Acordaos
oh dulcísimo Niño que dijiste a la Venerable Margarita del Santísimo Sacramento(1) y en
persona suya a todos vuestros devotos, estas palabras tan consoladoras para
nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: Todo lo que quieras pedir pídelo
por los méritos de mi infancia y nada te será negado. Lleno de confianza en
vos, oh Jesús…
Como poema es de aquellos versos hermosos que lo transportan a
uno a esa infancia de pesebre y pólvora, como se estilaba aquellos días. Es
parte de la novena que se me ha quedado grabada en esa memoria que permanece, a
pesar de los años y que transcribo de simple memoria.
Es un clamor de humanidad, de esa que ha estado agobiada y
doliente durante tantos siglos y que parece que nunca mejorará, porque su
condición permanente ha de ser la de agobiada y doliente.
Y la promesa, al parecer de palabra, de que nada se nos
negará, que la esperanza ha de estar allí, per
omniam secula seculorum, como se estilaba decir antaño y que de la misma
manera hemos de llenarnos de confianza, a pesar de que muramos y la palabra
permanezca incumplida.
Y siento esas palabras vacías, a pesar de la hermosura del
verso, y recuerdo en un documental oír a una mujer de 35 años, de Kazajistán
por allá en la lejanía cercana a la Mongolia, que decía que su único sueño
había sido ser feliz. Se le veía con miles de años de más, rodeada por un mundo
de muchachitos sin esperanza, ante un desolador panorama no solo de tierra sino
de tristeza. De esa humanidad, la agobiada y doliente, de la que quiso ser
feliz por siempre, pero que solo puede ver cómo la vida se le va y el sueño se
evapora, sabiendo que no será feliz, que nada valió la pena, que el sufrimiento
y la angustia de vida fue todo lo que logró y que ni con el baloto logrará
realizar su sueño de ser feliz (duélete
de mis dolencias, duélete de mis dolencias, si algún día me has querido, pero
enséñame a ser feliz, porque infeliz yo he nacido(2) me oigo cantar, como recordatorio de la promesa y de la señora de
Kazajistán, la que quiso ser siempre feliz, pero no pudo lograrlo). Qué vida
tan triste y uno quejándose, Dios mío.
Será que la promesa hecha a esta pobre humanidad agobiada y
doliente algún día será cumplida? O será como la sinonimia que hay entre
horizonte y esperanza que dan aliento pero nunca podrán ser alcanzados?
No era por tirarme la navidad, pero me enseñaron que las
promesas son para cumplirlas y todavía sigo esperando que la humanidad agobiada
y doliente sea salvada.
Pero siempre es bueno saber de qué pie
cojeamos.(3)
Foto: JHB (D.R.A.) |
(1) Si quieren
ilustrarse sobre la Venerable, en https://es.gaudiumpress.org/content/84968-El-Nino-Jesus-de-Beaune-y-la-devocion-a-la-Coronilla-del-Divino-Infante-
(2) https://www.youtube.com/watch?v=I9JhONozkco-
Dolencias, Inti Illimani.
(3) Arturo Pérez Reverte. Falcó.
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