fuerza al argumento y hacerlo sentir con autoridad, así sea yo un invisible- la
persona es libre por votar por quien quiera y como quiera. Puede cambiar de
opinión, por sinceridad o por miedo, por resquemor o por creencia, por
credulidad o por presión de grupo, porque es parte de la democracia. Y como no
es obligatorio, cada cual puede optar por no hacerlo por pereza, por
indiferencia, por sacaculista, falta de convicción, porque los candidatos no lo
convencen, en fin, puede no votar y no pasa nada.
De la misma manera se puede votar en blanco por
convicción (como en el presente caso, porque si no se puede ver ni pintados a
ninguno de los candidatos, por coherencia mental no puede optar por el menos
malo, por el menos peligroso, por el menos miedoso –y no salgan con pendejadas
de la dinámica de la política, que todo lo permite, sin sonrojo, sin rubor-).
Se puede votar como protesta (como en el presente caso, que aunque ese voto no
genere ningún efecto jurídico, simplemente se deja sentada una posición). O
votar en blanco por rebeldía, por joder –dirían algunos- así como algunos votan
por varios o por no inscritos para que anulen el voto.
Si se habla entonces de democracia, todas esas
posibilidades son posibles, son auténticas, son permitidas. A esas reglas se
sujeta la convivencia. Pero como la política se ha politizado tanto –si es
permitida la seudoredundancia-, se ha polarizado demasiado y en el curso de los
tiempos se ha llegado a demeritar, insultar, patear, profanar y enemistar con
todo aquel que no comparte el respectivo pensamiento, olvidando que si son
verdaderos demócratas el respeto del prójimo diferente debería ser premisa, no
excepción.
Por eso creo que cada cual debe votar como
quiera (usando el eufemismo), por el motivo que quiera, por quien quiera sin
necesidad de desprestigiar, patear, insultar a quien no lo hizo como él quería.
Es cuestión simple de democracia, aunque yo
diría, quitándole la connotación política, por simple cuestión de respeto al
prójimo, si es que la palabra aún tiene algún contenido.
En una palabra que cada cual haga con su voto
lo que se le dé la gana (sin eufemismo y de forma decente, creo) y deje
tranquilo al prójimo, si es que queremos conseguir algún tipo de paz.
Y como ven, a pesar del tema, contuve toda mi
ira, mi rabia, mi mala leche al escribir este blog, por el irrespeto que
sentimos los tibios, los cobardes, los apátridas cuando así nos llaman porque
por coherencia mental hemos decidido votar en blanco. (Entre paréntesis, sinceramente
porque no dejé salir el gamín que habita en mí cuando me siento pordebajiado).
Las imágenes tomadas de redes sociales me ayudan a explicar mi propia rabia? (2)
Cuando las palabras bondadosas fracasan, pueden
resultar provechosos los golpes.
Santo Domingo.(3)
(1) Gary Jennings, Robert Gleason y
Junius Podrug. Sangre
azteca.
(2) facebook_1505251862695; 34584586_10155476018830913_4682769720041013248_n; blog; 34510300_2013565332194302_1164961101096419328_o
(3) Gary Jennings, Robert Gleason y Junius Podrug. Sangre azteca.
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